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Editorial Revista Insurrección Nº 813

Comando Central

Crece el rechazo al modelo económico y al régimen imperante al tiempo que sus medios legales de represión se descomponen, lo que lleva a la élite dominante a desarrollar públicamente su arma paramilitar para sostenerse en el poder.

No es nuevo ver a los paramilitares urbanos atacando públicamente a quienes protestan y se oponen al régimen en operaciones conjuntas con las Fuerzas Armadas estatales, a la vez que sus cabecillas son integrados abiertamente en los Partidos de extrema derecha, y las grandes empresas de comunicación los ensalzan como empresarios respetables; esto puede ser nuevo hoy en Colombia, pero esto mismo ocurrió con las SA en el inicio del régimen de Hitler hace 90 años.

El nuevo ciclo de Guerra recrudecido en los últimos 5 años deja hoy más víctimas en las organizaciones sociales que en las guerrillas, agresión contra el pueblo que el Gobierno ejecuta para mantener andando su modelo económico depredador, generador de desigualdad social y de grandes ganancias para los súper ricos, que desemboca en una crisis humanitaria empeorada por la pandemia; para sostenerse la élite dominante desarrolla un régimen de dictadura mafiosa que los convierte en un Narcoestado, uno de cuyo brazos de represión son las organizaciones criminales nacidas del narcotráfico, las que antes operaban clandestinamente pero ahora lo hacen abiertamente.

Estructurado por asesores de Estados Unidos (EEUU) nació el paramilitarismo como arma estatal antisubversiva en 1962 y por 27 años actuó bajo la ley, hasta que debieron ilegalizarlo en 1989 pero solo durante 5 años porque en 1994 regresaron a la legalidad como Cooperativas Convivir, que parieron las genocidas AUC con las que asolaron el país por 14 años hasta que EEUU se llevó a sus cabecillas, sobrevinieron 10 años de operaciones en la semiclandestinidad hasta 2018 cuando el caudillo les devolvió su estatus completo como guardianes de su tercer Gobierno; por esto el régimen colombiano acaba de ser catalogado por la Iniciativa Global contra el Crimen Transnacional Organizado (GITOC, por sus siglas en inglés) como el segundo en el mundo de mayor presencia del crimen organizado.

De la lucha para salir de este hueco en que han sumergido al país hacen parte los casi 12 millones de votantes que ganaron la Consulta Popular Anticorrupción, el 43 por ciento de colombianos que votaron por la izquierda en 2018, la juventud que lidera los estallidos sociales iniciados en 2019, entre otros, porque la mafia gobernante solo caerá gracias a una contundente y diversa presión popular.


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