
Por: Antony Beltrán y Orlando Cienfuegos, corresponsales de Antorcha Estéreo.
Desde el 15 de abril del 2025, más de 4.000 internos de la cárcel La Modelo de Cúcuta, se declararon en huelga de hambre, protestando por el deficiente servicio de alimentación que reciben. Los reclusos han compartido vídeos mostrando raciones que consisten en un vaso de arroz, media salchicha y un baso de limonada, lo que ha generado indignación, tanto en los privados de la libertad y sus familias, en los colectivos de derechos humanos, así como en los que sabemos que las cárceles están abarrotadas de gente inocente y revolucionaria.
Los familiares han hecho denuncias, que esta situación representa una violación de los derechos constitucionales a la vida, la salud y la dignidad de los prisioneros, un problema que persiste desde hace muchas años. Además, se ha denunciado corrupción dentro del centro penitenciario, donde los internos deben pagar precios exorbitantes por querer entrar alimentos dignos para su propio consumo. Aquellos que no puedan pagar sufren aun más, con reportes de alimentos en mal estado y en ocasiones con gusanos.
Si bien esta situación encontró una respuesta organizada por parte de los internos de la cárcel La Modelo de Cúcuta, lo cierto es que en el resto de las 132 mazmorras del estado, distribuidas en 28 de los 32 departamentos del país, también padecen las pésimas condiciones del sistema judicial y penitenciario, agudizada por el problema de hacinamiento, pues hay aproximadamente 150 mil presos amontonados en un infraestructura con capacidad para solo 82.232 según reportan los informes de la Agencia de Periodismo Investigativo, estadísticas que permiten entender porque no se garantiza una comida digna, ni atención a la salud, ni infraestructura, ni actividades de cultura y recreación, etc, en las cárceles, denunciadas por el Movimiento Nacional Carcelario.
Esta grave crisis carcelaria es el reflejo de un estado colombiano, en completo desinterés por construir un país más digno donde se solucione de raíz las problemáticas como el hambre, la mala educación, la falta de salud, el desempleo, la explotación laboral, la represión, etc, que ha llevado a la degradación de la sociedad colombiana y en consecuencia a nutrir estos centros penitenciarios, los cuales además están copados no solo de bandidos que ya no son funcionales a su proyecto de muerte, sino también de inocentes y personas que no han recibido sentencia, así como miles de luchadores y rebeldes que son secuestrados por estado por querer transformar este país.