EL TERROR SIGUE SIENDO EL ARMA PRINCIPAL DEL RÉGIMEN
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Editorial FGUN

El país entra en vísperas electorales y nos mantienen en un ambiente artificial donde Petro es el “coco” y el culpable de todos los males que hoy existen en el país. Para la derecha, es fundamental fortalecer este contexto, pues ve amenazada su hegemonía y está nerviosa de que una propuesta realmente alternativa cuaje. A pesar de que este gobierno se haya jugado por los intereses del régimen, no ven certezas de que puedan potenciar su control total.

Aún no alumbra un candidato que garantice los cambios reales de esta sociedad, pero sí hay un ambiente popular que empuja para que se mantenga la puerta que se abrió con sudor, lucha callejera y resistencia en 2021, durante el llamado estallido social. El pueblo está decidido a no olvidar la memoria de los desaparecidos, los presos políticos y los asesinados, que sean la pesadilla de la mezquindad de los ricos que hoy controlan el régimen.

Solo este sentir popular pone nervioso al imperio y a la oligarquía asesina colombiana, que a lo largo de la historia republicana ha manchado de tragedia y sangre nuestro territorio nacional, dejando hechos como los sucedidos el 6 de diciembre de 1928, cuando el Estado, por órdenes del presidente Abadía Méndez, y bajo la dirección del ministro de Guerra, Rengifo, ordenó al coronel Carlos Cortés masacrar a los obreros que cumplían un mes en huelga por reivindicaciones laborales. Meses después, los estudiantes fueron las víctimas del régimen asesino, que desapareció y asesinó a estudiantes por tomarse las calles.

Estos son solo unos de los tantos hechos que tiene nuestra Colombia. Todo esto llevó a que, en 1948, cuando el clamor del pueblo encontró en Jorge Eliécer Gaitán un dirigente que interpretara el sentir de las mayorías, la derecha no aceptó y decidió callar el clamor popular a bala, matando al candidato presidencial. Después de esto, se vino una ola de violencia en la que los partidos tradicionales pusieron al pueblo a matarse entre sí. Para cerrar esta etapa, decidieron hacer un pacto entre ellos y alternarse el poder, creyendo que daban por cerrada la etapa de la violencia. Sin embargo, no calcularon bien, y unos pocos campesinos, obreros y luchadores urbanos se radicalizaron y dieron origen, años después, a la lucha armada revolucionaria.

Hoy, como todos, unos buenos estrategas con la doctrina del terror modernizada aplican de nuevo la fórmula. Deciden sacrificar a uno de los suyos para hacer creíble su línea de acción y poder montar su circo con fuerza. Para esto, intentan asesinar al senador Miguel Uribe, quien se debate entre la vida y la muerte según los partes médicos. El plan continúa y revienta en el Cauca y Valle del Cauca, donde permiten que la nueva ola del paramilitarismo, encarnada en las llamadas disidencias de las otrora FARC-EP, arremeta contra la población civil, dejando muertos y heridos, en su mayoría gente pobre que vive del día a día. Todos estos actos tienen como patrón común: uno, el señalamiento al gobierno actual como culpable, usándolo como chivo expiatorio; dos, los medios de comunicación posesionando la matriz de opinión de sus patrones; y tres, los clanes políticos regionales como alfiles fieles de la estrategia paramilitar, caso Dilian Francisca Toro, que se enfrenta al corte.

Es posible que esta vez los cálculos les vuelvan a fallar. La gente de los asentamientos, barriadas y todos los sectores populares hacen estas lecturas y tienen claro que el régimen está actuando para frenar el clamor de cambio que la mayoría anhela. El pueblo se está alistando para responder y está esperando que un líder aflore y conduzca estas fuerzas, encausando el descontento social que persiste. A pesar de lo decepcionante que puede terminar el gobierno de Petro, que no dejará más que unas pocas reformas con beneficios tibios para unos pocos, unas zonas de concentración para el paramilitarismo en las cuales se están reorganizando, entrenando y oxigenando para seguir arremetiendo contra los pobres, y todas las promesas de campaña incumplidas.

Nuestro Comandante en Jefe, Camilo Torres Restrepo, animó a la lucha por cambios estructurales, pero sin quedarse solamente en el logro de estas metas elementales. En esa dirección, dejó planteado: “Que cada lucha parcial por ventajas inmediatas no pierda de vista el hecho de que la reivindicación total y definitiva obrera no podrá venir sino como consecuencia de la toma del poder por parte de las mayorías, por parte de la clase popular colombiana”.

Solo la fuerza del pueblo salvará al pueblo. Como FGUN, nos sumamos a estos esfuerzos y estamos en la primera línea para defender los intereses de nuestro pueblo, como lo dejó orientado nuestro comandante: “Es necesario reemplazar al grupo en el ejercicio del poder, al grupo minoritario, al grupo de las clases dirigentes. Porque un grupo minoritario, en un país como el nuestro, tendrá una gran cantidad de intereses opuestos a los de las clases mayoritarias, y si de él dependen las decisiones, nosotros veremos que las decisiones se adoptan sistemáticamente en favor del grupo minoritario y en contra de las mayorías. Porque cuando hay un conflicto de intereses, naturalmente, el que tiene el poder en sus manos decidirá en favor de él mismo, en favor de su propio grupo”. Camilo Torres Restrepo.


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