Por: Claudia Martínez, corresponsal de Antorcha Estéreo.
El arte socialista o revolucionario urbano, ha emergido como una poderosa forma de resistencia en contra de la desigualdad social, la marginalización y reprensión estatal, mas allá de ser una forma de expresión estética. Como arte revolucionario, refleja los valores del socialismo. Nace desde la profunda insatisfacción con las condiciones sociales y políticas, tiende a representar la vida de las clases trabajadoras, destacando sus luchas, logros y aspiraciones. A menudo el arte socialista busca inspirar y movilizar a las masas para la transformación social y la construcción de una sociedad mas equitativa, criticar las injusticias del sistema capitalista y promover la conciencia de clase, buscando ser una herramienta de cambio y concientización en la lucha por un mundo mas justo y solidario.
Se caracteriza por encontrarse en espacios públicos lo que lo hace accesible para todos, su contenido es político por incluir mensajes explícitos sobre la lucha de clases, la explotación laboral, los derechos humanos y otras causas sociales, reflejan valores de cooperación colectiva y solidaria y se integra al contexto y paisaje de la ciudad, siendo una crítica abierta a los sistemas de poder y privilegios, la cual no esta confinada a galerías y museos a diferencia del arte tradicional.
En el contexto urbano, el arte socialista ha sido influyente en la cultura, la política y la identidad de las ciudades en lucha, desde sus raíces en el movimiento social hasta su desarrollo en la construcción y recuperación de espacios públicos. Es así como el arte socialista urbano desafía las narrativas dominantes sobre el ejercicio artístico basado en el arte por el arte y la inclinación a lo bello, a un arte que promueve un discurso de justicia social, de participación conciudadana en las esferas públicas, genera debates políticos sobre las estructuras de poder existentes, proporcionando un lenguaje de lucha, de resistencia y reivindicación del poder de los pueblos, actuando como recordatorio constante de las luchas pasadas y presentes, manteniendo así la memoria colectiva.
Hoy por hoy es evidente, que el arte en nuestro país se ha convertido en el medio por el cual se cuenta la realidad social de las comunidades que son sometidas por los distintos aparatos del Estado, a través de las distintas expresiones como el muralismo, el graffiti, el performace, donde su objetivo no solo radica en mostrar la realidad, sino en denunciarla, transformando los espacios urbanos en lugares de resistencia y memoria histórica.
A pesar del gran poder transformador del arte socialista urbano, este enfrenta numerosos desafíos, ya que en el contexto actual en el que vivimos, donde toda expresión de revolución es objeto de represión y censura, las cuales son amenazas constantes, dado a que los gobiernos y otros actores de poder buscan silenciar las voces disidentes. Otro desafío es la falta de sostenibilidad económica, los artistas revolucionarios carecen de recursos y apoyo institucional, lo que dificulta la producción y difusión de su trabajo. Convirtiéndose en un gran reto para las y los artistas revolucionarios, mantenerse en la firmeza de sus convicciones, apuntando a un horizonte donde las artes en un país socialista serán el medio y la voz del pueblo, donde las calles serán el lienzo que vislumbren el sueño de un país libre, siendo la alternativa a la presentación de los medios derechistas que tienden a deslegitimar, minimizar o ignorar las injusticias sociales.