
Editorial Revista Insurrección N° 1026
Comando Central (COCE)
Concluyó en Brasil la Conferencia de las Partes en su edición número 30 (COP30), donde los Estados siguieron eludiendo sus responsabilidades para frenar la crisis climática, producto del modelo económico imperante, basado en depredar la vida del planeta y de las especies que lo habitan.
El mundo se enfrenta a un momento de Guerra Mundial, en el que los bloques en disputa geopolítica, acuden a un ejercicio armamentista para definir los destinos de la humanidad y del planeta.
¿Qué hay detrás de ese escenario de guerra?, al tener una mirada más profunda encontramos que está el control de materias primas, especialmente minero-energéticas y el control de rutas de comercio.
Ahora bien, esa disputa geopolítica no es como tal para una transformación. El modelo de acumulación económica conocido como capitalismo, ha llevado al planeta a su límite extremo.
Lo que está en riesgo es la existencia de todas las especies incluida la humana, esa es la mayor prueba de la voracidad del modelo de acumulación dominante.
En esta arquitectura mundial, expresada en la Organización de Naciones Unidas (ONU) y todos sus instrumentos de articulación, se demuestran incapaces de enfrentar el desafío de crisis climática que nos agobia.
Existe consciencia del tamaño y dimensión del problema, pero ellos plantean una solución de poco alcance.
De un lado, están los llamados Acuerdos de París, que buscan la reducción de los impactos de la Huella de Carbono, sin fuerza vinculante.
Ligado a esto aparece en el escenario un tema central, que han denominado Transición Energética.
¿Qué hay detrás de esta Transición? Lo que buscan es un ‘modelo energético verde’, que les garantice la continuidad de este nefasto modelo de acumulación capitalista; que plantea una sociedad de consumo basada en la ‘obsolescencia programada’ y en la ‘obsolescencia percibida’, que ha sido el generador del problema que quieren perpetuar.
Esta crisis del modelo de acumulación, es un momento de oportunidad para los pueblos del mundo, para avanzar hacia transformaciones profundas.
En la actual coyuntura hubo tres escenarios de encuentro de los movimientos populares continentales: La Tercera Cumbre Social de los Pueblos de América Latina y el Caribe, reunida en Santa Marta, en el marco de la Cumbre Unión Europea-CELAC.
Un segundo escenario fue la Cumbre de los Pueblos, como espacio autónomo desarrollado en Belen de Pará, Brasil, paralelo a la COP30.
Y por otro lado, sesionó la Cumbre de Movimientos Sociales, que se reúne en Mar del Plata, Argentina, en el marco de la conmemoración de los 20 años de la derrota del ALCA.
Los tres escenarios representan la diversidad social de Nuestra América, los que realizan un buen diagnóstico de la problemática, identifican la responsabilidad del capitalismo en lo que nos está ocurriendo y plantean la unidad de los movimientos populares, como una necesidad para poder avanzar.
En todos estos elementos aparece una contradicción, sobre si este gravísimo problema se resuelve al interior del sistema imperante, mediante medidas reformistas de reglas más claras y justas. O el movimiento popular asume el reto histórico y profundiza el escenario de disputa, y avanza en construir una alternativa post capitalista.
Este escenario de transformaciones es posible desde el poder popular, desde la democracia directa, desde una economía local, desde la autonomía y soberanía de los pueblos, tal como lo registra de manera integral los Derechos de los Pueblos enunciados en la Declaración de Argel.
‘Otro mundo es posible’ si derrotamos el modelo de acumulación capitalista. Si articulamos una acción política popular de carácter general como continente, con repercusión mundial.
