No es el estruendo, es el mensaje para el pueblo
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Por: Ramón Henao, corresponsal de Antorcha.

Hace un par de semanas las cuentas de redes sociales que son manejadas por policías pero aparentan tener manejo ciudadano subían los vídeos tras la destrucción de las fotomultas en el sur de la ciudad. Así como aparecieron los vídeos, con dicha brevedad, así mismo la noticia se fue diluyendo en el tiempo; hace pocos días fue reemplazada una de las fotomultas. La gente que trabaja el tema de seguridad en la Alcaldía y las fuerzas gubernamentales estaban esperando bombazos en bases aéreas que dejaran inocentes muertos, no se esperaban acciones legítimas que van en correspondencia con las frustraciones y cóleras del pueblo, es decir, todo lo relacionado con la problemática de movilidad, el cobro extorsivo de multas y los abusos de autoridad por parte de los funcionarios competentes. Los agentes del orden están tan ocupados, bajo la sentencia de redoblar su pie de fuerza, capacidades operativas y tecnológicas, que le tocó informar al ELN su responsabilidad en la afectación al dispositivo de vigilancia y control que hoy representan los fotodetectores de velocidad, la ciudad y el país se dieron cuenta de la autoría de la acción por las páginas oficiales de nuestra organización.

El tema de la movilidad es una «papa caliente» en Cali, anteriormente se decía que era muy probable que se presentaran asonadas contra los agentes de tránsito, hoy ya hasta disparos han recibido porque la gente anda «embejucada», porque la situación no da para más. Aprieta el nudo la alcaldía poniendo más restricciones y medidas punitivas cuando no se presenta ninguna solución para los reclamos populares, cuando el caos de movilidad en vez de mitigarse se exacerba, cuando los agentes de tránsito cada vez se comportan más como «tombos», como funcionarios corruptos sin placa. Previamente, de forma concienzuda, la guerrilla urbana con arraigo en las ciudades hace un análisis de las problemáticas, las investiga para difundir una postura clara frente a flagelos como esté que no solo afecta a Cali, sino que es una problemática de carácter nacional, en consecuencia con lo anterior, actuó de forma eficaz para sembrar un mensaje en el seno de la sociedad caleña, afirmando con la práctica que como guerrilla se está del lado de las luchas populares, que donde estén pisoteando al pueblo y negándole derechos, ahí va a estar la organización, aprendiendo lo que hay que aprender para darle mayor amplitud a la acción, enseñando lo que hay que enseñar para instalar capacidades y multiplicar manos para la transformación.

Desde el Concejo Municipal se le está haciendo seguimiento a una situación que salió a flote hace poco, gran parte de las cámaras de vigilancia y de fotomultas instaladas durante esta alcaldía no tienen autorización (pese a que en los portales web de la Alcaldía y sus secretarías se dice que si), no han cumplido con el debido proceso para su instalación y operación, es decir que Eder no sólo exonera a clubes campestres de impuestos, también se pasa la ley por la galleta, lo que da para pensar que ese afán por instalar tecnología para la vigilancia y la «recuperación del orden» también lleva consigo ciertos afanes económicos, pues se puede estar configurando lo que se llama un negocio redondo (no son solo cámaras de seguridad ni fotomultas, ahora hablan de cámaras salvavidas). Ya se había mencionado que en una de las secretarías de la Alcaldía de Eder se había tenido relación con la compra ilegal de softwars espías, como también que las especializaciones de algunos renombrados funcionarios versan en temas sobre seguridad, orden público y vigilancia, en palabras más palabras menos, Eder hace uso de la tecnocracia y el desarrollo tecnológico para llevar a cabo sus planes contrainsurgentes.

Dice el adagio popular que es difícil encontrar una aguja en un pajar, pero para el alcalde de los ingenios parece que es muy fácil, sigue creyendo que con más retenes, más agentes, más multas, más inmovilizaciones, más cámaras, va a solucionar la problemática de movilidad, pero aún peor, está plenamente convencido de que el pueblo caleño es sólo alborotado en el baile y en la fiesta, parece que se le hubiese olvidado cómo es de alborotado cuando le toca pararse por sus derechos. Pero no es menos cierto que se ha perdido terreno en términos de las capacidades organizativas, por lo que no hay que aflojar elevando los niveles de consciencia en los barrios, para que no sólo sean acciones aisladas producto de la rabia que ocasiona que un agente de tránsito quiera inmovilizar una moto o un policía quiera poner una multa indebida; cuando la pelea se da de forma organizada tiene mayores posibilidades de concretarse en beneficios y aciertos para la misma gente que está peleando. Tumbar fotomultas entre otras acciones podrán entenderse como un anuncio tardío, ya que desde hace rato como ELN nos venimos vistiendo de pueblo en las ciudades.

Estás acciones logran su cometido, al escuchar o leer comentarios, venidos desde la cotidianidad misma de una mañana o tarde caleña, como por ejemplo: «que tumben todas esas hps» o «con esas fotomultas lo único que hacen es robar a la gente, bien hecho». Cuando una acción es legítima el mensaje que se quiere transmitir cala de un modo más profundo, si bien mediáticamente se le intenta restar importancia a estas acciones, desde las conversaciones de un puesto ambulante en el centro de la ciudad o desde el bullicio de la galería se le sigue dando el visto bueno y la gente reclama más.

Transcurrido casi un mes se han instalado más fotomultas de las que habían antes, la conflictividad ha aumentado, la situación de seguridad empeora, el alcalde hace relucir su verborrea pero de medidas contundentes nada, el paramilitarismo en sus diferentes presentaciones, como el las disidencias que afila sus garras sobre los barrios marginales, el espacio aéreo de la ciudad es una pista libre para las operaciones militares que lanzan para el suroccidente del país, pero Cali la visionan como la capital del Pacífico, a sus élites sólo les preocupa seguir absorbiendo su riqueza y explotando sus gentes.

Destruir las fotomultas, no es sólo dañar un tubo de metal y tumbar una cámara, sino afectar los instrumentos con los que extorsionan al pueblo caleño y hablarle de frente a cada habitante de la ciudad desde la misma práctica insurgente, tanto a los que le hicieron pulgar arriba al ejercicio realizado como a los que la catalogaron de terrorista. De forma más precisa, se podría decir que lo que se pretendió manifestar fue: el orden no es igual a la garantía de derechos.

«Sobrevivirán y se acumularán aquellos conceptos y técnicas que pasan por la prueba de fuego de la experiencia revolucionaria. Estos serán seguramente los mismos que aplicarán futuras generaciones de observadores-militantes en las subsiguientes etapas de reconstrucción nacional, cuando las clases populares habrán conquistado el poder.» (Fals Borda, 2013)

Referencias

Alcaldía de Cali. (2025). Autorizada la instalación de 42 cámaras salvavidas para fortalecer la seguridad vial en Cali. Recuperado de: cali.gov.co/boletines/publicaciones/188318/autorizada-la-instalacion-de-42-camaras-salvavidas-para-fortalecer-la-seguridad-vial-en-cali/

Fals Borda, O. (2013). Ciencia, compromiso y cambio social. Orlando Fals Borda. Antología. Editorial El Colectivo. Argentina.


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