
Editorial FGUN
Abril se ha convertido para las y los colombianos en el mes que nos recuerda la dignidad de nuestro pueblo, así como sus rabias y tristezas convertidas en lucha, movilización e insurrección. En la memoria tenemos aquel 9 de abril de 1948 en el que se dio el levantamiento en diferentes ciudades colombianas a raíz del magnicidio del líder liberal socialista Jorge Eliécer Gaitán, y que incluso llevó a una de las más bellas experiencias de poder popular: La Comuna de Barranca. Esta expresión de rebeldía y autodeterminación fue encabezada por una junta revolucionaria, conformada por líderes sindicales, liberales, socialistas y anarquistas, avanzaron en propuestas de transformación social mientras preparaban la defensa militar de la ciudad ante la amenaza de destrucción constante del Estado. Lastimosamente esta experiencia duró tan solo 14 días, pues representantes del Partido Liberal llegaron a acuerdos con la Junta para su disolución. Acuerdos que nunca se cumplieron y que, posteriormente, generaron la persecución y judicialización de los líderes de la Comuna. No obstante, en la memoria del pueblo de Barranca y de los Santanderes quedó encendida la llama de la liberación y el aprendizaje de que las luchas por realidades más justas deben ser lideradas por la clase popular.
Esta llama nunca se ha apagado en el pueblo colombiano y ha permitido la emergencia de diversas formas organizativas que han construido proyectos revolucionarios y transformadores. Aún en los recuerdos tenemos a flor de piel, las grandes jornadas de movilización que se desarrollaron en nuestro país desde el 28 de abril de 2021, en donde el papel protagónico lo tuvo la juventud y los miles de habitantes de nuestros barrios populares en las principales ciudades. Las movilizaciones y sus expresiones organizativas como las asambleas, puntos de resistencia, primeras líneas y demás procesos y organizaciones que nacieron allí, hoy en día siguen siendo un referente de lo que el pueblo organizado es capaz de hacer. Parte de las exigencias y demandas planteadas en el estallido social se canalizaron en la figura del Pacto Histórico en cabeza del hoy presidente Gustavo Petro, quien llegó al cargo, entre otras razones, por toda la fuerza popular de 2021, en su gobierno se depositó la confianza de los cambios urgentes que necesita el país. Pero, nuevamente, el Estado y la élite enquistada en él desde hace ya casi dos siglos, han atrapado en su red clientelar, corrupta y violenta las ansias de transformación puestas en el hoy gobierno progresista.
Sin embargo, tengamos en cuenta que esto no es nuevo, el incumplimiento sistemático de acuerdos hechos en las muchas guerras de nuestro país es largo y lleva más de un siglo, desde que las bases liberales y guerrilleras fueron engañadas por la oligarquía conservadora y Liberal. Hoy esos mismos de décadas atrás, con violencia o promesas firmadas en papel, pretenden frenar los procesos de transformación y de organización social que nuestro pueblo desarrolla. Estos incumplimientos se agravan cuando quienes los cometen se ponen la máscara de progresistas y aliados de la clase popular, cuando sin descaro se suman a la historia de incumplimientos, tanto a las guerrillas desmovilizadas, como a las organizaciones sindicales, campesinas, indígenas, negras, urbanas y populares.
Como ELN llamamos a reconocer las luchas y resistencias de nuestro pueblo colombiano, rememorar nuestros antecesores, y sobre todo, a recordar los momentos de efervescencia recientes para darnos cuenta que, aunque experiencias como la Comuna de Barranca y el Paro Nacional han sido cortas, han sido determinantes para el acumulado de lucha y resistencia popular, cúmulo de conocimiento popular que hoy debe materializarse en un proyecto revolucionario común que trascienda en el tiempo. Sin perder de vista que la lógica del Estado siempre será la de combatir estas expresiones de resistencia, y este gobierno nos demuestra que esta lógica se aplica sin importar quien presida el ejecutivo. Por ello es fundamental tener claro que las transformaciones reales solo serán posibles desmontando el modelo de Estado violento, injusto y desigual a la par que construimos formas de vida autónomas y autodeterminadas por el Poder Popular.