
Por: Claudia Torres, corresponsal de Antorcha Estéreo.
En las últimas décadas, Colombia ha emergido como uno de los principales exportadores de mercenarios a nivel mundial. Exmilitares y policías retirados, formados en el contexto de un conflicto interno que ha durado más de medio siglo, se ven atraídos por promesas de altos salarios y mejores condiciones de vida en escenarios de guerra y violencia en el extranjero. Sin embargo, la realidad que enfrentan es a menudo muy diferente, marcada por engaños, precariedad y, en muchos casos, la muerte.
La participación de colombianos en conflictos internacionales ha sido notoria en casos como el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse en 2021, donde 26 de los 28 sospechosos eran colombianos, muchos de ellos exmilitares. Más recientemente, en Michoacán, México, una operación de la Marina resultó en la muerte de 12 integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación, entre los cuales se encontraban exmilitares colombianos, capturados tras una emboscada con explosivos que dejó ocho soldados mexicanos muertos.
Este patrón de participación en operaciones irregulares ha sido reforzado por la estrategia de vinculación de Colombia con la OTAN. La cúpula militar colombiana ha estrechado lazos con la organización, desarrollando jornadas académicas de cooperación militar en temas como la lucha contra el terrorismo y la seguridad marítima. Sin embargo, esta colaboración se inserta en una lógica de subordinación geoestratégica, donde Colombia actúa como peón de potencias extranjeras, especialmente de Estados Unidos, en su lucha por mantener la hegemonía global.
Uno de los escenarios más alarmantes es el conflicto en Ucrania. Aleksandr Bastrykin, jefe del Comité de Instrucción de Rusia, ha señalado recientemente que la mayoría de los mercenarios extranjeros que combaten del lado ucraniano son ciudadanos de Colombia, Georgia y Estados Unidos. Además, Rusia ha prometido recompensas económicas a quienes identifiquen ha estos combatientes, lo que convierte a los mercenarios colombianos no solo en objetivos militares, sino en fichas desechables de un conflicto ajeno.
Según cifras oficiales actualizadas, el ex canciller colombiano Luis Gilberto Murillo informó en noviembre de 2024 que aproximadamente 500 colombianos han participado como mercenarios en la guerra de Ucrania. De estos, más de 300 han fallecido en combate, lo que representa una tasa de mortalidad alarmante. En lo que va del año 2025, se han reportado 27 colombianos muertos en el conflicto, incluyendo 11 fallecidos entre el 1 y el 5 de marzo. Esta cifra no solo refleja los peligros inherentes al conflicto, sino también el papel que se les asigna ha estos combatientes: la primera línea de fuego, donde el riesgo de muerte es mayor.
La mayoría de estos mercenarios son soldados retirados o en la reserva. Esta realidad se evidencia en dos ejemplos concretos: el primero, el de un grupo de excombatientes entrenados en la Escuela de Lanceros de Colombia —una de las más reconocidas en entrenamiento contrainsurgente— que fueron reclutados para combatir en Ucrania bajo contratos con empresas de seguridad privada, como Omega Consulting Group.
Muchos denunciaron que les prometieron sueldos de más de 16 millones de pesos mensuales, pero en terreno apenas recibieron la mitad, y en condiciones inhumanas, sin garantías médicas ni apoyo logístico. El segundo caso, aún más crudo, es el de un grupo de exmilitares reclutados para “protección de infraestructura” en Medio Oriente, pero que terminaron siendo parte de combates en zonas de alta tensión, sin el respaldo de embajadas ni posibilidad de regresar sin pagar con su vida.
Este panorama nos permite evidenciar que hay una sistemática conversión del cuerpo militar colombiano en fuerza de choque transnacional. Esta estrategia, lejos de ser casual o marginal, responde a una lógica imperial: subcontratar los costos humanos de la guerra en los cuerpos de los pobres. Así, Colombia se convierte en proveedor de carne de cañón, mientras las potencias hegemónicas (como Estados Unidos y los países miembros de la OTAN) capitalizan los beneficios económicos y políticos de los conflictos.
Los mercenarios colombianos son, en su mayoría, hombres provenientes de sectores empobrecidos, muchas veces racializados, que ingresaron a las Fuerzas Armadas por falta de oportunidades. Son entrenados bajo una doctrina de seguridad nacional que justifica la violencia y el exterminio del “enemigo interno”, y luego reciclados como operadores en escenarios donde las potencias no quieren arriesgar a sus propios soldados. El resultado es una tragedia humana y un infortunio nacional: jóvenes que vuelven en ataúdes o simplemente desaparecen, sin reconocimiento ni reparación.
Esta externalización del conflicto también funciona como válvula de escape ante una economía nacional incapaz de garantizar empleo digno. La guerra, entonces, se convierte en “oportunidad”, y el combatiente en mercancía. Colombia no solo exporta café y carbón: también exporta soldados, sangre y muerte.
Ante esta realidad, el pueblo colombiano debe alzar la voz. No podemos seguir siendo el patio trasero de las potencias ni permitir que nuestros hijos sean utilizados como instrumentos en guerras ajenas. Hay que denunciar estas prácticas y exigir responsabilidades al Estado y construir alternativas reales para la juventud y los sectores populares. Porque no es solo una cuestión de dignidad nacional, sino de humanidad.
Rechazar la figura del mercenario es un acto de soberanía y conciencia de clase. Es tiempo de transformar la formación militar en Colombia, acabar con la doctrina de guerra perpetua y crear condiciones sociales que no empujen a nuestros jóvenes a convertirse en instrumentos de muerte. Hoy más que nunca, tenemos la responsabilidad de romper con esta maquinaria imperial de la guerra y levantar un horizonte de vida digna y paz con justicia social, cuenten con el ELN para esta trascendental tarea.
Fuentes y enlaces
https://es.wikipedia.org/wiki/Asesinato_de_Jovenel_Mo%C3%AFse
https://elpais.com/mexico/2025-05-17/abatidos-12-integrantes-del-cartel-jalisco-en-una-operacion-de-la-marina-en-michoacan.html
https://www.elcolombiano.com/colombia/en-guerra-ucrania-han-muerto-300-colombianos-mercenarios-KI25877629
https://www.eltiempo.com/mundo/europa/mercenarios-colombianos-en-ucrania-denuncian-fuertes-humillaciones-y-castigos-791507