
Por: Luis Fernando Giraldo, corresponsal de Antorcha Estéreo.
El gobierno de Gustavo Petro utiliza la crisis humanitaria en el Catatumbo para esconder su propia incapacidad de sacar adelante una propuesta de gobierno que cumpla sus promesas de campaña. Ha sido incapaz de articular las dos acciones con las que ha buscado sacar adelante su ya de por sí tímido plan de gobierno: 1) un acuerdo con las élites políticas tradicionales del país, y 2) desencadenar una gran movilización popular que, en sus palabras, «arrincone al viejo poder» y obligue al Congreso a la aprobación de las reformas o a las altas cortes a no pronunciarse en contra.
Petro falló en su intento de buscar un acuerdo con las élites tradicionales de la política representados en el expresidente Juan Manuel Santos, pues por más que cedió ante este viejo poder, por más que en el reality show del Consejo de Ministros reiteró hasta la saciedad que su propuesta no es de izquierda ni socialista, como quien dice: “por favor, señores ricos de Colombia y señor Donald Trump, no se asusten conmigo ni me vayan a tumbar”. Por más que su gobierno está secuestrado por personajes nefastos como Armando Benedetti, Roy Barreras, Laura Sarabia y otros, por más que Petro haya cedido desde el mismo día de su elección, los partidos políticos tradicionales no quisieron marcharle a las llamadas reformas del cambio, porque Petro se equivocó en su ingenuidad y torpeza de creer que las élites se podían «modernizar» a punta de discursos y mermelada burocrática, allí traicionó al pueblo.
El presidente del “cambio” se equivocó en sus vacíos llamados a la movilización popular, porque creía, también ingenuamente, que la movilización social le pertenecía como moderno Gaitán, que «no es un hombre, sino un pueblo». Además, porque cuando quiso llamar a esta movilización ya había pasado el entusiasmo inicial que la gente tuvo con su victoria, ya era más desengaño, ya las promesas incumplidas de acabar con el ESMAD (no solo cambiarle el nombre) o liberar a los jóvenes presos por exigir sus derechos durante el paro nacional (nunca llegó ese 24 de diciembre de libertad para los presos políticos). Petro mintió y los jóvenes lo saben, ya esas promesas incumplidas pesaban más que sus viejas palabras de Aureliano encantador de serpientes y la gran movilización popular en defensa del gobierno nunca llegó, no por incapacidad del pueblo, sino por desengaño ante un nuevo gobierno de las élites camuflado en una retórica popular.
Petro, entones quedó encerrado sin el pan y sin el queso, sin el pueblo y sin siquiera con la lealtad de sus ministros; en ese encierro quiso buscar culpables ajenos, así como cualquier salida que no lo mostrase como el emperador desnudo en que se convirtió o el que tal vez siempre fue. Y así llegó la confrontación armada en el Catatumbo que libramos en contra de la banda narcotraficante denominada Frente 33 de las ex FARC.
¿Por qué esta confrontación? Porque no podemos permitir que el narcotráfico y el paramilitarismo disfrazado de insurgencia imponga su ley de muerte sobre los campesinos, y si el Estado no solo no combate a estos grupos, sino que actúa de la mano con ellos, pues el papel de los revolucionarios no es otro que poner nuestras vidas y nuestras armas para defender al pueblo del cual nacimos, el mismo que nos sigue guiando y protegiendo.
Los medios de comunicación arrecian a señalarnos como culpables y el presidente, otrora denunciante de los paramilitares, hoy les hace el juego a ellos y a los medios de desinformación, que no son más que azuzadores de la guerra y la mentira.
¿No les parece extraño qué los mismos medios que antes le lavaban la cara a los paramilitares, hoy representen a los miembros del cartel de las ex FARC, Frente 33, como los grandes salvadores del Catatumbo o como víctimas de una guerra que «ellos no iniciaron»? ¿Acaso no es la misma estrategia de Claudia Gurisatti y su afán propagandístico con Carlos Castaño?
La guía de nuestro accionar revolucionario es la defensa de la vida y el territorio, no los titulares ni las portadas de revistas de los medios pagados por los grandes banqueros que funcionan como agencias de publicidad de paramilitares y narcotraficantes.
Es así como Gustavo Petro, encerrado y queriendo mostrar la fuerza que no tiene, decreta Estado de Conmoción Interior, pasando de viejo Gaitán a renovado Turbay Ayala con su estatuto de seguridad ciudadana, reproduciendo el viejo Estado de Sitio reinante en Colombia durante el siglo XX y contra el cual Petro dice que se levantó en armas.
Estado de Conmoción Interior y Estado de Emergencia, uso inédito de ambas figuras al mismo tiempo, ni Álvaro Uribe se atrevió a tanto. Esto lo hace Gustavo Petro no para atender la situación en el Catatumbo (las organizaciones sociales y juntas de acción comunal presentes en la región han insistido en el cumplimiento del Pacto por el Catatumbo, otra de las tantas promesas vacías de Petro, como requisito social y económico para acabar la guerra en la subregión. Además, las fuerzas de seguridad del Estado harían más por la tranquilidad del territorio dejando de proteger narcotraficantes y paramilitares en el Catatumbo que Petro y todos sus anuncios juntos), sino para para poder destinar partidas presupuestales que hoy no tiene, porque el Congreso por más enmermelado que estuvo no quiso aprobar la ley de financiamiento y el pueblo ante los llamados poco sinceros de Petro, no quiso salir a las calles a defender un gobierno que no considera como suyo.
Ahora es el mejor aliado de las élites políticas tradicionales de Colombia, porque con sus promesas vacías pretende adormecer al pueblo y con su retórica popular le quiere hacer creer que tiene el poder, mientras Juan Manuel Santos sigue gobernando en cuerpo ajeno con los títeres Crito, Roy, Prada, Benedetti y Sarabia a la cabeza.
Y ante esta realidad, nosotros no estamos acá para defender al gobierno incompetente ni para lavarle la cara al gobierno mentiroso, sino para defender lo único que vale la pena defender: el pueblo, la vida y el territorio en el Catatumbo y en toda Colombia, y por el territorio a dar nuestra propia vida, siempre en la consigna Ni Un Paso Atrás Liberación o Muerte.