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Por: José Manuel Manzorra

«La ignorancia mata a los pueblos, y es preciso matar a la ignorancia» José Martí

La democracia, nos enseñaron en la escuela, «es el gobierno del pueblo», y así con la simpleza y el engaño hemos llegado a ser mayores de edad y se asocia el derecho al voto con el ejercicio del gobierno del pueblo. Se sale a votar el día de las elecciones y algunos, la mayoría, quedan satisfechos porque se les ha reconocido el derecho al voto y así consideran que han ejercido la democracia.

La democracia es algo más, si es el gobierno del pueblo, si es el ejercicio del poder del pueblo y para que esto se dé, para que haya democracia, se necesita que ese pueblo, todo el pueblo, tenga igualdad de derechos, igualdad de oportunidades de todo tipo y económicas, y para tener esa igualdad de derechos y esa igualdad de oportunidades, se requiere que las oportunidades de salud, de educación, de trabajo, de economía, de recreación, de cultura, de vivienda sean para todos, no para unos pocos privilegiados.

No puede haber democracia donde se aplica el chantaje: vote por fulano o fulana o se le acaba el trabajo, vote por fulano o fulana, o no consigue trabajo, vote por fulano o fulano para darle una tarjeta de presentación de ese fulano o fulana, o del partido que representan; y así conseguir un trabajo aunque sea lo más malo, precario, inestable, denigrante y mal pago, o para ser admitido en un colegio o en una universidad, o ser atendido para reclamar lo que es su derecho en el municipio o en cualquier entidad pública.

No puede haber democracia donde está presente la corrupción: su voto se lo compramos o se lo cambiamos. El politiquero de turno, algunos líderes y dirigentes de organizaciones populares, gremiales y sociales piden a sus amigos, familiares y asociados el voto por su «jefe político» a cambio de 50 o 100 mil pesos, por un tamal, por un almuerzo o un sándwich para el día de las elecciones, por unos cuadernos y lápices o ropa para sus hijos. Y esa corrupción hace víctimas a los votantes por su ignorancia, acompañada de la necesidad y la miseria. Hacen creer, que abusar de la necesidad de los más pobres, cambiando su voto por migajas es la aplicación de la democracia.

No puede haber democracia donde hay amenazas a la vida y presión de paramilitares y fuerzas del estado para que se vote por determinado candidato o partido, sino lo hacen tienen que abandonar el territorio donde viven o son asesinados quienes no acatan esas ordenes o amenazas. No puede haber democracia donde con dineros se pagan buses y personas para que lleven de un municipio a otro votantes para aumentar el caudal de votos por determinado jefe o personaje.

No puede haber democracia donde hay trampa, muchos de los jurados en las mesas de votación aprovechan de la ignorancia de algunos votantes para inducirlos al voto por su candidato favorito, aprovechan cualquier mínimo error en el votante para no darle todas las tarjetas a consulta. Así mismo algunos veedores o testigos de votación en el momento del conteo («El que escruta elige»), en forma oportunista, buscan anular los votos que no sean de su agrado por cualquier pequeña situación y se hacen «los de la vista gorda» cuando los errores están en el voto del lado de su candidato. Otros se equivocan en el conteo, siempre, a su favor.

La democracia y las elecciones

La democracia y las elecciones están acompañadas de la educación, de la libertad, de la dignidad, de la cultura y de la información.

Si estamos comprometidos con una verdadera democracia, las organizaciones políticas, sociales, gremiales de los trabajadores y sectores populares alternativos, aquellas organizaciones que buscan un verdadero cambio a favor de los más pobres, deben comprometerse en la educación y la formación de nuestro pueblo para participar en las elecciones: en el manejo de los tarjetones, en las exigencias y aplicación para cada uno de ellos, en la existencia de diferentes tarjetones y para distintas consultas, etc.

Se deben preparar los jurados de votación para hacer valer su papel al servicio del pueblo y no al servicio de oportunistas y politiqueros, se deben capacitar los veedores y testigos para el momento del escrutinio, momento clave para impedir las trampas y los abusos que intentarán cometer los amigos y defensores de los politiqueros tradicionales, de los defensores del estado actual gobernado por corruptos y delincuentes y respaldados por sus fuerzas militares. Ellos harán hasta lo imposible para conservar su poder y seguir usufructuando de los privilegios que han tenido por más de 200 años, mediante la corrupción, la impunidad, la delincuencia, la amenaza, el engaño, la violencia y el abuso contra el pueblo más desfavorecido.

Ganar las elecciones no es ganar el poder

Muchos gobiernos progresistas han llegado al poder político pero luego lo han perdido y no necesariamente a través de Las elecciones, lo han perdido a través de golpes de estado: golpes militares unos, otros a través de golpes jurídicos, otros a través de golpes parlamentarios, otros a través de elecciones, otra vez manipuladas. Estos gobiernos han llegado al poder político, pero no al poder económico, financiero, militar, ni al poder social.

Estos poderes, siguen estando en otras manos distintas al nuevo gobierno alternativo que tiene el poder político, siguen estando en manos de grandes empresas aliadas con multinacionales, sigue estando en manos de multinacionales y corporaciones manejadas por capitales nacionales e internacionales, siguen estando en manos de dirigentes empresariales, directivos de empresas estatales, grupos de presión que quieren volver a obtener ese triunfo político que han perdido, sigue siendo manipulado ese poder económico, cultural, financiero y social por corporaciones, empresas e individuos al servicio del capitalismo.

El poder del pueblo es la única garantía que posibilita una verdadera transformación y cambio de régimen, de gobierno y de modelo, por otro donde la fuerza la tenga el pueblo, donde haya soberanía, autodeterminación, democracia, libertad y bienestar.

Es en el poder popular en el que se da una verdadera democracia y es cuando el mismo pueblo se organiza, hace sus leyes, sus mandatos y aplica justicia, controla sus gobernantes y militares; y coloca al servicio de ese mismo pueblo todas las entidades del Estado posibilitando salud, educación, bienestar, libertad, trabajo digno y estable, recreación, finanzas, vivienda, seguridad, investigación, en general es un Estado normatizado, legalizado y defendido por el mismo pueblo, donde el buen vivir y el bienestar de todo el pueblo es el que inspira a sus gobernantes, fuerzas armadas y dirigentes para mantener este nuevo modelo económico basado en la producción y el bienestar social.

En el poder popular el pueblo es quien está dispuesto a defender su régimen, sus gobernantes y su nuevo modelo económico y social y por lo tanto es en el pueblo donde reside toda la fuerza y la dignidad para contrarrestar las arremetidas de todo tipo que hace el imperialismo, a través del capital nacional e internacional, para eliminarlo.

El cambio y triunfo político es un logro, pero es necesario que a través de la unidad, organización y lucha del pueblo se continúe trabajando hasta conseguir el ejercicio del poder popular.

Estamos viviendo tiempos en los que el movimiento democrático, popular y revolucionario debemos continuar aportando en la lucha por los cambios en el país, la región y el mundo. Invitamos a seguir fortaleciendo la unidad popular y las capacidades del pueblo, organizado, para construir y avanzar hacia el horizonte de dignidad para todas y todos los colombianos.

Como Ejército de Liberación Nacional ratificamos que estamos junto al pueblo, ejerciendo legítimamente todas las formas de lucha contra la oligarquía y el imperialismo, construyendo Poder Popular, movimiento revolucionario e insurgente, por un Nuevo Gobierno de Nación, Paz y Equidad, y por un futuro socialista, propio, para nuestra querida Colombia.


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