Muere Belisario Betancur, quien durante su presidencia (1982-1986) intentó el primer proceso de paz, con las guerrillas revolucionarias nacidas en reacción a la exclusión violenta de las élites gobernantes; su aporte fue abrir el camino de la solución política del conflicto, pero el belicismo del régimen lo hizo a un lado, para imponer el cruento desenlace del Holocausto donde quemaron vivos, a los Magistrados más progresistas que había tenido el país hasta ese momento.
Ese régimen que hace 33 años fue capaz de pasar por encima de un Presidente y exterminar lo mejor del poder judicial, ¿Está más débil hoy? En la respuesta, encontrará las causas de por qué es tan arduo de avanzar, por el camino de lograr una solución política del conflicto interno en Colombia.
Pueden ser grandes los obstáculos, pero si desde la sociedad colombiana nace una visión común de paz, no habrá régimen criollo o imperio extranjero, que puedan impedir la realización de esta voluntad mayoritaria de pasar la página de la guerra; ahí si, por fin, tendremos “otra oportunidad sobre la Tierra”, como nos lo recuerda Gabriel García Márquez.
Un acuerdo sobre asuntos fundamentales, que nos afiancen en el camino de la solución política del conflicto, necesariamente ha de ser sobre la justicia social y el ser digno de la gente colombiana; pilares ambos de los derechos como lo justo y de lo digno, como base de lo humano. Para marcar la diferencia con lo que hoy sufren las mayorías nacionales, que es una situación de contar con muy pocos derechos y tener tan mala calidad de vida, tan poco digna, que es muy poco humana.
Entonces, ¿para qué los Derechos Humanos, proclamados Ley universal el 10 de diciembre de 1948? Son 7 décadas de invocarlos como base jurídica de todos los Estados, pero en la práctica, ¡son 70 años en que han sido más violados, que cuidados! Ocurre igual con los derechos de las mujeres, que entre más leyes de protección expiden, más cunde la pandemia del Feminicidio.
Las transgresiones a los derechos provienen de las clases dominantes, así lo dice el Preámbulo de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789:
“La ignorancia, la negligencia o el desprecio de los derechos humanos son las únicas causas de calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos”.
Por fortuna, a cada dolencia humana, los sabios le han buscado una curación. Con la lucha obrera, nació el derecho a la huelga; con la lucha de las sufragistas, nació el derecho al voto de las mujeres; y con las luchas de liberación, nació el derecho a la autodeterminación nacional.
La historia es clara en decir cuál es el Círculo Virtuoso: donde la respuesta a la dominación es la lucha de las mayorías, con la que obtienen los derechos negados.
En cambio, la vía de las minorías poderosas, es la guerra imperialista, hasta llevarla al extremo de masacrar 50 millones de seres humanos, durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cayendo a lo más hondo de lo inhumano. De esta forma evidencian su Círculo Vicioso: hacer la guerra de saqueo y devastación, hasta quedar exánimes, para ahí sí proceder a la autocrítica, acordándose que los humanos tenemos derechos y hacer la Declaración del 10 de diciembre de 1948.
No hay que olvidar que cuando todos los derechos son negados, queda uno: el de la rebelión. Sino, ¿En qué ejercicio se encuentra la gente en Francia, la Patria de los Derechos Humanos? Y, ¿cómo presionan los jóvenes en América Latina, para que no les arrebaten el derecho a la educación?