Por: Juan Carlos Giraldo
Para muchos aún es sorpresivo el momento por el que está pasando nuestro país. Pero basta echar un vistazo a la última década para encontrar respuestas y comprender que estamos transitando por tiempos que ya han implicado algunos cambios y que podrían venir otros de mayor relevancia. Aunque siempre exista el riesgo de que no suceda tal como los sectores populares, democráticos y revolucionarios y las grandes mayorías nacionales deseamos.
La realidad social de Colombia, o de cualquier sociedad, no es producto de un destino manifiesto. Están muy errados quiénes creen que es imposible avanzar en grandes transformaciones en nuestro país. La realidad social concreta será siempre el producto de la lucha de clases en un momento histórico determinado y esto tampoco puede entenderse sin reconocer las tendencias de la lucha de clases y su misma historicidad.
Las elenas y elenos nos ubicamos en el campo de los luchadores, de quienes estamos dispuestos a seguir peleando para que los cambios sean una realidad. Nos han llamado soñadores, idealistas y tercos porque insistimos y seguimos firmes en la lucha revolucionaria y en la resistencia armada para hacer de Colombia, América Latina y el mundo una sociedad justa social y ambientalmente, donde exista una verdadera democracia, es decir donde el poder resida y sea ejercido por el pueblo.
Quizá tengamos un poco de soñadores y de tercos pero lejos estamos de ser idealistas. Por el contrario, hemos analizado la realidad, identificado las profundas contradicciones, injusticias y desigualdades, a partir de esto hemos decidido voluntariamente ser parte de la solución, del cambio y por ende de la lucha para que esto se materialice. Tenemos bien claro que esta injusta y expoliada Colombia puede ser diferente, un país donde brille la esperanza, la alegría, la justicia, sabemos que mientras las mayorías hemos sufrido la explotación y la opresión, mientras los territorios han sido arrasados junto a sus pobladores y toda su bella naturaleza, una pequeña minoría ha dirigido ese proyecto de muerte y se ha lucrado y acumulado riqueza y poder.
Como elenos y elenas hemos estado aportando nuestros esfuerzos a la resistencia del pueblo, desde diversas trincheras, para el logro del bienestar social, de la justicia, de la democracia, en la vía de la liberación para que podamos avanzar hacia la construcción de una sociedad socialista, y en esa brega habremos de seguir caminando, luchando y construyendo por campos, poblados y ciudades.
Aún en medio de las dificultades de la lucha, alegra saber que estos últimos años han sido de grandes e históricas luchas, de triunfos, en la medida que el bloque popular ha ido fortaleciéndose y generando cambios en la correlación de fuerzas, mientras el bloque dominante y principalmente la oligarquía mafiosa ha ido perdiendo parte de su poder y sobre todo de su hegemonía. En ese sentido la presidencia de Gustavo Petro puede ser parte también del camino del cambio, de por si es claro que ese resultado electoral es histórico y que representa la inconformidad de gran parte del pueblo colombiano con los gobiernos de la oligarquía, pero sólo los hechos podrán demostrar si verdaderamente está por el cambio real o simplemente por uno formal y cosmético.
Tampoco sería sensato y realista creer que el gobierno de Petro habrá de hacer todas las transformaciones necesarias y radicales, pero si tiene que aportar al cambio desde esas instancias, adoptar políticas soberanas y actuar democráticamente (desde una apuesta de democracia participativa, y no simplemente representativa) tendrá que confrontar a la mafia paramilitar que se ha enquistado desde hace varias décadas en muchas instituciones del Estado, principalmente en la fuerzas militares y romper con la impunidad en la que ha quedado el Terrorismo de Estado contra el pueblo, esto significa cambiar la Doctrina Militar del Enemigo Interno sustentada en la Doctrina de Seguridad Nacional gringa y obviamente combatir a las estructuras criminales, narcotraficantes y paramilitares.
De igual forma debe hacer grandes esfuerzos para direccionar los recursos del Estado hacia la garantía efectiva de los derechos de las y los colombianos, para el acceso a la tierra y la recuperación de los territorios, para el cambio del modelo económico y el cuidado del medio ambiente. Y tiene que ser parte de apuestas de integración regional, en una lógica solidaria, sacando al país de la orbita de obediencia al imperialismo estadounidense.
Los nombramientos y declaraciones que Petro ha hecho por el momento son en parte interesantes, pero claramente limitados; sólo los hechos serán los que nos hablen de por donde habrá de andar este gobierno, además hay que tener muy en cuenta que para poder obtener el triunfo en las elecciones y para buscar gobernabilidad Petro ha acudido a hacer alianzas con sectores políticos de la derecha y la élite, los cuales pueden llegar a serle necesarios pero obviamente lo limitarán más, y de estos no puede confiarse o pecaría de extremada ingenuidad.
De nuestra parte, ya los organismos de dirección del ELN se han expresado acerca de nuestra disposición para aportar al logro de la Paz, de una Paz Real, sin imposiciones, con profunda participación y que implique transformaciones, que no se reducen a la ruralidad como muchos políticos, académicos y opinólogos suelen plantear en el análisis y compresión del conflicto, porque las motivaciones y raíces de nuestra lucha siempre han estado en el campo y en las zonas urbanas, y esto tiene mucho más sentido hoy, cuando las mayorías nacionales viven en zonas urbanas, donde abunda la miseria, la desigualdad, la pobreza extrema, además de que allí vive la gran mayoría de las víctimas del despojo paramilitar. Por ello las transformaciones para la paz tienen que ser rurales y urbanas, incluyendo a todas la áreas y sectores de la sociedad, principalmente a los históricamente excluidos, ese es un mensaje muy claro que ha quedado de las jornadas de lucha de los últimos años y que no puede ser ignorado.
Las y los elenos seguimos firmes en nuestras convicciones y por eso continuamos en la lucha, aún con este gobierno que puede llegar a ser democrático estamos atentos a su accionar. También partimos de que seguimos viviendo en un estado capitalista, por lo cual sigue habiendo grandes retos y por lo mismo mantenemos nuestros esfuerzos de lucha revolucionaria y llamamos al pueblo a seguir organizándonos, a fortalecer las colectividades, las comunidades, los lazos de solidaridad, a que sigamos construyendo Poder Popular, porque esa es la única vía que puede garantizarnos un Futuro de Esperanza, Justicia y Libertad. No hay futuro ni destino preconcebido, nuestro futuro será el fruto de nuestras luchas y construcciones en el presente. Cuenten siempre con esta organización revolucionaria, con el ELN, firmes y rebeldes para lograr la Colombia que siempre hemos anhelado.