Hacia una sociedad poscapitalista
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Editorial Revista Insurrección N° 925
Comando Central (COCE)

La rebelión contra la extinción del planeta y sus especies, reclama otra visión sobre la economía y otro modelo productivo, sin dejarse distraer por el capitalismo verde con el que esquivan las transformaciones de fondo, que evitarían el colapso que sobreviene.

El sistema capitalista impone su visión de la economía para acumular ganancias de una ínfima minoría que no cesa de enriquecerse, mientras empobrece y excluye a la mayoría; cuando la economía debe estar al servicio de generar bienestar para toda la sociedad. Tal modelo de capitalismo fósil explota desenfrenadamente los bienes naturales y promueve el hiperconsumo, con procesos que destrozan, contaminan y llevan al colapso a la Madre Tierra. De este daño acumulado nace la crisis del clima, que se analizan en conferencias de la ONU como la COP28, que se realiza actualmente en Dubái.

El sistema imperante en vez de resolver las causas del desastre planetario, inventa paliativos que prolongan la agonía, los que se puede denominar como capitalismo verde; entre ellos está la falacia de “pagar para seguir haciendo daño”, en la que ingenian pagos irrisorios a los países que más sufren el desastre climático, mientras que las potencias prosiguen dañando el planeta. También aplican la fórmula de “dañar y culpar a otros”, con la que achacan el daño ambiental al consumidor y no a los monopolios económicos ensañados en expoliar y quemar bienes naturales; a la que agregan la magistral jugada de “dañar y encubrir”, que corre por cuenta de los Estados, al estos asumir responsabilidades que les competen a los grandes capitalistas agenciadores de la crisis medioambiental.

El futuro está en la lucha por una sociedad avanzada en la que se desarrolle el real concepto de economía, al servicio del bienestar mayoritario y donde la producción se realice con respeto a la Madre Tierra; dejando atrás el pasado en el que se agiganta la miseria, para que a la minoría ultra rica se le desborden las ganancias. Solamente la movilización de la gran mayoría podrá darle más valor a la fuerza de las comunidades, por encima de las estructuras estatales y podrá diseñar una sociedad más allá del capitalismo, con carácter agrario en la que se supere la aglomeración de las grandes urbes.

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