Por: Juan Carlos Uribe Escobar
«¿Cómo es posible que nosotros permitamos que unos invasores, interrumpan la tranquilidad de nuestro hogar, se metan en nuestros hogares, y verdaderamente nos ataquen de la forma que pretendían atacarnos? Yo no tenía la intención de permitir eso. No porque pudiera ser o no el hombre más valiente de la tierra, era una cuestión de dignidad y de honor.»
Filiberto Ojeda Ríos
Las lecciones de la historia
En las escuelas nos han repetido a los colombianos que el 20 de julio se pelearon españoles y criollos por el préstamo de un florero de Llorente. A la par de este conflicto se desata un levantamiento popular que terminaría en el “primer grito de independencia”. Sin embargo, tras unos años de conflictos entre grupos de poder en la llamada «Patria Boba», el imperio español contraataca, y mediante el terror reconquista la colonia. Sin una visión colectiva de nación y ni protagonismo popular, la naciente Colombia fue sometida a sangre y fuego; los más destacados personajes de la política y la intelectualidad fueron desaparecidos: Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos, Antonia Baraya, José María Carbonell, El Sabio Caldas, entre muchos otros.
207 años después de aquellos hechos, las colombianas y colombianos seguimos asimilando las respectivas lecciones. Es indudable que en aquella época, como ahora, quien levanta la voz y reclama el derecho a ejercer la soberanía sobre su territorio, sufre persecución, destierro y asesinato. Pero también queda el ejemplo de toda una generación que ofrendó su vida por la dignidad y que plantaron sus talones en resistencia ante las humillaciones del imperio español. Este pasaje de nuestra historia nos deja como mensaje la necesidad de la participación directa de los pueblos en la definición del futuro y de la unidad de los revolucionarios y patriotas con una clara conciencia antiimperialista, sin la cual somos presa fácil de los poderosos del mundo.
En las actuales condiciones de nuestro país, ante la amenaza del imperio norteamericano para el mundo, se hace urgente preguntarnos si nos mantenemos leales al sueño de toda esa generación que pago un alto precio por nuestra libertad frente al imperio español. Basta recordar las últimas palabras de Policarpa Salavarrieta, la insurgente más famosa de la época: «¡Pueblo indolente! ¡Cuán diversa sería hoy vuestra suerte, si conocieseis el precio de la libertad! Ved que aunque mujer y joven, me sobra valor para sufrir esta muerte y mil muertes más»
Anexionismo económico y debacle de la nación
La soberanía económica de nuestro país se ha perdido completamente, en detrimento de las condiciones de vida de nuestro pueblo. Basta recordar el paro de Buenaventura, que abrió una gran pregunta: ¿porqué este pueblo debe soportar tan indignas condiciones de vida si por su puerto transitan casi 60% de las exportaciones del país? Pues resulta que el modelo implementado por Cesar Gaviria, con Santos como ministro de hacienda, y demás gobiernos de los últimos 30 años, entregaron los bienes estratégicos del país a grandes conglomerados trasnacionales financieros y sus siervos en Colombia. Entre otros, las grandes obras de infraestructura se convirtieron en el botín de saqueo más grande de todos los tiempos. Es así que para el caso del Puerto de Buenaventura han metido las manos y participado del negocio firmas como DP World de Emiratos Árabes, TC Buen de España, ICTSI de Filipinas, la Naviera Evergreen, Elequip y Maersk (1). Mientras un puñado de oligarcas colombianos y estas multinacionales amasan 70 millones de dólares al año por operar el puerto, las mujeres de Buenaventura deben limpiar las casas de pique por 20 mil pesos el día y lavar la ropa en el río Dagua.
Pudiéramos seguir documentando casos que todo el país ha conocido para corroborar cómo el Estado colombiano ha agachado la cabeza ante las multinacionales. Extrañamente en todas las concesiones mineras, petroleras y de energía, el Estado siempre sale perdiendo. Por ejemplo las mineras en 2014 se ahorraron 476 mil millones de pesos por beneficios otorgados, y en ese mismo año, por cada peso que el gobierno recaudó por impuestos y regalías, las grandes mineras dedujeron de sus impuestos gastos operacionales por 1,16 pesos, o sea que les salimos debiendo (2). Pero el extremo más grave es cómo estas multinacionales arrodillan a sus intereses al sistema político y la justicia, como en el caso Odebrecht donde ponen presidentes y hasta montan falsos positivos y chuzadas para callar la resistencia de los trabajadores (3). La nación por la que dieron su vida miles de patriotas, sigue en una debacle total, con la rodilla puesta en el suelo ante los imperialistas.
Militares para servir a los gringos
Pero si en lo económico y político han lastimado la soberanía, en cuanto a la orientación de las fuerzas armadas colombianas no hay mucha independencia qué celebrar. En Agosto del año pasado, el ejército gubernamental presentó la «Doctrina Damasco», que es el cambio en el pensamiento político-militar de las fuerzas armadas. Ante un auditorio con presencia de altos oficiales del ejército de Estados Unidos, el comandante del ejército, entregó los manuales que regirán «Damasco», señalando en primer lugar que los 17 documentos llamados «manuales fundamentales del ejército», «cuentan con la impronta del Ejército de los Estados Unidos, OTAN, países aliados, centro de entrenamiento y doctrina de los estados unidos y el centro de lecciones aprendidas»(4).
Al mismo tiempo que los guerrilleros de las FARC dejaban a un lado sus fusiles para entrar a la política legal, el Estado colombiano ponía los suyos a disposición de la OTAN, fuerza multinacional conducida por los militares gringos para incendiar el mundo. Las colombianas y colombianos una vez más somos burlados por la oligarquía, pues mientras hablan de paz se le entrega la capacidad militar de la nación a los caprichos guerreristas del imperio norteamericano. Sin embargo, no sería la primera vez que el Estado Colombiano entrega su fuerza militar al servicio de agresiones contra los pueblos en todo el mundo, ya lo hicieron en la guerra de Corea y en «misiones de paz» en Yugoslavia, Camboya, El Salvador y Guatemala.
Alentar la resistencia
En los últimos 30 años, es como si la historia de Colombia hubiera dado un salto 200 años atrás, pues somos meramente proveedores de materias primas para las potencias imperiales a las cuales de paso hay que pedirles permiso para todo, hasta para resolver el conflicto armado interno. En las manos de los pueblos y sus culturas milenarias de lucha queda la misión de encabezar la resistencia al proyecto presente de hacer de nuestro país una colonia de los Estados Unidos.
A la bandera de Colombia la pintan de colores las comunidades en lucha, quienes desde las regiones abandonadas muestran caminos de dignidad y valentía al resto del país. La mejor conmemoración de la independencia es alentar la resistencia, como lo enseñaron aquellas mujeres y hombres atrevidos que levantaron su voz el 20 de julio de 1810. La fuerza de la nación está en pueblos como Buenaventura, Chocó, Guajira, las comunidades indígenas, campesinas, los maestros, los trabajadores, los municipios que dicen no a la minería. Los humildes y sencillos de la Patria le siguen dando clases de dignidad a la gran burguesía que en más de 200 años de historia republicana le ha fallado al sueño de tener una patria propia independiente del poderío norteamericano.
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Notas:
(1) María Elvira Bonilla, «Los verdaderos dueños de Buenaventura», Abril 21 de 2014, en: www.las2orillas.co/los-multimillonarios-duenos-del-puerto-de-buenaventura
(2) Álvaro Pardo., «De cómo las empresas mineras se llevan todo y no nos dejan nada», 4 de octubre de 2015, en: www.razonpulica.com/index.php/economia-y-sociedad/8871-de-c%C3%B3mo-las-empresas-mineras-se-llevan-todo-y-no-nos-dejan-nada.html
(3) Noticias Uno. «Empleado de la ruta del sol denunció chuzadas y ‘falsos positivos’ de Odebrecht», Enero 22 de 2017, en: www.noticiasunolaredindependiente.com/2017/01/22/noticias/empleado-de-la-ruta-del-sol-denuncio-chuzadas-y-falsos-positivos-de-odebrecht
(4) www.esmic.edu.co