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Colombia, está pasando por un momento complejo y difícil. Se suponía que al estar en curso el más grande esfuerzo para concretar una solución política del conflicto, por fin íbamos a pasar la página de la guerra; pero no es así.

Los intereses de las grandes corporaciones del sector energético y minero, chocan día a día con las comunidades que defienden Bienes Comunes como el agua, y en este choque siguen pagando con sus vidas, los líderes que se oponen a los grandes capitales nacionales y extranjeros. Ahí está el mal ejemplo de Hidroituango -la gran represa sobre el río Cauca-, que sigue devorando líderes, en un genocidio político que inició con la masacre del Aro. ¿Cuándo van a cesar el fuego estas corporaciones?

Los candidatos presidenciales de la derecha hacen gala de un discurso de odio, paraperpetuar el ejercicio de la violencia como mecanismo de lucha política, expresiones del estado de embriaguez que tienen, basado en lo que llaman los éxitos militares del régimen. De allí les nace su propósito de no dar continuidad a los esfuerzos de paz y su postura de no cumplir la palabra empeñada en los acuerdos firmados. Ojalá más temprano que tarde, hagan un cese de estos fuegos.

Al exterminio de la insurgencia, se suma el gobierno de los Estados Unidos, esgrimiendo amenazas de extradición, atendidas solícitamente por el Fiscal general colombiano, sin que esto provoque tan siquiera un debate nacional sobre cómo estos montajes judiciales, pisotean la soberanía de Colombia. La gallardía de Santrich para enfrentar esta agresión y su llamado a una lucha por la dignidad, son una honrosa excepción ante el silencio cómplice. ¿Qué tan lejos está el día en que los EEUU cesen en sus planes de guerra imperialista?

Es más que evidente, que sigue siendo complejo y difícil lograr el propósito de “erradicar la violencia en la política”, como está escrito en Agenda de diálogo pactada entre el Gobierno de Santos y el Ejército de Liberación Nacional.

El segundo propósito acordado para esta mesa de conversaciones -que también es complejo y difícil de alcanzar-, sigue siendo “acordar transformaciones en búsqueda de una Colombia en paz y equidad”, con las que cambien las condiciones que generan el alzamiento armado; donde sea la misma sociedad colombiana la que diga cuáles son los Cambios Básicos Urgentes que necesita el país, y además que haya un compromiso de las fuerzas políticas por sacar adelante esos cambios; proceso participativo al que hemos llamado, un Gran Diálogo Nacional.

Los dos grandes propósitos del proceso de solución política con el ELN, se podrán alcanzar si y sólo si ambas partes, la insurgencia y el régimen estamos dispuestos a cambiar. Así mismo, sólo es con esfuerzo de ambas partes, que podremos lograr los objetivos inmediatos del Ciclo de conversaciones, que acabamos de reiniciar en La Habana, como son,el hacer el diseño e inicio del punto uno de la Agenda: “Participación de la sociedad en la construcción de la paz”,y pactar una segunda versión mejorada del Cese Bilateral Temporal y Nacional.

Para aportar a unas condiciones favorables que le permitan a la sociedad colombiana expresarse en las elecciones presidenciales próximas, en todas las estructuras del ELN haremos un cese de actividades militares, entre las cero horas del viernes 25 de mayo y las veinticuatro horas del martes 29 de mayo.

Es de esperar que este espíritu de conciliación del ELN, sea respondido con una conducta similar por parte las distintas fuerzas político-militares del régimen. Las clases dominantes y los gobernantes de los EEUU tienen la palabra.


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