El próximo 24 de noviembre se cumplen dos años de la firma de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno Nacional y las FARC, con el que desactivaron a esta fuerza insurgente. Pero el régimen se aseguró, que ello fuese lo único que cambiase y que todo el resto mantuviera igual. Siguieron con las mismas políticas, con lo mismo de siempre, con la misma violencia y con las mismas situaciones que esperan por cambios. Una vez más las élites dominantes en Colombia, han deshonrado la palabra, incumpliendo lo acordado; porque ellas no están mostrando ninguna voluntad de cambio, ni de conciliación. Con ello han frustrado un nuevo intento de paz y de transformaciones en Colombia.
Hoy una parte importante de la sociedad colombiana se movilizan por la paz y las transformaciones, esfuerzo al que nos sumamos en el Ejército de Liberación Nacional, para contrarrestar las políticas anti populares del Gobierno, tales como el incremento de impuestos a la mayoría de la sociedad, al tiempo que agrega nuevos beneficios a la minoría súper millonaria. Movilización ciudadana que reclama el cese a la persecución y asesinato de líderes sociales y opositores al régimen.
El régimen ha logrado desmovilizar a las FARC como fuerza insurgente; pero sigue con la violencia de los de arriba contra los de abajo, con el paramilitarismo y el mismo comportamiento de sus Fuerzas Militares; con el mismo modelo económico y la misma corrupción; con la misma política agraria y de destrucción ambiental; con la misma política de exclusión social y empobrecimiento; con la misma sujeción a los intereses de los Estados Unidos y las multinacionales. Con lo mismo de todo, nada ha cambiado.
Las FARC cumplieron con los Acuerdos, hoy no tienen las armas, están dentro de la institucionalidad y en un proceso de reinserción. Pero no ha tenido la misma conducta la contraparte, porque el régimen ha estado incumpliendo y alterando lo firmado hace dos años en el Teatro Colón.
Los Acuerdos iniciales hechos en La Habana y firmados inicialmente en Cartagena, enseguida fueron renegociados después del Plebiscito. Pero a la vez esos Acuerdos ya renegociados y firmados en el Teatro Colón, los han seguido modificando e incumpliendo. Recortes intensificados ahora con el Gobierno del Centro Democrático, quien encabeza los nuevos zarpazos propinados en el Congreso; además de multiplicar los incumplimientos, así Duque haya dicho en Europa, que “va a cumplir los Acuerdos de Paz”.
El Gobierno actual hoy sólo habla de la reinserción de los excombatientes, en eso está quedando todo. Ya no hablan de los compromisos sobre la cuestión agraria, la reforma política, la sustitución de cultivos, la supresión de las fumigaciones con Glifosato, el desmonte del paramilitarismo, etc.
Simultáneamente el Gobierno de los Estados Unidos aliado con la ultraderecha colombiana, persiguen destruir a las FARC, para que no se convierta en una fuerza política de incidencia en el país. Para ello les incumplen, les desconocen los acuerdos, les hacen trampas, los siguen estigmatizando y demonizando a través de los medios de comunicación, como si no se hubiera dado un pacto de paz. Han logrado dividirlos y llevar al escepticismo a sectores de la base combatiente.
El Fiscal General Martínez es una de las piezas fundamentales con que cuentan los EEUU para ejecutar la desaparición de las FARC como proyecto político alternativo, tal como se constata en el montaje y la celada que le han tendido a Jesús Santrich, para consumar la extradición a los EEUU de este negociador de paz; amenaza que también esgrimen contra otros dirigentes de las FARC. Estos planes no son una conducta de reconciliación, sino de perfidia, venganza, odio y provocación.
La voluntad de las élites dominantes no es de cambio. Ante el sonado caso de corrupción en que está involucrado el millonario más rico de Colombia, en vez de arrepentirse del delito, prefieren taparlo y desaparecer a los testigos. Igual sucede con los Acuerdos de Paz, que en vez de cumplirlos, prefieren desaparecerlos.
No obstante las dificultades, las fuerzas del país comprometidas con la paz y los cambios, son cada día más fuertes. Ello es decisivo para avanzar y ganar el pulso a las fuerzas retardatarias, que se oponen a las transformaciones y a un camino de solución política del conflicto.
Hay que proseguir con más firmeza, con más unidad y con más participación social, los esfuerzos por la paz, para abrirle paso a otros caminos de solución política que superen las falencias y limitantes, que nos dejan la experiencia de los Acuerdos firmados el 24 de noviembre del 2016 en el Teatro Colón.