Editorial revista Insurrección N. 654
“La guerra internacional entre pueblos americanos
no puede ser sino el efecto de una locura criminal,
no excusada por motivo alguno, ni por el menor pretexto”
Eduardo Santos Montejo (Bogotá 1888 – Bogotá 1974)
Al examinarse el presupuesto nacional para el 2019 y sus asignaciones, es evidente que sus prioridades están en torno a la guerra y no en la paz. Ello, da cuenta de la política que rige el presente Gobierno y los caminos que ha elegido. Lo cual no es una sorpresa, en tanto se corresponde con los planteamientos del partido Centro Democrático y con las prácticas de Gobierno del expresidente Uribe Vélez.
El Presidente Duque, dijo en el discurso que pronunció recientemente en la ONU, que “nuestro Gobierno recibió un proceso [de paz] frágil en varios frentes… está la fragilidad presupuestal: se realizaron muchos compromisos sin destinar suficientes recursos”, con lo que justificó la no destinación de recursos para la implementación de los acuerdos de paz hechos con las FARC.
En contraste con ello, el secretario general de la ONU, António Guterres planteó este 4 de octubre, en el Tercer Informe sobre la implementación del Acuerdo de Paz, sus preocupaciones por “los pocos recursos para echar a andar los compromisos adquiridos entre el Estado y el hoy partido FARC”.
La salud pública, al igual que años anteriores, sigue siendo uno de los rubros reducidos en el presupuesto nacional. Para los hospitales sólo destinan 500 mil millones de pesos. Pero, téngase en cuenta que solamente el Hospital Universitario del Valle tiene un déficit 120 mil millones.
Cálculos no oficiales señalan que sólo para la sustitución de cultivos de uso ilícito de 50.000 familias, se necesitarían 1,8 billones. Pero para ello Duque no hace ninguna destinación presupuestal.
Siguiendo las instrucciones del presidente Trump, Duque, le dará un tratamiento de guerra a los campesinos de las zonas cocaleras. Allí su esfuerzo estará en la erradicación forzosa y la fumigación con Glifosato. Lo anterior es más evidente si tenemos en cuenta que al sector agrícola y en especial a lo relacionado con la economía campesina, se le resta en este presupuesto, el 20 por ciento.
Para las instituciones de Educación superior, se asignan solo 100 mil millones de pesos, cuando la deuda histórica con las Universidades públicas asciende en este momento a 17 billones. El solo déficit de la Universidad Nacional, es de 60.000 millones.
Los estudiantes en el pliego de 10 puntos que han presentado para las movilizaciones que realizarán este 10 de octubre y con el que están levantando una lucha de envergadura para las próximas semanas, reclaman un incremento presupuestal inmediato para las Universidades públicas de 4,5 billones. El mundo está expectante sobre el manejo de guerra o de paz que le dará este Gobierno a las protestas y movilizaciones estudiantiles de esta semana.
Si hablamos de avanzar hacia la paz, es elemental que en la destinación del gasto se establezca un incremento significativo para educación, salud, economía campesina, comunidades negras e indígenas, implementación de los acuerdos de paz, y para cumplir acuerdos hecho con las movilizaciones sociales de los últimos años, etc. Pero es claro que, para todo ello la élite gobernante destina cada vez menos en el presupuesto nacional.
En contraste con lo anterior, las clases dominantes embriagadas de triunfos militares, ahora pasan a un estadio de locura con la agresión a Venezuela y de perpetuar la guerra interna, al darle la espalda a los procesos de paz con la insurgencia. Por esto, el presupuesto militar para el 2019 ascenderá a 33,6 billones de pesos, lo que representa un incremento del 6 por ciento y equivale al 13 por ciento del presupuesto total.
En las decisiones sobre el presupuesto, el régimen refleja su inclinación hacia la guerra tanto interna como externa, tomando distancia con la construcción de paz en el país y en el continente, contrariando el precepto que el Estado colombiano suscribió, en la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC), de comprometerse en “hacer de América Latina y el Caribe una zona de paz”.
Al pago de la deuda externa destinan el 20,5 por ciento del presupuesto total. Deuda externa y eterna, por la que cada vez pagamos más y cada vez debemos más, que ya representa el 52,3 por ciento de toda la riqueza anual producida en Colombia (PIB).
El gasto militar y la amortización de la deuda, devoran el 33,5 por ciento del presupuesto, es decir más de la tercera parte del mismo. Mientras que las Universidades públicas, los hospitales, el campo, los programas de sustitución de cultivos, el medio ambiente, la implementación de los acuerdos de la Habana, la cultura, el deporte y otros relacionados con los programas sociales y la paz, profundizan su crisis por carencia de recursos.
Este es el panorama de guerra en que prosigue el régimen, registrado en sus decisiones presupuéstales. Esas son las políticas a las que nos enfrentamos y frente a las cuales ya empieza a brotar la movilización y la protesta social, tal como lo veremos las próximas semanas con los estudiantes en las calles, reclamando presupuesto para la educación pública, paz y otros destinos para el país. En los próximos meses, este será también el camino que asumirán distintas organizaciones, procesos sociales y la oposición misma; y ojalá el Gobierno no le dé un trato de guerra.