
Petro llega a la presidencia de Colombia, montado en la ola de protestas sociales de la última década, con las promesas de cambio, para favorecer los intereses del pueblo explotado, marginado y excluido.
Después de dos años y medio, esas esperanzas de una vida mejor, se convierten en frustración y en rebeldía popular.
Ha sido reiterativo en sus discursos, que no es de izquierda ni socialista, sino que su Gobierno vino a modernizar el capitalismo en Colombia, pero en nuestro país se mantiene la misma estructura económica, donde predomina el capital especulativo, los terratenientes y el servilismo al capital transnacional. Se agrava el modelo extractivista y de solo colocar impuestos a la clase media, aumentando el precio a los combustibles y a los servicios públicos. Las reformas tributarias del petrismo, han terminado en más de lo mismo: menos impuestos para el capital y más impuestos para las clases medias y populares. En este gobierno se profundiza el modelo neoliberal.
El Gobierno del cambio, arrancó dando cuotas burocráticas a los diferentes partidos tradicionales, para garantizar su gobernanza. Sin embargo, no fue suficiente para la rancia oligarquía acostumbrada a tener todo, por eso se han dedicado a ventilar en la prensa los escándalos de corrupción que comprometen a Petro, su familia o su círculo cercano de gobierno. Además, la crisis de gobierno empeora, pues es permanente la renegociación de puestos, que impiden un gabinete estable y unos funcionarios eficaces y honestos. El ascenso burocrático de personajes completamente cuestionados y desprestigiados, acaban con la poca credibilidad administrativa del presidente.
El paquete de reformas legislativas, Petro pudo haberlas impulsado con el pueblo movilizado en las calles, pero prefirió las componendas y chanchullos con la vieja politiquería, otorgando mermeladas, sobornos y quitando lo sustancial que favorecía al pueblo, para meter lo que interesa al gran capital. Ya van saliendo a la opinión pública, algunos hechos de esta nueva corruptela, donde los funcionarios del gobierno del cambio, se roban hasta los recursos de las víctimas de los grandes desastres naturales. El remedio petrista contra la corrupción ha resultado peor que la enfermedad.
Algunos dirigentes de las principales organizaciones sociales y de izquierda, que antes protagonizaron las grandes movilizaciones en Colombia, fueron captados como funcionarios del gobierno en algunos cargos burocráticos o con proyectos, volviéndose en los defensores incondicionales de Petro, con la ilusión que están co-gobernando. De esa forma Petro intenta cumplir con su papel de neutralizar y desactivar la insurgencia popular.
Para completar el papel contra-insurgente del Estado, Petro implementa su política de Paz Total. Se fortalece una nueva generación del paramilitarismo, reviviendo las viejas estructuras de las ex-Farc y potenciando todos los grupos narco-paramilitares como el Clan del Golfo, para que confronten al ELN. De esa forma se disparan los cultivos de coca y se aumenta la productividad en la obtención de cocaína, como la principal fuente de financiación del paramilitarismo. Petro le da estatus político a esos grupos narco-paramilitares y abre mesas de negociación con ellos, mientras al ELN lo pretende degradar como un Gao, o un grupo criminal, dedicado al narcotráfico.
A pesar de haber iniciado el diálogo y negociación con el ELN y haber acordado realizar un proceso de participación de la sociedad, para generar un nuevo Acuerdo Nacional, que garantizara el cambio político, social, económico y militar; Petro decide abortar este proceso, incumpliendo los acuerdos firmados en la Mesa de Diálogos, consolidando un rabioso discurso anti-subversivo, exigiendo la entrega de las armas del ELN a cambio de sus ilusiones, imponiendo el Estado de Conmoción Interior, reviviendo el ministro de defensa militar, desarrollando planes de arrasamiento militar y paramilitar como los que adelanta en las principales regiones del país, obediente a la doctrina contra-insurgente que impone el Pentágono.
Con el sol a la espalda, este gobierno sigue echando discursos sobre resultados delirantes, cuando la realidad es que está completamente hipotecado y chantajeado por los sectores que tradicionalmente han manejado el establecimiento, sin poder mostrar cambios fundamentales. El desastroso gobierno de Petro, alimenta un clima de incertidumbre política, que aprovechan los sectores de la derecha y la extrema-derecha, para agitar que los proyectos políticos alternativos están condenados al fracaso.
La construcción de un nuevo proyecto político alternativo en Colombia, pasa por la consulta de propuestas unitarias, superando las viejas mañas del sectarismo, la prepotencia y manipulación, donde se depongan los intereses de grupo o personales y se antepongan siempre los populares y de nación.
En consecuencia, el ELN seguirá con el compromiso de estar siempre junto al pueblo en la construcción de una patria socialista. Es imperiosa una reflexión crítica y autocrítica de los sectores revolucionarios, izquierda, progresistas y democráticos, sobre las enseñanzas que deja este gobierno, para no repetir sus equivocaciones y garantizar una nueva forma de hacer política, verdaderamente democrática y por la base.
Llamamos a todas y todos los colombianos comprometidos con el mandato del estallido social, la Solución Política al Conflicto, a persistir en la lucha por las transformaciones; en la lucha del pueblo para ser poder y ser gobierno; en la concreción de una nación más soberana, democrática, equitativa y en paz con justicia social.
¡Colombia… para los trabajadores!
¡Ni un paso atrás… liberación o muerte!
Dirección Nacional
Ejército de Liberación Nacional
Montañas de Colombia
Marzo 2 del 2025