
Editorial Revista Insurrección N° 1022
Comando Central (COCE)
Esta es una contradicción que puede suponer el fin de la diplomacia, la resolución de conflictos y el derecho internacional. Que se promueve en el mundo como imposición bajo el cínico impulso de la pérdida de los valores y principios fundamentales.
Pacta sunt servanda es una voz latina que significa: los pactos deben cumplirse o los pactos son para cumplirse. Es tal vez el primer principio básico del derecho y la política misma, puesto que da cuenta de la Buena Fe en la construcción de acuerdos. Para el caso de negociaciones y resolución de conflictos, es absolutamente fundamental, base imprescindible de cualquier escenario de diálogo serio que pretenda realmente resolver un conflicto.
Este principio, tan básico y fundamental, viene siendo vulnerado y violentado de manera sistemática y global, contraponiendo una lógica de la mentira, el chantaje y la perfidia, bajo la imposición de escenarios de supremacismo y belicismo a ultranza. Imponer una Pax, al mejor estilo de tiempos del imperio romano.
El caso más bochornoso sigue ocurriendo en Palestina, donde Trump promovió un supuesto acuerdo para “resolver” el conflicto, iniciando con un cese al fuego y el intercambio de los retenidos israelíes y los prisioneros de guerra palestinos. Pero dicho “acuerdo” solo es un chantaje y una nueva burla al pueblo palestino, con el que se pretende la conversión de Gaza en una especie de virreinato administrado por extranjeros, sin participación ni resistencia palestina. La prueba es que puesto en marcha el supuesto acuerdo y el cese el fuego, Israel no ha parado de bombardear, no ha permitido la entrada de toda la ayuda humanitaria, no permite la entrada de prensa internacional y continúa ametrallando refugios.
Esa realidad continúa, mientras el pseudo emperador del imperio yankee crea escenarios para humillar públicamente a sus lacayos de turno, autoproclamarse como pacificador y reclamar vivas para sí.
Ahora bien, si algo puede ser aún peor, es que gobiernos que se dicen de corte popular, recreen o asuman comportamientos similares. Guardando kilométricas distancias y en un plano nacional, pretender lograr la Paz en Colombia utilizando la misma vieja y fracasada estrategia de la pacificación, es seguir asumiendo las órdenes de Washington y es mentir frente a una real voluntad de superar el largo ciclo de violencia.
Violentar el principio básico del cumplimiento de los acuerdos, es la vulneración de la posibilidad de una verdadera paz. Peor aún, no reconocer los errores y no buscar la manera de enmendarlos, y por el contrario, continuar con discursos irracionales en los que se niega el conflicto y se trata de negar el carácter de la contraparte, esto se asemeja más a esa lógica perversa que se difunde desde el imperio y que los pueblos del mundo hoy rechazan. Continuar con esas prácticas alejan los escenarios de diálogo constructivos y vinculantes, donde las mayorías asuman el protagonismo en la resolución de los problemas profundos que generan el conflicto.
Así las cosas, si no existen elementos demostrativos de una mirada diferente y genuina frente a la construcción de Paz y el cumplimiento de acuerdos, sino que, por el contrario, se sigue en la visión genocida del régimen dominante, de anular al ELN, seguirán presentándose escenarios de confrontación de narrativas, seguramente en medio del guerrerismo que acompaña a los auspiciadores de la pacificación.
Esa lógica que pretende imponer que los pueblos y rebeldes renuncien al legítimo derecho a la rebelión, la resistencia y la defensa, para que se desarmen a cambio de promesas y perfidias, no es la que construye Paz, y siempre que pretenda implantarse encontrará resistencia. De hecho, tantos años de mentiras e incumplimientos han germinado en experiencia y conciencia en la clase popular, que legítima y prepara escenarios de explosión rebelde.
La solución política a los conflictos es el camino, este debe asumirse con la altura y seriedad que inicia con el reconocimiento de la naturaleza político social del conflicto e implica cumplir lo que se acuerda, principios y base para hacer posiblesescenarios de diálogo, dejando de lado la nefasta idea de la pacificación.