Colombia, ELN y la hipocresía de la ONU
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Por: Antonio García, Primer Comandante del ELN

El pasado 22 de enero, la ONU condenó la violencia desatada en El Catatumbo, reproduciendo la versión parcializada que inculpa al ELN de todo el conflicto, pese a que hay por lo menos dos partes involucradas: el ELN y el denominado Frente 33 de las extintas FARC. En realidad, son muchos más los actores involucrados, dado que el Frente 33 colabora con -y es protegido por- el Ejército Nacional, quien recibe sus órdenes del Pentágono y los servicios de inteligencia norteamericanos.

Unos días antes, el 13 de enero, la misma ONU, a través de su secretario general, Antonio Guterres, pidió al Gobierno colombiano y al ELN restablecer el cese el fuego bilateral, que anda suspendido desde agosto del 2024.

«Hago un llamado a las partes para que establezcan un nuevo cese al fuego lo antes posible, con un mecanismo sólido de monitoreo y verificación y un alcance suficientemente amplio para mejorar la seguridad de las comunidades afectadas por el conflicto», dijo Guterres.

Hablamos de la misma ONU que nada ha hecho para presionar a Israel para que frene la campaña de 15 meses de genocidio y guerra de exterminio del pueblo palestino. En el seno de esa misma ONU, cuatro veces fue vetado un cese de fuego en el Consejo de Seguridad. La ONU que nada tuvo que ver con el cese de fuego actual, entre el ente sionista y la resistencia palestina. Que no movió un dedo cuando los sionistas bombardearon edificios civiles en el Líbano durante más de 50 días, o cuando intentó ocupar el sur del país.

En 1999 la OTAN lanzó 27,000 toneladas de bombas y misiles durante 78 días para «liberar a Yugoslavia». Ante esa masacre, la ONU mantuvo un silencio cómplice, avalando la «intervención humanitaria» del entonces gobierno de Bill Clinton.

La ONU que aprobó la invasión de Afganistán en 2001 y la invasión de Irak de 2003, que dejó más de un millón de civiles muertos, con un saldo de un millón de muertos por cada guerra. La ONU que aprobó la invasión y bombardeo de Libia en 2011, que destruyó para siempre el Estado, dejándolo en manos de señores de la guerra, todos al servicio de los intereses del Occidente Colectivo.

La ONU protesta contra la alianza militar de Rusia con Corea del Norte, pero hace mutis ante la alianza militar de Kiev con Estados Unidos y toda la OTAN, con la masiva transferencia de dinero y armamento para la guerra contra Rusia.

Guarda silencio ante la política de cerco, ataques, sanciones, bloqueo, congelamiento y robo de activos de Rusia que superan los 300 mil millones de dólares.

Nada ha dicho la ONU relacionado con las 800 bases estadounidenses de la cuales un porcentaje importante rodean Rusia, que van desde los países bálticos hasta Turquía, por África, Asia y América Latina; bases que en Asia Occidental han servido para apoyar las agresiones contra Palestina, El Líbano, Irak, Siria, Yemen y la República Islámica de Irán.

El Consejo de Seguridad fue testigo de otra página oscura en la que Estados Unidos usó el veto de manera arbitraria y vergonzosa, y por cuarta vez consecutiva, desde el inicio de la guerra israelí hace más de cuatro meses contra Gaza.

La Liga de las Naciones, el prototipo de la ONU, fundada en 1920 tras la Primera Guerra Mundial, jamás pudo evitar el surgimiento del nazismo y prevenir la Segunda Guerra Mundial. Por algo el ex senador norteamericano Henry Cabot Lodge caracterizó a la Liga de las Naciones alguna vez como «una creación diabólica con un nombre angélico».

Tras aquella guerra, la Liga de las Naciones desapareció temporalmente resurgiendo de nuevo en 1946 como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con sede en New York y así se convirtió en un aliado y subordinado incondicional de Norteamérica avalando con su silencio o el consentimiento las invasiones de los EE.UU. a Panamá (1918, 1920, 1925, 1958, 1989), Cuba (1917-1933), Filipinas (1948, 1954), Honduras (1919, 1924-1925), República Dominicana (1965-1966), Rusia (1918-1922), Yugoslavia (1999), Guatemala (1920, 1954, 1966-1967), El Salvador (1932), Irán (1946, 1954), Grecia 1946-1947), Vietnam (1960-1975), Egipto (1956), Líbano (1958, 1982-1984), Laos (1962, 1971-1973), Cambodia (1969-1975), Grenada (1983-1984), Somalia (1992-1994), Afganistán (2002-2021), Irak (1958, 1990, 2003-sigue hasta ahora).

La Liga de las Naciones era la materialización del orden internacional impuesto sobre por los vencedores de la I Guerra Mundial: los viejos imperios europeos. Paralelamente, la ONU representa el orden internacional por el vencedor de la II Guerra Mundial: el imperio norteamericano, que selló su victoria dejando caer dos bombas atómicas sobre Japón. La ley del vencedor, y nunca la del vencido.

La institucionalidad global liberal, surgida después de la Segunda Guerra Mundial, se ha tornado completamente inocua y ha entrado en la bancarrota absoluta.

La historia reciente de Palestina, Líbano, Yemen Asia Occidental, de Europa Oriental dan testimonio que solo la resistencia — y no pactos con una institucionalidad caduca — es capaz de crear cambios en el ordenamiento global. En un mundo dominado por el poder, la debilidad invita a la explotación; la capacidad de resistencia es el único lenguaje que comprenden los poderosos y sus instituciones. La resistencia no es simplemente una opción, es una necesidad, una garantía de supervivencia.

Las mentiras de la matriz mediática serán derrotadas por la verdad. En el futuro la verdad nos espera a todos.


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