EL PROBLEMA DEL AGUA EN BOGOTÁ, UN ASUNTO DEL GRAN CAPITAL
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Editorial FGUN

Bogotá ya cumple un año desde que el alcalde Carlos Fernando Galán anunció la medida de racionamiento de agua para la ciudad y los municipios aledaños debido al bajo nivel de los embalses que abastecen este derecho en la ciudad. Pero, si llueve a cántaros en la ciudad ¿Por qué continúa la crisis del agua?

La crisis del agua se avizoraba desde hace décadas en Bogotá. El sistema Chingaza fue diseñado desde 1960 para soportar el abastecimiento del agua hasta 2020. Desde principios de los 2000 se decía que se necesitaban 2 embalses más y nuevos canales para transportar el agua. Sin embargo, el agua no fue una prioridad dentro de las agendas institucionales. Ahora, el problema es aún mayor y se extiende a escala continental y regional.

El 80% de agua de Bogotá proviene del Páramo de Chingaza, el cual se alimenta de aguas lluvias que principalmente provienen de la Amazonía, el pulmón más importante del planeta. Esta agua proviene de los llamados ríos voladores formados en la gran selva Amazónica. Los árboles que ella alberga absorben humedad, la liberan en grandes cantidades, produciendo flujos de humedad que llegan a través de las corrientes de viento, descargando una parte en el Páramo de Chingaza para abastecer los embalses donde se suministra el agua a Bogotá y municipios aledaños. En total, el 35% de la humedad que captura el páramo viene desde la Amazonía.

Sin embargo, el Amazonas está en peligro, lo que afecta gravemente el equilibrio ecosistémico del continente y del mundo. Diariamente se pierden 7.600 hectáreas de selva, lo que equivale a 60 parques Simón Bolívar, cada 24 horas. El daño es irreparable. Un árbol amazónico es capaz de absorber y soltar 1.000 litros de agua cada 24 horas, haciendo que la selva sea capaz de transportar 20.000 millones de toneladas de agua cada día. Pero, sin árboles no hay humedad, sin humedad no hay formación de nubes, sin nubes no hay lluvia y sin lluvia no hay agua en Bogotá.
La crisis del agua ha afectado a millones de pobladores urbanos, siendo las periferias las que más sufren por el mal estado del acueducto y las redes de abastecimiento que hacen que en muchos barrios, el suministro de agua se vea afectado por más días de los estipulados en el racionamiento.

¿ y las empresas? Bien gracias.

Pese a la crisis con el abastecimiento de agua de Bogotá, la CAR (Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca) le concedió una licencia ambiental a la empresa FEMSA COCACOLA para extraer millones de litros de agua de la planta Manantial ubicada en la vereda Santa Elena, en la Calera. Mientras que la vereda sobrevivía con suministro de agua de 5 horas al día, Cocacola está autorizada para sacar 3.2 litros por segundo, lo que se traduce en 101.000 millones de litros al año.

Por otro lado, existen 9 concesiones en la localidad de Puente Aranda para extraer agua subterránea, de los cuáles 3 pertenecen a POSTOBON S.A. (de la familia Ardila Lule). Mientras que una persona de estrato 1 paga $1.040 pesos por metro cúbico, esta empresa tan sólo paga $28 pesos por cada metro cúbico. NEGOCIO REDONDO: Pagan poco, ganan mucho. Es decir que, cada botella de agua les cuesta $1,7 centavos de peso y la venden a $2.000 pesos. Agua cristal, agua de vida.
Es evidente que nos enfrentamos ante una crisis climática mundial que se sustenta en el salvaje funcionamiento del sistema capitalista que desangra cada vez más al planeta tierra, donde Bogotá no se salva. Para mitigar la crisis por el agua, será necesario tomar medidas, más allá de un racionamiento que poco o nada ha servido para ahorrar el agua, tomar conciencia sobre el uso de la misma y mejorar los niveles de agua en los embalses que abastecen la ciudad.

Y entonces ¿Qué hacemos?

Sin duda, cambios estructurales son necesarios para resolver esta problemática:
En primer lugar, detener la deforestación de la Amazonia es más que necesario. La lucha por este gran pulmón del mundo, es hoy imperativa. Protegerla de los grandes emporios de la ganadería extensiva, minería y multinacionales de diferentes industrias es crucial para el sostenimiento de la vida en el planeta y el equilibrio ecosistémico.

En segundo lugar, es necesario llevar a cabo políticas de restauración ecológica que permitan recuperar el cauce del río Bogotá y las distintas afluentes hídricas de la ciudad que no solamente están contaminadas por las conexiones de aguas residuales de uso residencial, sino por metales pesados y químicos provenientes de las curtiembres e industrias de extracción minera ubicadas por toda la cordillera oriental, como es el caso del agua que llega a Tibitoque en La Calera.

En tercer lugar, frenar la urbanización y democratizar el acceso a la tierra en el campo, generando mayores oportunidades de vida digna que brinden posibilidades a las personas desde las zonas rurales. Así mismo, frenar las construcciones y concesiones sobre ecosistemas urbanos como humedales, ríos, quebradas, bosques y garantizar su preservación ecológica, pues son estos quienes garantizan no sólo el suministro y la disponibilidad del agua, sino también funcionan como reguladores del clima.

Por último, solo la lucha de la gente organizada podrá lograr los cambios estructurales que la ciudad y el país necesitan. Defender los ecosistemas de las grandes empresas y del modelo capitalista neoliberal que sólo piensa el agua como mercancía y no como bien colectivo y derecho de la gente.

¡El agua es derecho del pueblo, no de las multinacionales!
¡Guerra al capital!


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