Por: Camila Montoya Henao, corresponsal de Antorcha Estéreo.
Nuestro país está en una fuerte alerta por violencia de género contra nosotras, las mujeres. Según un informe entregado por la Procuraduría General de la Nación, este mes de enero cerró con 21 feminicidios de los cuales 2 fueron a menores de edad. De estos 11 fueron cometidos por sus parejas o exparejas sentimentales.
Una violencia sistemática contra las mujeres donde el departamento con más casos es Norte de Santander, seguido del Valle del Cauca, Antioquia, Atlántico y Risaralda. Y los territorios de mayor alerta de riesgo para nosotras es Bogotá, Antioquia, Norte de Santander y Casanare.
A pesar que el actual Gobierno haya implementado su apuesta por el Ministerio de la Igualdad y por otros mecanismos para disminuir las violencias basadas en género, han sido esfuerzos que se han quedado cortos para la realidad a la que nos enfrentamos como mujeres diariamente. La prevención y la atención a violencias basadas en género requiere de políticas diligentes, que aporten a una atención oportuna de estos casos.
La prevención de violencias basadas en género va de la mano de una pedagogía donde logremos transformar las prácticas patriarcales y de micromachismo interiorizadas en la sociedad y que son las que a una escala mayor, llevan a feminicidios de las que han sido víctimas mujeres y niñas en nuestro país y en el mundo. Junto con una inversión real, que brinde mejores condiciones para quienes atienden los casos, como también para todo el proceso de cada una de las víctimas.
Sin embargo, no todas las instituciones hoy tienen presente esta problemática y por eso hay instituciones educativas, corporaciones, empresas, ongs, organizaciones sociales y muchos más gremios que siguen sin implementar en sus políticas un protocolo de atención y prevención a violencias basadas en género. Protocolos que aporten a cambios en las prácticas de cada individuo o sujeto político, como también que pueda tener una ruta clara que no revictimice a las mujeres, que genere espacios seguros y garantice la no repetición de estas violencias.
Es claro que avanzamos muy lento en estas discusiones y en especial en la implementación de estas transformaciones en nuestra vida cotidiana, el sistema capitalista y patriarcal no puede seguir ganando esta batalla ideológica, por eso el llamado es a generar mínimamente un espacio seguro para las mujeres en nuestro entorno, desde nuestro espacio privado y personal, hasta nuestros espacios políticos y de colectividad.
En especial es un llamado a nosotros y nosotras revolucionarias que seguimos en este camino de lucha por transformaciones estructurales, donde a diario estamos en este combate de ideas que implica cambiar nuestros pensamientos y prácticas. Visibilizando y debatiendo esta problemática en todos nuestros espacios políticos, pues es desde la colectividad que podremos generar grandes cambios, desde todas las trincheras de lucha y combate.
¡No se va a caer, lo vamos a tumbar, no solo al patriarcado… también al capital!
