
Por: Ramón Montoya, corresponsal de Antorcha.
La disputa hoy es por las mentes, reza el planteamiento esencial de la guerra cognitiva, una de tantas modalidades de guerra desplegadas por un capitalismo enfermo, que se precia de sus innovaciones para seguir destruyendo. En este sentido, la comunicación no puede entenderse sólo como elemento ideológico, como transmisión de ideas, como disputa de sentido, la comunicación que desarrollen los pueblos en su lucha por la liberación debe entenderse también como una herramienta de defensa y de ataque en la vivencia cotidiana, donde insistentemente nos bombardean las empresas de comunicación con sus signos y símbolos que legitiman su narrativa excluyente, violenta y autoritaria. Un ejemplo de lo anterior son los muros en las ciudades colombianas, hoy son un campo de batalla donde se disputa sentido, donde los grupos dominantes quieren imponer su mensaje blanco y conservador, mientras las expresiones coloridas que provienen de los barrios y de abajo quieren implantar mensajes de resistencia, de esperanza, organizándose en colectivos barriales de carácter artístico para no dejar borrar su arte.
Le decía Gramsci a los obreros que «La acción concreta de construcción no nacerá sino de un trabajo común y solidario de clarificación, de persuasión y de educación recíproca» (Gramsci, 1919), en esa misma línea, si queremos disputar las mentes para convocarlas a procesos transformadores debe haber un trabajo común y solidario de clarificación, donde los procesos de comunicación alternativos, como los insurgentes, tienen un rol principal. Esta discusión se hace más necesaria cuando los pueblos palpan de forma directa la agresión de la derecha rancia en el continente, agresión que se da estimulada por el vecino -que en realidad es amo- del Norte. El comandante Fidel también lo señalaba al decir que uno de los deberes más acuciantes de las y los revolucionarios es ser guerreros más de la batalla de ideas, pues es en ese campo donde el capitalismo ha logrado enquistarse y consolidar las garantías de su reproducción; Fidel también fue un ejemplo de cómo hablarle a su pueblo, en un contexto histórico propio, a partir de su oratoria y sus memorables discursos; no obstante, hoy la tecnología ha inundado todo y surge una pregunta ¿cómo acercar nuestra visión y nuestra propuesta de sociedad a la gente? ¿cómo comunicarle al pueblo? ¿cómo desatar un trabajo común y solidario de clarificación para convocar masivamente a construir vida digna?
Si bien en la experiencia histórica han surgido procesos de comunicación alternativa y popular, como las radios mineras en Bolivia, la prensa sindical en gran parte de los países del continente y el teatro-obrero, la derrota propinada por el emporio comunicativo del capital es aplastante, la correlación de fuerzas se encuentra a favor de quienes con su contenido basura e instantáneo quieren minar la capacidad de atención de gran parte de la población para adormecer las consciencias. Es necesario revisar todo el bagaje y el acumulado que se tiene en términos de comunicar y de transmitir ideas, planteamientos y argumentos, pero es primordial recalibrar si quisiéramos acortar la ventaja que nos llevan quienes quieren jodernos, quienes nos quieren lentos y sumidos en cosas triviales. «Cuando la comunicación alternativa emerge, sólo puede hacerlo con un propósito que va más allá de la mera perspectiva comunicacional: debe ser expresión de un proyecto histórico de cambio, de resistencia cultural y de construcción solidaria.» (Reyes Matta, 1983). Comunicar va más allá de una labor periodística, comunicar es construir sentido, construir nuevos horizontes, como también, denunciar y contar la versión no oficial de las cosas, la visión de los nadies, de los vencidos; vencidos por ahora, al decir del Comandante Chávez.
A propósito de esa Barinés que mandó a callar al rey de España, «A Hugo Chávez se lo debe conocer y apreciar no sólo como un líder político, sino como un estratega de la comunicación revolucionaria que reflexionaba profundamente sobre los medios, su economía política y la necesidad de una semántica nueva al servicio del pueblo. Chávez entendía que la comunicación no es un oficio neutral: <<no es un oficio de merolicos, es una herramienta de combate para la revolución de las consciencias>>. Para él, la estructura hegemónica de medios (monopolios privados, distorsión informativa) era un enemigo clave en la lucha por la democracia real y la construcción del socialismo.» (Buen Abad, 2025). Entonces, procesos revolucionarios sin estrategias comunicativas claras y aterrizadas van a demorar mucho más en ser una propuesta atractiva para las mentes de habitantes de campos y ciudades. En el artículo mencionado se enuncian algunos elementos a tener en cuenta frente a la comunicación de carácter revolucinario, a saber: «Economía política de la comunicación-denuncia de la mercantilización de los medios y su servidumbre al imperio-búsqueda de una ética y estética revolucionaria: no se trata sólo de difundir mensajes, sino de construir lenguaje, metáforas y semánticas dignas de una revolución socialista de nuevo género-defensa de los medios controlados por trabajadores y campesinos, no por corporaciones privadas-reconstrucción académica: formación de comunicadores críticos que sepan producir teoría y praxis desde abajo, no meros operadores de industria mediática-la palabra y la imagen son arma de consciencia y movilización».
Desde los mismos procesos revolucionarios, desde la misma praxis popular, se ha venido realizando una teorización que parte de las necesidades concretas de la lucha y de conectar con el pueblo, esta praxis popular, debe conocerse, fomentarse y potenciarse. «Ciberactivismo, desobediencia civil electrónica, culturas del procomún, multitudes inteligentes, etc. Desde finales del siglo XX el nuevo entorno digital ha obligado a reconsiderar muchas de las antiguas categorías del debate de la comunicación alternativa. De hecho, el gran reto del mediactivismo contemporáneo pasa por comprender que esta revolución tecnológica inagotable en la que estamos inmersos ofrece tantas posibilidades para la transformación social -en ámbitos como la organización ciudadana, la participación o la generación de discursos de resistencia- como para el surgimiento de nuevas fórmulas de explotación y colonización del mundo de la vida.» (Barranquero, 2011). El ejercicio de comunicar se hace más eficaz al dominar todo este cúmulo de avances tecnológicos para ponerlos en función de la creción de lenguaje y de sentido, un lenguaje que nos permita establecer horizontes comunes de transformación, al tiempo que, va calentando los motores para la pelea callejera pues los cambios no van a caer del cielo.
Las piezas audiovisuales, la música, el teatro, la gráfica, todos los elementos de la cultura popular, nacidos desde el seno mismo de contextos marginales, en el marco de luchas de largo alcance, deben incorporarse a la praxis política actual, deben ser foco de atención de quienes construyen organización insurgente, porque es un modo eficaz de vestirnos de pueblo para comunicarle al pueblo, para que el pueblo mismo entienda la necesidad de comunicar, de ser agente de la información que se produce y difunde.
«¿Cuáles deben ser los nuevos repertorios de acción en un contexto en el que el poder político se ha convertido en mero poder simbólico y el económico en una información, creatividad y derechos de autor convertidos en la materia prima básica de la nueva riqueza?» Ya hay una serie de repertorios que datan de procesos históricos de resistencia, también surgirán nuevos repertorios al calor de la creatividad del nuevo sujeto-pueblo que encarna la vocación de poder, pero es necesario también generar organización a partir del ejercicio comunicativo, se necesitan iniciativas consolidadas en los territorios que constituyan la simiente de una política comunicativa eficaz y contundente, que si bien disputa desde el quéhacer cotidiano y la legalidad, también debe articularse al ejercicio comunicativo insurgente que viene potenciándose; al respecto es necesario apuntar que el arte callejero tiene gran potencial para darle fluidez al mensaje pero también para darle profundidad y empezar a crear nuevas narrativas, no se puede dejar de pensar en clave de guerrilla comunicativa, en el entendido de que todo ejercicio planificado, todo instrumento puesto al servicio de la lucha y la pelea, va a ser necesario y puede ser inicio de grandes gestas. Hoy cuando nos quieren hacer conmover por un político tradicional y enaltecerlo como un prohombre cuando es bien sabida la calaña del personaje, aparece con más notoriedad la exigencia de construir iniciativas y procesos comunicativos con mayor alcance, en los cuales el pueblo mismo sea el protagonista y defina qué y cómo quiere comunicar, y no se deje manipular a partir del sentimiento para que salga a votar en el 2026 por sus verdugos.
A propósito de las efemérides de este mes, el 13 de agosto se cumplieron 26 años del asesinato de Jaime Garzón y se celebró un nuevo aniversario del natalicio del comandante Fidel, al primero el gran reconocimiento por haber hecho uso del humor político para construir país y sociedad, al segundo, el eterno agradecimiento por comunicarnos con las acciones uno de los mensajes más elementales pero poderosos que existen: un imperio es posible vencerlo con un puñado de mujeres y hombres conscientes y unos cuantos fusiles, sólo hace falta que el pueblo se apropie del mensaje.
«Una organización política que en su <<agenda>> no contenga, como prioridad de corto plazo, el desarrollo de una Política de Cultura y Comunicación, descolonizadora y transformadora, debe revisarse a fondo contrastándose con los hechos duros y crudos que han venido amenazando a las democracias en las décadas recientes, tal como lo advirtió el informe McBride de 1980. No es que falten casos ejemplo, autores denunciantes ni amarguras realmente existentes en el escenario actual donde la Información y la Comunicación han sido secuestrados por los poderes monopólicos transnacionales. Lo que si está faltando es la decisión política de fuerzas organizadas, con mandato de la clase trabajadora, para desplegar una experiencia nueva y renovadora, atenta a las exigencias de los tiempos actuales y del futuro inmediato.» (Buen Abad, 2025)
Referencias
Barranquero, A. 2011. Comunicación alternativa. Debates, escenarios y redes. Boletín ECOS. Madrid
Buen Abad, F. 2025. De qué hablamos cuando hablamos de comunicación. Telesur.
Buen Abad, F. 2025. La enseñanza de la comunicación que imaginó Hugo Chávez. Telesur.
Gramsci, A. 1919. Democracia Obrera. L’ Ordine Nuovo. Italia.
Reyes Matta, F. 1983. <<Consenso del seminario>> Comunicación alternativa y búsquedas democráticas. ILET. México.