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Por: Orlando Cienfuegos, corresponsal de Antorcha.

En medio de un escenario regional marcado por el recrudecimiento del intervencionismo yankee y las tensiones entre Estados Unidos y América Latina, como Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunciamos un Paro Armado nacional de 72 horas, programado entre el 14 y el 17 de diciembre de 2025. Con este Paro, la organización lleva a los hechos una protesta política y militar frente al plan neocolonial del presidente imperialista Donald Trump y sus amenazas de intervención sobre Colombia y otros países del continente. Esta acción, difundida ampliamente por nuestros medios oficiales (www.eln-voces.net, insurgenciaurbana-eln.net y demás paginas de Frentes de Guerra) mediante comunicados públicos, volvió a poner en el centro del debate nacional los límites de la soberanía, el papel de Estados Unidos en la región y las formas de resistencia frente al imperialismo.

Según nuestra Dirección Nacional y múltiples mensajes de Antonio García, Primer Comandante del ELN, la decisión del paro se inscribe en un rechazo frontal a las declaraciones de Trump del pasado 2 de diciembre, donde manifiesta una nueva fase de injerencia militar y política en Colombia. Estas amenazas desconocen el Derecho Internacional y profundizan una larga historia de intervención estadounidense en América Latina, usualmente justificada bajo la llamada “guerra contra las drogas”.

El ELN ha advertido que dicha política antidrogas ha servido más como pretexto para el control territorial y el saqueo de bienes naturales que para resolver el problema del narcotráfico. En nuestros análisis hemos señalado que, agencias como la DEA, se han convertido en actores centrales de una economía ilegal global, mientras los costos sociales y humanos recaen sobre los pueblos del sur. En este marco, el paro armado se arropa como una acción legítima de protesta política y militar, que denuncia y combate el injerencismo del imperio y defiende la soberanía de nuestra amada Colombia y América latina.

Una contexto que es necesario entender

Conforme con nuestro Comando Central (COCE), en palabras de Antonio García, Primer Comandante del ELN, el actual momento, encabezado por Donald Trump, se puede calificar como una “contrarrevolución” de alcance global, caracterizada por el retroceso de derechos sociales, la criminalización de la protesta, la persecución a migrantes y el desprecio por los consensos internacionales en materia ambiental y de derechos humanos. En este sentido, el neocolonialismo no se expresa únicamente mediante la ocupación militar directa, sino también a través de aranceles, sanciones, chantajes comerciales, bloqueos, bases militares, bombardeos indiscriminados en el Caribe, infiltración a través de agencias de inteligencia, tortura a migrantes, imposiciones económicas y alineamientos forzados. América Latina, históricamente considerada por el imperio como su «patio trasero», vuelve a ser escenario de estas disputas, mientras emergen resistencias sociales, políticas y militares que cuestionan ese orden, tanto dentro como fuera de Estados Unidos.

De acuerdo con este contexto, el ELN vincula este Paro Armado como una protesta al actual momento continental, denunciando además la persistencia del paramilitarismo y la violencia contra las y los líderes sociales en Colombia, fenómenos que, cuentan con tolerancia estatal y respaldo externo. Así, la organización levanta su voz en torno a la defensa de la soberanía, la autodeterminación de los pueblos y la oposición al modelo capitalista que prioriza la acumulación del capital sobre la vida.

Resistencia y esperanza

El Paro Armado programado entre el 14 y el 17 de diciembre de 2025, vuelve entonces a poner sobre la mesa preguntas de fondo que trascienden a nuestra propia guerrilla y competen a la sociedad colombiana y pueblos de América Latina: ¿Qué lugar ocupa Colombia en la estrategia geopolítica de Estados Unidos?, ¿Cómo defender la soberanía nacional y regional del imperialismo yankee?, ¿Cuáles estrategias y acciones hay que desarrollar para enfrentar las políticas neocoloniales y neofacistas del imperio encabezado por Donald Trump?

Desde una óptica popular y antiimperialista, estas preguntas interpelan al grueso de la sociedad, tanto alzada en armas como sin ellas. Es imperativo informarse, debatir y reflexionar colectivamente sobre el impacto del intervencionismo estadounidense y las políticas de Donald Trump en la región. La invitación es a fortalecer el debate político, la pedagogía popular, la movilización social y la lucha antiimperialista, como caminos para oponerse al neocolonialismo y defender la dignidad, la soberanía y el derecho de los pueblos a decidir su propio destino.


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