Colombia en su laberinto: el entreguismo progresista y el contraste en las fronteras
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Por: Fabián García, corresponsal de Antorcha Estéreo.

La actitud mesiánica del presidente y de sus adeptos no deja de asombrar. Desde que el pueblo, movilizado en las calles colombianas, le entregó un mandato, se autodenominaron el «cambio». Sin embargo, este cambio prefirió hacer transacciones políticas con los mismos de siempre. Haciendo uso de los repertorios tradicionales, el cambio contribuyó a que nada cambiara. Además, algo imperdonable es que propició la desactivación de la movilización popular, induciendo un estilo de actuación en la esfera pública cuyo propósito son las rentas burocráticas y la coexistencia pacífica dentro del statu quo. Tan mesiánico y megalómano es el señor presidente que cree tener la facultad de determinar cuáles son los modos adecuados para luchar por los cambios. Aquellos que antaño hablaban de revolución hoy prefieren ser obsequiosos a los dictámenes del norte. No es de extrañar, ya que desde el principio predicaron que no buscaban transformar el capitalismo; lo que indicaban los renombrados libros de la «teoría económica» era que había que modernizarlo.

Colombia se encuentra atrapada en el laberinto de su indecisión, en un inmovilismo que se ha irradiado desde las altas esferas del poder, mientras que sus fronteras reflejan una realidad disímil. Por un lado, está la situación de Venezuela y su proceso revolucionario; por otro, la situación de Ecuador y el gobierno del hijo de banqueros, que da vía libre a los intereses estadounidenses en la región. La indecisión y la tibieza son tales que un gobierno que supuestamente halla su fuerza en el pueblo solo lo llama a movilizarse cuando le bloquean las reformas, cuando no surten efecto los pactos con la derecha, o cuando el mismo régimen bloquea las de por sí, limitadas «propuestas de cambio». Una de las críticas que se hace al progresismo, que a veces se cree el más iluminado y poseedor de la receta para cambiar el país, es que es prisionero de su propia obra. Esta obra se enmarca en el viejo debate de las reformas o la revolución. Aquí queda a lugar una respuesta guevarista: «¡Ay Poncho, ustedes siguen con sus partiditos!… la revolución… eso es lo que hay que hacer.» (Guevara, s.f.) Sin embargo, en los momentos de crisis de gobernabilidad, cuando el pueblo se moviliza, se espera que este eleve sus niveles de conciencia y confianza, lo que significa que cada vez confíe más en los métodos propios de la lucha popular, que en Colombia tiene una larga historia, y menos en los mesías y caudillos.

Noboa, el hijo de banqueros que llegó a la presidencia, estableció que en su país hay un conflicto armado interno y, por ende, declaró estado de excepción. Algunos de los grupos en los que se fragmentaron las extintas FARC han sido declarados enemigos del Estado ecuatoriano. Recientemente, ocurrió el asesinato de 11 militares ecuatorianos, presuntamente a manos de uno de estos grupos, un hecho que aún no está del todo claro. En Venezuela, se celebraron elecciones regionales y el chavismo logró hacerse con gran parte de los cargos en disputa, a pesar de que María Corina propugnaba la abstención, mientras algunos candidatos participaban en las elecciones y, de manera tácita, reconocían la legitimidad del CNE (también hubo episodios desestabilizadores orquestados desde la Casa Blanca). En Colombia, arranca la campaña electoral y el gobierno implosiona lentamente.

«Mientras en la política venezolana Nicolás Maduro juega al ajedrez, calculando las jugadas para ir varios pasos por delante, la oposición sigue jugando al parchís, atenta al movimiento inmediato, arriesgándolo todo a un golpe de suerte y, además, dejando que le echen los dados desde afuera, es decir, desde los EE.UU.» (Monedero, 2025). Ambas fronteras expresan la realidad geopolítica del planeta y, hoy en día, comienzan a ser teatro de la guerra comercial y las estrategias de seguridad de un imperio decadente. Aunque la Revolución Ciudadana ha denunciado fraude electoral, en Ecuador se sigue entregando la soberanía, tal como lo demuestra la actitud cipaya del presidente, quien enfrenta escándalos por vínculos de sus empresas con el narcotráfico. Si bien en Venezuela se libra una guerra, se podría decir que hay indicios de que el poder comunal avanza, tal como lo pensó Chávez como bastión de la revolución y como su corazón. Esto es algo que el progresismo y las expresiones que hoy gobiernan no comprenden, ya que menosprecian al pueblo y lo instrumentalizan.

«Arrepentidos de su esencia revolucionaria y convertidos a la nueva fe del cambio, las tareas del renovado y actualizado partido se centran en la concentración de fuerzas para garantizar la permanencia del proyecto político del delirante prócer presidente de la república, el autoproclamado Aureliano Buendía.

Para ello, ahora se disponen a decretar el fin de la lucha armada, con el fin de que, mediante el descrédito y la negación, se cree el escenario para promover la política de sometimiento incondicional ante el gobierno nacional. Bajo esta lógica de acusación y señalamiento, la solución política consiste en firmar una paz «light» con el objetivo de aprovechar los beneficios de la actual Paz Total y, con ello, despejar todas las conflictividades que obstaculizan el éxito de esta.» (Páramo, 2025)

Lo anterior da cuenta de los saltos cuánticos que algunas expresiones políticas realizan para permanecer en la órbita del poder, haciendo piruetas al vender sus principios y descreer de sus antiguos planteamientos. Esta realidad es un denominador común hoy en la Colombia del «gobierno del cambio», que parece no aprender las lecciones que le arroja la realidad de sus vecinos fronterizos. Ante todo, y con el convencimiento de la idea contrastada en la misma praxis política, el planteamiento camilista arroja luces: «Afortunadamente, mientras la intelectualidad revolucionaria se devana los sesos buscando la fórmula exacta de la revolución colombiana, entre los anaqueles de sus bibliotecas, el pueblo la ha encontrado dentro de sus sufrimientos, de su conciencia de ser explotado, perseguido y humillado» (Torres, 1965). Un pueblo consciente, con confianza en sí mismo, en sus métodos y formas, en sus repertorios, es invencible, sumando muchas más certezas en la victoria cuando está dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias; es decir, tiene vocación de poder y claridad sobre lo que hay que cambiar.

Como bien dice el comandante Pablo Beltrán, el pueblo colombiano es un pueblo «de procesos lentos pero sostenidos». También es un pueblo que ha aprendido a luchar en una guerra muy dura; por eso, la absoluta confianza en la fuerza del pueblo debe ser un elemento orientador de la acción política, siempre en procura de generar las capacidades necesarias para que ese torrente popular pueda dar mejor la pelea. Esta lucha interpela y exige mayores niveles de organización y movilización.

«La operación ideológica de la actualizada línea consiste en modificar la esencia histórica de la «línea comunista», vaciarla de contenido y acomodarla a la novedosa estrategia del acoplamiento democrático, del salto institucional y el copamiento representativo. La estrategia se centra en ideologizar una idea de transformación social sin necesidad de revolución, al menos en su esencia radical, violenta y directa contra el poder, sino en construir un proceso gradualista de pasos escalonados desde adentro del aparato estatal para hacerse a este. Ya no se trata de penetrar el poder para romperlo desde adentro, sino de cohabitarlo, permanecer, cuidarlo, custodiarlo e incluso defenderlo, aunque ello implique abandonar los principios.» (Páramo, 2025). En lugar de renunciar a los privilegios, los otrora revolucionarios renuncian a sus principios y a la idea de una sociedad distinta, pero pretenden seguir engañando a los sectores populares apelando a símbolos y discursos revolucionarios.

Recientemente, Petro ha vuelto a hablar de la Gran Colombia; con sus añoranzas del pasado, baña sus trinos, lo que resulta incómodo, ya que no pudo unir las cinco Colombias en torno a un proceso transformador. Por el contrario, fortaleció las capacidades estatales en lo militar, dejando intacto el conflicto social, político y económico. Un ejemplo de ello es su decreto de estado de emergencia, que priorizó el componente militar mientras la región continuó viviendo lo mismo; los miles de macondos siguen sufriendo su condena a la soledad.

«Tener una guerrilla luchando 55 años requiere cierto arte, pero, a su vez, que el pueblo, que lleva la peor parte, después de tanta represión, de tantas modalidades de explotación, opresión y guerra, se mantenga en la lucha, como ha ocurrido este año, indica que ha habido relevo generacional y una transmisión de unos genes de lucha, por decirlo así. Eso es lo que ha mantenido vivo el movimiento en Colombia, que ha resistido toda la contrainsurgencia que se le ocurre a EE. UU., que ha pasado por Colombia primero.» (Comandante Pablo Beltrán, 2020). En términos de continuidad, van acaeciendo los procesos transformadores; son ya casi 61 años de lucha frontal contra el Estado colombiano que el ELN busca conectar con los acumulados de la lucha popular del pueblo, que busca determinar su modo de vivir. Esta lucha tiene dimensiones históricas y puede modificar el tablero geopolítico del continente. El mismo pueblo que, a lo largo de la historia republicana, ha atravesado los Andes en ires y venires, construyendo caminos de liberación y sembrando referentes que ofrendaron su sangre en estas rebeldes tierras.

«Un mundo mejor es posible. Se lo asegura alguien que ha vivido soñando y que, más de una vez, ha tenido el raro privilegio de ver convertidos en realidad sueños que ni siquiera había soñado.» Comandante Fidel Castro.

Referencias:

Beltrán, P. 2020. Entrevista «¿quién es Pablo Beltrán?».

Giménez, P., Caciabue., M. 2025. El triángulo de la securitización en América Latina: un modelo «imported». Telesur.

Guevara-de la Serna, E. 2017. Materiales de la revista Casa de las Américas. Casa de las Américas. Cuba.

Monedero, J.C. 2025. Venezuela 2025: el mundo nuevo que quiere nacer. Telesur.

Páramo, P. 2025. El pecado original. Rebelión.

Torres, C. 2014. Unidad en la diversidad: Camilo Torres y el Frente Unido (aportes para el debate). Fundación colectivo Frente Unido. Colombia.


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