Por: Comando Central (COCE)
Las elecciones en Estados Unidos (EEUU) dejan instaladas dos repúblicas la de Trump y la de Biden, con una diferencia de votantes de solo 3 por ciento, donde la una ve a la otra, como el gran satanás que debe eliminar.
Aunque Biden obtuvo los votos electorales que lo hacen Presidente, el Partido de Trump sigue teniendo la mayoría del Senado, para bloquear las iniciativas del Gobierno; polarización que apenas es parte de la fractura que sufre la potencia norteamericana, que amenaza en llegar a ser una ruptura, similar a la de la Guerra Civil del siglo XIX.
La manipulación de la población por medio de sofisticados mecanismos de propaganda ha contribuido a dividir a EEUU en dos campos, el tecnócrata de las grandes corporaciones capitalistas que manejan a Biden y los retardatarios acaudillados por Trump; ambos dirigidos por una plutocracia desalmada que no cesa de enriquecerse, a costa de su propio pueblo y del saqueo a otros pueblos del mundo.
El genocidio de sectores populares debido al Covid-19, agrava el empobrecimiento y la exclusión de la población, que además sufre las consecuencias de la depredación capitalista del Planeta, en forma de incendios forestales y huracanes devastadores. Situación desesperante que produce tanto nuevos seguidores de Trump, como el surgimiento de la alternativa socialista de Sanders respaldada por el 37 por ciento de la sociedad estadounidense y por el 51 por ciento de los jóvenes entre 18 y 29 años, según una encuesta de Gallup.
A la amenaza de implosión o estallido interno que enfrenta EEUU, se agrega el estado de desorden mundial que enfrenta la globalización capitalista, un reto más para el imperio norteamericano que en los últimos 75 años ejerció como policía mundial y primera potencia global; está por verse si el orden va a llegar por medio de la actual guerra comercial y tecnológica, en momentos en que la humanidad se precipita hacia una fatal depresión económica. Es conocido que las crisis económicas los capitalistas las descargan en hombros de los pueblos, pero también es una enseñanza de la historia que tal recrudecimiento de la explotación es respondido con estallidos sociales, que logran imponer transformaciones profundas al viejo sistema, a la vez que permiten ganar en la lucha mayores niveles de autodeterminación de los pueblos, contexto en el que la unión de América Latina y El Caribe labrará una voz y un camino propios.
Editorial de la Revista Insurrección No. 765