Mientras se publicaba esta nota, la policía colombiana masacra campesinos en Tumaco, sur de Colombia. Que rápido se olvidó el mensaje de paz que trajo Francisco y que como quedan de clara la voluntad de Gobierno nacional.
Vino el papa y generó algunas resacas. Por su estilo, cercano al pueblo que salió a verlo por las calles de las ciudades que visitó. Por el contenido de sus mensajes, de apoyo a la construcción de la paz en Colombia e invitación a hacer a un lado la cizaña guerrerista. En general, por el sostenimiento de un discurso con vocación y esencia popular.
Más allá de la euforia temporal y la gula papista, la figura de Francisco se ha convertido en una referencia importante en donde apalancar las luchas populares. No es de hoy o por moda, recordemos que en 2014 cuando recién corría un año y medio de su elección como sumo pontífice de los católicos, convocó un encuentro con representantes de los movimientos sociales del mundo y allí habló de las famosas 3T, a partir de las cuales se podrían articular esas luchas de los pueblos en el mundo.
Desde nuestra mirada nacional y urbana, nos conectamos con ese planteamiento base del discurso papal y lo extendemos hacia nuestra realidad en las ciudades. Allí se ubica la verdadera dimensión de las palabras de este sacerdote que ha recuperado un aire de esperanza con esas palabras pronunciadas en 2014. Releerlas hace pensar en lo acertadas para nuestra historia y en los similares que son los tentáculos del neoliberalismo en el mundo. Por tanto, la posibilidad y la necesidad de articulación continental de las luchas.
Para Bergoglio la primera T viene de Tierra y se enfoca en el campesinado, en el despojo del que ha sido víctima durante tantas décadas. Decía Francisco: “El acaparamiento de tierras, la desforestación, la apropiación del agua, los agrotóxicos inadecuados, son algunos de los males que arrancan al ser humano de su tierra natal.”
Esto es el despojo que vivió y viven nuestros campesinos desde hace más de 50 años. Este es el mismo despojo que hizo extender ciudades desplanificadas, sobrepobladas y segmentadas. Es el mismo despojo que hoy revictimiza y redesplaza a esos pobladores asentados en la marginalidad de las ciudades. Es el mismo despojo que hoy señala y excluye las periferias urbanas acusándolas de victimarias, cuando en realidad son víctimas de eso que Francisco señala.
El saqueo y acaparamiento de la tierra en Colombia ha sido el factor primordial desencadenante de las luchas populares y hoy todavía no es distinto, por el contrario se extiende no solo al campo rural y agrario sino al mundo urbano. Hoy no solo es necesaria una radical reforma agraria sino un absoluto ordenamiento territorial en las ciudades que brinde posibilidades a los miles de ciudadanos que día a día engrosan las enormes urbes.
De allí mismo surge la segunda T que nos expone Francisco: Techo. El mensaje es contundente: “Una casa para cada familia. Hoy hay tantas familias sin vivienda, o bien porque nunca la han tenido o bien porque la han perdido por diferentes motivos… Hoy vivimos en inmensas ciudades que se muestran modernas, orgullosas y hasta vanidosa. Pero se le niega el techo a miles de vecinos y hermanos nuestros, incluso niños”.
El papa dice eso y en Colombia hoy se profundiza la exclusión producto de la llamada renovación urbana. Todas las ciudades hoy ejecutan planes de ordenamiento en función de un embellecimiento para el mercado e ignorando el inmenso desequilibrio de vivienda existente. Como si fuera poco, día tras día se desalojan barrios y comunidades asentadas constituyéndose un nuevo desplazamiento de estas. Un techo donde vivir y hacerlo en condiciones dignas, es la columna vertebral de las luchas urbanas en la ciudad latinoamericana, esa es la bandera que en cada ciudad debe levantarse con más y más fuerza.
Las 3T las completa la T de Trabajo. Al respecto menciona: “El desempleo juvenil, la informalidad y la falta de derechos laborales no son inevitables, son resultado de un sistema económico que pone los beneficios por encima del ser humano. Todo trabajador, esté o no esté en el sistema formal del trabajo asalariado, tiene derecho a una remuneración digna, a la seguridad social y a una cobertura jubilatoria…todo tipo de cooperativistas y trabajadores de oficios populares que están excluidos de los derechos laborales, que se les niega la posibilidad de sindicalizarse, que no tienen un ingreso adecuado y estable”.
Así tan claro como la realidad de uno de los sectores más golpeados por las voraces políticas económicas. Más aún cuando la negación de los derechos laborales ha estado acompañada por el sino trágico de la muerte a quienes luchan. El sector obrero en Colombia ha sido duramente golpeado y amedrantado por la guerra sucia. Pese a ello, continúa batallando y levantándose contra la explotación. En nuestras ciudades requerimos del fortalecimiento de este sector fundamental para la transformación social.
Coincidimos con Francisco, coincidimos en esas 3T necesarias para el cambio real. Hoy cundo se habla de la construcción de la paz, estas 3 luchas se constituyen en fundamentales dentro del panorama colombiano, en particular del mundo urbano. Coincidimos con Francisco también en el impulso a fortalecer y enaltecer estos pilares de la lucha social.
Un llamado que debemos hacer propio desde cada barrio, colegio, universidad, fabrica, calle: “Sigamos trabajando para que todas las familias tengan una vivienda y para que todos los barrios tengan una infraestructura adecuada, acceso a la educación y a la seguridad en la tenencia”.
Hagamos coincidir estas palabras en la realidad y forjemos juntos una nueva sociedad, si hasta el Papa lo dice, es porque es justo hacerlo.