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Editorial Revista Insurrección Nº 840

Comando Central (COCE)

El descontento social que se expresó en las movilizaciones de 2021 y los avances logrados en la lucha siguen vivos hoy, transitando previsiblemente en los meses venideros por distintos caminos y bajo diversas formas.

El jueves 28 de Abril se cumple un mes de la masacre perpetrada por el Ejército gubernamental en Alto Remanso, Putumayo, donde ejecutaron a 11 civiles, mentirosamente reportados por el Ministro de Defensa y Duque como “guerrilleros dados de baja en combate”; en la misma fecha se cumple un año del inicio del estallido social que durante tres meses seguidos sacudió al país, llegando a ser la movilización popular más grande por su duración y cobertura territorial de los últimos 70 años en Colombia, ambos hechos retratan palmariamente realidades como la violencia de los de arriba, el terrorismo de Estado y la lucha renovada y creciente del pueblo colombiano por transformaciones.

Fueron tres meses continuos de agitación y de manifestaciones en varias de las principales ciudades, con centenares de bloqueos en las carreteras, decenas de Sitios de Resistencia en varias ciudades, con expresiones territoriales urbanas como las Ollas Comunitarias y los Puntos de Concentración apoyados por las comunidades, desarrollándose simultáneamente la protesta  en distintas partes de una misma ciudad, esta fue una de las mayores novedades, como lo fue también la multiplicación y expansión de las llamadas Primeras Líneas como mecanismo de protección y defensa de las movilizaciones, son de resaltar los avances en las dinámicas comunicacionales, la participación de la juventud  y la presencia de la actividad cultural y artística.

Este estallido social fue respondido por las clases dominantes y su aparato estatal con la más brutal represión, muestra de ello fue el despliegue y accionar de la policía militarizada del Esmad y de los servicios de espionaje, la actuación del Ejército en las calles, todos ellos en colusión con el paramilitarismo urbano de la “Gente de Bien”, que actuaron armados junto a las fuerzas policiales para disparar y matar a los manifestantes tal como se constata en decenas de vídeos.

Las estadísticas procesadas por las organizaciones de Derechos Humanos indican el tamaño de la violencia desatada por los de arriba contra los manifestantes: 87 asesinados en su mayoría a manos de las fuerzas represivas del Estado y su narcoparamilitarismo, cerca de 300 desaparecidos, más de un centenar de mutilaciones oculares, miles de detenidos y centenares de jóvenes judicializados en los meses posteriores.

El descontento que se expresó en las movilizaciones del 2021 y los saltos dados en la lucha siguen vivos hoy, estarán actuando en los  meses venideros bajo distintos caminos y diversas formas, reiterando la inconformidad, el hartazgo y las aspiraciones de cambio que siguen creciendo en Colombia, son formas y caminos factibles de articular multiplicando con ello su potencialidad y consiguiendo mayores fortalezas para presionar a los de arriba, y así avanzar en la conquista de cambios y nuevas realidades.

Revista completa: https://eln-voces.net/insurreccion-840/


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