Por: Rafael Velasco
En los últimos años en Colombia, la movilización social viene tomando forma, viene fortaleciendo expresiones, viene sumando pueblo y construyendo una nueva correlación de fuerzas más favorable a los cambios, tal vez expresada en un viraje electoral hacia el progresismo, tal vez una revolución que permita exigir y construir nuevas y buenas condiciones de vida para todos; analizaremos este estallido y esta rebelión del pueblo a continuación.
A lo largo de la historia las manifestaciones de inconformismo han estado presentes en la sociedad colombiana y como tal han recibido diferentes tratos en su mayoría violentos por parte de un establecimiento y bloque histórico que siempre ha visto la sombra en el pasado del comunismo y hoy llamado de muchas otras maneras en su afán delirante de ver un enemigo donde no hay más que pueblo organizado exigiendo lo que le corresponde: democracia y justicia.
De las manifestaciones más importantes a lo largo de la historia podemos mencionar: la ocurrida en 1909 cuando se termina tumbando al presidente Rafael Reyes Reyes debido a las protestas que siguieron a pesar de las detenciones arbitrarias y la suspensión de libertades y garantías constitucionales en aquella época.
En el año 1928 un grupo de miles de trabajadores y jornaleros de la multinacional United Fruit Company en el magdalena decidieron parar para pedir la mejora en las duras condiciones laborales que sufrían en aquella época, estos fueron apoyados en su momento por el partido socialista de los trabajadores, de nuevo el Estado delirante vio un posible estallido comunista y militarizó la región, y al no llegar a acuerdos con los participantes del paro, declara estado de sitio y abre fuego contra la multitud concentrada, un capítulo histórico conocido como la masacre de las bananeras.
Entre el 8 y 9 de junio de 1954 fueron asesinados cerca de 10 estudiantes de la Universidad Nacional quienes salieron a protestar contra el asesinato de un compañero suyo el día anterior, en el marco de una serie de protestas por mejoras en las condiciones al interior de la Universidad, hoy conmemoramos esta fecha como el día del estudiante caído y revolucionario.
En 1977 el gran paro cívico nacional surge de la necesidad de exigir mejoras y garantías de vida en los diferentes sectores de la sociedad por lo que en esta gran movilización se suman trabajadores, profesores, estudiantes universitarios y militantes de partidos de izquierda de esa época e incluso algunos sectores del liberalismo. La respuesta del Estado de nuevo fue ver una posible revolución comunista que fue respondida con la represión dejando como resultado más de 20 muertos, 500 heridos y miles de detenciones arbitrarias, además de numerosos bloqueos de calles, edificios incinerados, locales destruidos, algo muy parecido al contexto que se presenta estos días en nuestro país.
Por último en 2011 se presenta aquel paro estudiantil en donde renacen las formas organizativas estudiantiles para tumbar una reforma que privatizaría totalmente la educación en el país y contra la que miles de jóvenes se pararon duro para evitarla.
De este pequeño recuento histórico de movilizaciones y luchas en Colombia podemos rescatar 3 elementos de análisis:
El primero, la respuesta del Estado ante cualquier exigencia del pueblo organizado es generar miedo y zozobra entre la población, a través de sus aparatos represivos y dando trato militar a la protesta social que hoy se complejiza aún más con la diversidad de actores armados y estrategias mediáticas y políticas del gobierno para deslegitimar y desmovilizar el hastío de la crisis estructural a la que hemos llegado.
Segundo, es evidente que existen un escalamiento y fortalecimiento de la movilización social a lo largo del país, tanto así que las expresiones organizativas y espacios de confluencia de estas mismas no alcanzan a recoger y representar la masividad y diversidad de la movilización que hoy se mantiene y que ha desbordado por completo las formas de lucha que nos pensábamos, convirtiendo el Paro Nacional del 2021 en el más importante de las últimas décadas.
Tercero, queda expuesta la crisis del modelo que se ha profundizado en los últimos 20 0 30 años y que a través de reformas están terminando por aumentar la misera y la pobreza del pueblo colombiano, dejando sin garantías laborales a la población en edad de trabajar, sin garantías pensionales a la población retirada, sin garantías de calidad y acceso a la educación en todos sus niveles a las nuevas generaciones, pero sobre todo sin garantías de vida digna a las mayorías de este territorio, unas mayorías cuya historia de vida esta en entre dicho.
Es evidente entonces que el nivel de crisis social es insostenible, y las capacidades de movilización del pueblo ponen en riesgo un poder político y económico mantenido por las elites durante años, hoy intentan paliar sus crisis con medidas desesperadas que profundizan la misera de las bases sociales en todos los sectores, y se han encontrado con una fuerte resistencia que intentan de nuevo controlar con la barbarie, el miedo y la militarización del país.
Esto representa muchas oportunidades sobre todo para el movimiento social en tanto que muchas organizaciones hoy crecen en militancia y se fortalecen organizativamente permitiendo a largo plazo mantener y proyectar el fortalecimiento del bloque popular, expresando un cambio en la mentalidad y conciencia política de la juventud y beligerancia en sus modalidades de resistencia en la primera linea capaz de legitimar la lucha directa y de calle frente la represión oficial.
Las organizaciones sociales del país están ante un escenario en el cual sus construcciones colectivas y amplias se orientan a profundizar la lucha, expresando la necesidad de un cambio en el poder político, buscando converger con acuerdos políticos y programáticos que permitan realizar los cambios estructurales en un camino de resistencia sostenido y creciente.
El panorama se expresa para los movimientos como un mundo de oportunidades para estar en los territorios, para crecer, acumular y dar saltos hacia un sujeto popular capaz de construir un proyecto histórico de transición a un nuevo modelo económico y político centrado en la vida digna, la democracia y la paz.