El Estado de Excepción contra la autonomía de las comunidades
COMPARTE

Por: Orlando Cienfuegos, corresponsal de Antorcha Estéreo

Prórroga al Estado de Excepción en el sur de Chile enciende la Lucha Mapuche; aproximaciones para entender este conflicto centenario y su relación con el Estado de Emergencia en el Catatumbo colombiano.

El pasado 16 de mayo se cumplieron tres años desde que el gobierno del seudoizquierdista Gabriel Boric decretara el Estado de Excepción Constitucional de Emergencia, en la macrozona Sur de Chile, que abarca las regiones La Araucanía y Biobío, con el fin de aplacar los procesos de recuperación y liberación de tierras, así como la autonomía territorial que reclaman las comunidades Mapuches, pobladores históricos y mayoritarios en esta zona del país.

Tras el Estado de Excepción más prolongado en la historia chilena, que se tradujo en militarización y represión de las comunidades Mapuches, este centenario conflicto en vez de resolverse, se enreda cada día más, dejando un saldo de decenas de muertos, miles de heridos y cientos de detenidos arbitrariamente por luchar a favor de sus comunidades. Para rematar, esta semana, la oligarquía chilena, representada en el Congreso Nacional de Chile, aprobó una prórroga de 30 días para el “Estado de Emergencia”, lo que confirma la política criminalizadora y represiva contra la nación Mapuche y las comunidades que se enfrentan a los intereses terratenientes, multinacionales y un Estado que no les reconoce.

Para entender este conflicto étnico, político, económico, ecológico y territorial que lleva mas de 100 años, es necesario precisar algunos elementos que, por su complejidad y similitud, permiten hacer un paralelismo con lo que se vive la región del Catatumbo, en nuestra Colombia, azolado por un “Estado de Emergencia” declarado de igual forma por el seudoizquierdista Gustavo Petro.

Elementos para entender el conflicto del Estado chileno con las comunidades Mapuches.

Lo primero que es menester saber es que, los Mapuches son una población originaria del sur de Chile y parte de Argentina, que ha habitado de manera milenaria las tierras que ahora reclaman, desde antes de la llegada de los españoles en el siglo XV a NuestraAmérica, por consiguiente que su reclamo deba entenderse no sólo en términos territoriales sino espirituales, pues se alega con justa causa que, este territorio y su soberanía son una cuestión ancestral, donde han hecho vida desde hace miles de años, que recoge sus tradiciones y cultura, donde sus mitos tuvieron lugar y sus antepasados vivieron y ahora se encuentran sepultados; uno de los pocos territorios en Abya Yala (Latinoamérica) que resistió a la invasión colonial y se mantuvo incólume hasta la consolidación del Estado chileno a principios de siglo XX, momento en el cual la elite criolla arremetió contra esta zona, logrando conquistarla a sangre y fuego, desplazando a las comunidades originarias al 5% de su territorio ancestral.

A propósito, la académica mapuche Verónica Figueroa Huencho, postdoctorada del Centro para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Stanford y profesora en la Universidad de Chile, anota que la primera explicación del conflicto es histórica y radica en el modelo europeo con que se creó el Estado chileno, ya que “desde el principio, el Estado de Chile se construye sobre un ‘ideal’ de homogeneidad que no considera a los pueblos indígenas, olvidando nuestra cultura, nuestra lengua, nuestro sistema de representación. Y así por 200 años». Razón por la cual, estas comunidades no son reconocidas en su integridad, irrespetando su Ley de origen, derecho mayor o derecho propio, así como sus demandas históricas, lo que ha decaído en una falta de diálogo, racismo estructural y desconocimiento.

Un segundo elemento son los intereses económicos a los que se encuentra sometida esa macrozona, que por la fertilidad de sus tierras y sus fuentes hídricas, ha sido objeto de disputas, tanto por parte de los terratenientes quienes, con la concesión del Estado, acaparan grandes extensiones de tierra, así como por parte de las multinacionales que llevan a cabo proyectos hidroeléctricos y nucleares, en contravía y sin consultar a las comunidades mapuches, quienes por estas dinámicas se ven desplazados. Un ejemplo de esta problemática, es la usurpación de tierras que tuvo su punto mas alto con la dictadura de Augusto Pinochet, quien entregó a las empresas forestales enormes cantidades de tierras para que plantaran pinos y eucaliptus. Aunque algunos gobiernos como el de Michelle Bachelet han hecho promesas de restitución de tierras, lo cierto es que en la práctica se han incumplido.

En tercer lugar, tenemos a La Violencia de Estado como una constante que, con el paso del tiempo, profundiza aún más el conflicto y generan heridas intergeneracionales que reducen las posibilidades de un proceso de diálogo que ponga fin al conflicto. En este sentido, Verónica Figueroa dice que gracias a el uso de la Ley Antiterrorista (contra los mapuches), sustentada en una doctrina del Enemigo Interno, se alimenta cada vez más el conflicto. La violencia estatal ha frenado ciertas conversaciones que se podrían dar de otra forma, avanzando así en una solución política del conflicto. Sin embargo, la lógica bélica persiste gracias a una “militarización constante en lo que el Estado define como «zona de conflicto»: allanamientos en comunidades, persecución a dirigentes políticos, niños que viven y crecen bajo esta lógica” Figueroa

Similitudes con el conflicto en el Catatumbo colombiano

Conforme a lo expuesto, se puede decir que el Estado de Excepción impuesto en el sur de Chile tiene varios puntos en común con el Estado de Emergencia decretado por el gobierno Colombiano en el Catatumbo a principios de este 2025.

La primera similitud que encontramos es que este conflicto data de tiempo atrás, no es algo espontáneo y, por el contrario, tiene raíces en la problemática sobre la distribución de la tierra, así como en la defensa y autonomía de los territorios, que han sido construidos de manera colectiva por las comunidades pero que el Estado oligarca y centralista ha pretendido usurpar desplazando a los pobladores, por medio de la fuerza, terratenientes y multinacionales, instalando problemas como los monocultivos, la industria maderera y proyectos de extracción.

De manera semejante, en ambos países, la militarización y represión ha sido la formula con la que el Estado oligarca, fundamentado en la política del Enemigo Interno, ha mediado este conflicto, generando un sin número de desaparecidos, desplazados, heridos y muertos. Con esta política, la criminalización contra la protesta social y la violencia contra los líderes sociales esta a la orden del día.

Para justificar el actuar de las fuerzas represivas y deslegitimar la lucha organizada de las comunidades, los Estados han aplicado la estrategia de inundar estas zonas con cultivos ilícitos, a costa de la voluntad de las comunidades, para después arremeter militarmente en estos territorios. Es así que en el sur de Chile, los medios masivos de desinformación adelantan una campaña comunicativa donde señalan que “en la zona operan organizaciones criminales con poder de fuego que se dedican al tráfico de armas a través del intercambio de marihuana”. Todo para justificar la militarización y hacer ver estos territorios como una “zona de conflicto”.

Por último, el ejemplo mas evidente de la semejanza entre estos dos conflictos y el actuar de los Estados oligarcas, es que en ambos territorios, los gobiernos han prometido de todo; redistribución de tierras, universidades, oportunidades laborales, etc, pero como siempre, prometen y nunca cumplen.

Solución y conclusión

En ambos países, la solución del problema pasa por el reconocimiento de la lucha y los derechos de las comunidades. Es por esto que el historiador y antropólogo José Bengoa explica que «mientras no cambie la mentalidad colonialista y discriminatoria del Estado de Chile, el conflicto mapuche tiene muy poca posibilidad de resolverse».

Este paso permitiría, como ha insistido tanto el ELN, que la solución del conflicto sea de forma política, a través del diálogo y la participación directa y vinculante de las comunidades, llevando a cabo las transformaciones reales, sin caer en promesas que luego serán incumplidas. Sin dudas, la reparación de las víctimas es un punto importante.

La libertad de los presos políticos es otro punto nodal en esta solución política, pues no puede ser que, por reclamar o protestar por los derechos, el territorio, la autodeterminación y la soberanía de las comunidades, hayan miles de detenidos en las mazmorras del Estado.

Desde el Ejército de Liberación Nacional, respaldamos la lucha mapuche y de las comunidades del Catatumbo por la liberación de sus territorios, convencidos de que nadie sabe, mejor que el pueblo, como organizar y administrar el territorio, consiguiendo así una vida digna, tanto para los pobladores rurales, urbanos y originarios.

Bibliografía:

  • TeleSur, (15 Mayo 2025) Continúa represión contra la Nación Mapuche: Chile aprueba nueva prórroga de estado de excepción en el sur.

  • TeleSur, (13 Mayo 2025) Nación Mapuche denuncia persecución y hostigamiento tras denuncias contra hidroeléctricas.

  • BBC mundo, (11 Agosto 2020) Mapuches en Chile: 4 claves para entender el centenario conflicto que enfrenta al pueblo indígena y el Estado (¿y podría cambiar algo con una nueva Constitución?).


COMPARTE