COMPARTE

Por: Diego Armando Esteban Quito, corresponsal de Antorcha Estéreo.

Han pasado 546 días desde que Javier Milei asumió la presidencia de Argentina. Año y medio de un gobierno que ha profundizado la crisis social y económica con un plan de ajuste brutal, impulsado por acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sostenido por un relato oficial plagado de tergiversaciones. Detrás de las cifras y la narrativa de “éxito” que el oficialismo reproduce en sus cuentas institucionales, se esconde una realidad cada vez más asfixiante para las mayorías populares.

Desde el inicio de su gestión, Milei aplicó una devaluación del 118% en diciembre de 2023, que disparó la pobreza del 41% al 52,9% en el primer semestre de 2024 según el Instituto Nacional de Estadística y Censo de la República Argentina (INDEC). Los precios de servicios básicos han aumentado un 400%, los alquileres duplicaron la inflación, y el costo de vida se ha vuelto insostenible para amplios sectores. Según el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (2024), la pobreza infantil creció al 65,5% y la indigencia infantil al 19,2%.

El relato oficial también intenta instalar una recuperación del empleo y de los ingresos. Sin embargo, la realidad es otra: los salarios reales cayeron más de un 15%, las jubilaciones mínimas se mantienen congeladas en valores de 2023 lo que representa un recorte real del 36,2% según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), sin acceso garantizado a medicamentos. Además, el desempleo pasó del 5,7% al 6,4%, con la pérdida de 169.859 puestos de trabajo (118.019 en el sector privado y 51.840 en el público). El consumo de bienes básicos (alimentos, bebidas, productos de higiene personal, etc.) cayó un 14%, con retrocesos históricos en productos como la yerba mate (-9,2%), leche (-9,1%) y carne (-8%).

El recorte en educación fue del 22% (CEPA).La inversión educativa cayó un 70% interanual, lo que afectó de manera directa a universidades públicas y al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en ese marco, también se recortó un 60% la partida presupuestaria para discapacidad. Este gobierno no solo ajusta, sino que decide a quién deja vivir y a quién deja morir.

A este panorama se suma un preocupante endeudamiento externo, enmarcado en un nuevo acuerdo con el FMI que profundiza la dependencia financiera. A abril de 2025, el gobierno de Javier Milei ha negociado un nuevo Programa de Facilidades Extendidas por 20.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), de los cuales ya se desembolsaron unos 12.151 millones de dólares (FMI, 2025). Este nuevo endeudamiento se suma a la deuda histórica que Argentina mantiene con el organismo, que ronda actualmente en 54.600 millones de dólares.

En el plano internacional, desde que Milei asumió la presidencia ha actuado como un embajador de los intereses injerencistas de Occidente, esto se visualiza en su apoyo explícito a Israel en el conflicto de Gaza. Escalando conflictos con Venezuela sumándose a la estrategia de aislamiento impulsada por los Estados Unidos y retirándose de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), por mencionar algunos hechos clave.

Esta alineación geopolítica se complementa con un show mediático que busca tapar el ajuste: desde regalarle una motosierra a Elon Musk hasta sacarse fotos con Donald Trump, mientras en las calles argentinas crecen las manifestaciones de trabajadores despedidos, jubilados desesperados y familias luchando por llegar a fin de mes.

En este contexto, la capacidad de reacción de las organizaciones sociales y sindicales enfrenta múltiples desafíos. La represión estatal se intensifica y el gobierno avanza en prácticas autoritarias que vulneran las garantías constitucionales. La resistencia popular comienza a reorganizarse en marco de masivas movilizaciones convocadas por las centrales obreras (CGT, CTA-A, CTA-T), el movimiento universitario en su totalidad, sector de salud, como así también las constantes movilizaciones semanales de jubilados y jubiladas sumando hasta hinchadas de clubes argentinos.

Otro actor clave en esta resistencia ha sido el movimiento feminista popular que es hoy uno de los sectores más relevantes en esta construcción. El pasado 4 de junio, el feminismo volvió a ocupar las calles bajo la consigna “Nadie se salva solo”. Este movimiento, en sus múltiples expresiones territoriales, sindicales y comunitarias, ha sabido articular luchas diversas, convirtiéndose en un eje clave para la salida colectiva de la crisis.

El feminismo popular es el enemigo simbólico de esta nueva derecha, precisamente porque defiende valores que el régimen de Milei combate: humanidad compartida, comunidad organizada y defensa de lo común. Esta capacidad histórica de generar redes solidarias y cuestionar las estructuras de poder es crucial para enfrentar el saqueo y la represión.

Hoy más que nunca, es urgente fortalecer un proceso de producción de poder popular que no solo frene el modelo extractivista y neocolonial, sino que construya una verdadera alternativa que ponga al ser humano en el centro de la acción.

El tiempo apremia. La represión se endurece, la desigualdad se profundiza. Pero también crecen las rebeldías en los territorios. Es hora de agudizar la escucha, la creatividad y la audacia.

 


COMPARTE