Por: Miguel Jiménez, corresponsal de Antorcha Estéreo.
Desde el mes de Octubre estamos viviendo un genocidio por parte de Israel hacia el pueblo palestino, que ha sido televisado en directo por los medios internacionales.
Una masacre a gran escala con patrocinio de las potencias imperialistas de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, entre otras; más el silencio y la inacción de la mayoría de las organizaciones internacionales, a pesar de que a diestra y siniestra se violan las normas del Derecho Internacional Humanitario (DIH).
Al día de hoy, el Estado sionista de Israel sigue bombardeando hospitales, zonas residenciales y profundizando la atrocidad hacia millones de seres humanos. El mundo sigue contando los asesinatos, que sobrepasan los 13.000 y casi 29.000 heridos en la Franja de Gaza y Cisjordania. Con la particularidad de que más del 30% de las víctimas del genocidio son niños que mueren por las bombas.
¿De dónde proviene toda esta brutalidad?
El sionismo es un movimiento nacionalista cuyo objetivo es establecer un Estado judío en Palestina. Organizado desde el Congreso sionista de 1897, que promovió la emigración judía a Palestina. Sin embargo, a lo largo de la historia esta ideología se ha expresado en practicas de la negación del otro, el racismo y la ocupación violenta; con la justificación de preservar al Estado de Israel. Esto ha llevado a un genocidio histórico del pueblo palestino y a un conflicto en el que el desenlace para los sionistas es la aniquilación de la otra parte.
Todas estas prácticas y el cómo se desarrolla el genocidio de los israelíes contra los palestinos, tiene algunas explicaciones en los valores y las enseñanzas en las escuelas de Israel, el cómo se construyen los libros didácticos, cómo se cuenta la historia y cómo se ve al que es distinto.
La Pedagoga Nurit Pelet, en sus diferentes estudios ha analizado los discursos racistas, que desde las escuelas se le incorpora a los niños de Israel para no reconocer a los palestinos. Por ejemplo, en los materiales de estudio israelíes no existen fotografías de palestinos, se les nombra como árabes y se reconocen como palestinos cuando se trata de abordar situaciones de conflicto. Lo que hace que para el ciudadano común de Israel, un palestino sea sinónimo de terrorista o no tenga carácter de humano.
Cuando se trata de la representación en mapas, los libros didácticos nombran al territorio como la Gran tierra de Israel, y no muestran las fronteras del Estado. Los territorios de palestina son presentados en blanco y sin datos, que supone un territorio no habitado y sin reconocimiento. Es decir, que debe ser habitado, aunque la realidad sea que ya existe una población y una cultura allí.
A menudo, también se niega la historia y las fronteras del territorio establecidas desde 1948, y no se cuentan los procedimientos de la ocupación israelí al territorio palestino; como la confiscación de tierras, la promoción de derechos desiguales y la imposibilidad de construir viviendas y establecer aldeas para los palestinos.
Por lo tanto, resulta paradójico que en el actual genocidio, mientras de un lado, el principal componente de asesinados son niños y niñas. De la otra parte, se inculca la ideología sionista desde la niñez, por medio de diferentes mecanismos y categorías del discurso racista. Teniendo consecuencias en el presente y en el futuro, con una serie de practicas de exterminio, profundización de la violencia contra pueblos y la aniquilación del que es distinto.
Mientras sigan existiendo ideologías basadas en la negación de pueblos y culturas, seguirá la disputa por el mundo multipolar, y cada cierto momento de la historia asistiremos a genocidios como el que estamos presenciando actualmente, donde los pueblos pierden y las industrias de la guerra controladas por el imperialismo, ganan.