
Editorial Revista Insurrección N° 998
Comando Central (COCE)
En la marcha del pueblo colombiano tras la conquista de su bienestar, se llegó al punto de lograr una Reforma Laboral democrática, que garantice la reproducción de la vida digna de los trabajadores, lucha que se enfrenta al propósito oligárquico que amenaza con destruirla.
Van a cumplirse 100 años de una sanguinaria matanza de obreros huelguistas y sus familias, cuando exigían los ‘Tres Ochos: 8 horas de trabajo, 8 horas de educación y 8 horas de descanso’. Esta tragedia ocurrió el 6 de diciembre de 1928, en la plaza de Ciénaga, departamento del Magdalena, que pasó a nuestra historia como la ‘Masacre de las bananeras’, perpetrada por la empresa gringa United Fruit Company contra los trabajadores de sus plantaciones de banano, porque consideraba desproporcionado que los obreros disfrutaran tales derechos.
Cumpliendo órdenes del capitalista extranjero, el régimen oligárquico ejecutó esta monstruosa masacre, para oponerse a que el pueblo goce de unos derechos laborales básicos e inalienables; bloqueo que la oligarquía dominante -vasalla del imperio gringo-, sigue manteniendo un siglo después.
La fuerza del Estallido Social de 2021 colocó en la presidencia a Gustavo Petro, quien no avanza en concretar las reformas democráticas mínimas que prometió en su campaña electoral, por el bloqueo que le hacen los partidos oligárquicos en el Congreso de la república y desde las empresas de comunicación propiedad de los grandes capitalistas.
Este primero de mayo, el gobierno progresista convocó a una Consulta Popular que se debe pronunciar sobre la necesidad de una Reforma Laboral democrática, para avanzar en la conquista de derechos básicos para los trabajadores. Este ejercicio de participación política es de resultado incierto, porque implica una medición de fuerzas entre el poder reaccionario de los de arriba -agrandado por el respaldo de la oligarquía gringa-, y la determinación, organización y unidad de los de abajo.
La oligarquía gringa y la de acá, se oponen férreamente a que los pueblos conquisten derechos que les proporcionen bienestar, porque estos cambios democráticos van en contravía de su sistema capitalista, que está organizado para minimizar el Gasto Social, y así poder mantener los gastos de guerra y el pago de la Deuda Externa a los bancos imperialistas.
Las oligarquías son acérrimas enemigas de que haya educación, empleo, buenos salarios y consumo, porque con ellos se reproducen los trabajadores y ganan fuerza política; que es contraria a sus intereses, por esto mantienen el gasto público en función de mantener sus tasas de ganancia y de protegerlas con un poder represivo basado en las armas.
Sea cual fuere el resultado de la Consulta Popular, hay una realidad invariable por enfrentar, consistente en que solo con la unidad y fuerza de los de abajo, se podrán conquistar derechos que garanticen un orden social que de vida digna a la mayoría; porque siempre habremos de enfrentar a las oligarquías, que nada regalan al pueblo, pues todo derecho democrático habrá que lograrlo con la fuerza de la lucha popular.