Por: Maria Camila Delgado, equipo de redacción de Antorcha Estéreo.
Estados Unidos es el principal exportador de armas y alimenta la violencia en todo el mundo. Ha fortalecido su industria armamentística por medio de la venta de armas de fuego semiautomáticas como las pistolas hacia Tailandia, Filipinas, Arabia Saudita y Canadá. Aun así, desde el país norteamericano se atribuyen una serie de supuestas intenciones, para acabar con la prohibición de estas exportaciones al exterior.
Todo esto ha estado atravesado por el fortalecimiento de empresas fabricantes de armas, que se han beneficiado del negocio de la guerra. Además, esta industria ha divulgado una cultura de seguridad democrática, de defensa de la propiedad privada y de la integridad física particular. Resultado de un sistema capitalista y guerrerista de la dominación por la fuerza, para el control de la sociedad.
¿Quién se beneficia de esta guerra?
Principalmente la industria armamentística internacional, y localmente la delincuencia común; por medio del tráfico ilegal de armas, que supuestamente son exportadas legalmente y en muchos casos terminan en manos de bandas delincuenciales, sin que se asegure el control y restricción de este tráfico.
En el marco de este negocio, una de las que más se ha beneficiado es la empresa Sig Sauer Inc, una filial estadounidense, fabricante de armas europeo, especializado en rifles de caza y pistolas; la cual con el tiempo fortaleció relaciones con personajes políticos como Donal Trump, siendo candidato y luego presidente. Algunos afirman que la compañía utilizó las conexiones con este funcionario para ayudar a la industria, a impulsar un cambio de regulación de exportaciones de armamento, brindando privilegios a dicha empresa.
Siguiendo los datos internacionales, para el 2005 se exportaron 54.882 armas al mundo, y en solo 17 años aumentó a más de 3 millones de exportaciones. El éxito en las ventas de Sig Sauer se ha basado en la relación con el poder del gobierno federal, concretamente en gobiernos como el de Obama, Trump y Biden. Incluso cuando este último, denuncia amplia circulación de armas en el país.
En 2018 funcionarios alemanes acusaron a Sig Sauer de enviar ilícitamente miles de pistolas a Colombia, el director general por ese entonces, de apellido Cohen, no dio ninguna explicación. Además de la venta ilícita a países latinoamericanos, esta empresa inyectó presupuesto a campañas electorales como la de Donald Trump, quienes en calidad de aliados en campaña y presidencia, completaron la transformación de la empresa: De fabricante de armas del Viejo Mundo a defensora a la cultura armamentista estadounidense.
Sumado a esto, Cohen manifiesta que “su camino hacia el crecimiento es el de los mercados emergentes y los países en desarrollo». Con su gestión, aumentó la venta de armas de la empresa, bajo lógicas de decirle a sus empleados, que la nueva misión era: armar a los buenos.
Para avanzar su impulso en el extranjero, la Industria de Armas de Fuego de Estados Unidos, a través de sus aliados políticos, ha logrado debilitar las leyes de control y promover la defensa de las armas en otros países, particularmente en América Latina. Al mismo tiempo, los cambios de supervisión respaldados por la industria han reducido la capacidad del Congreso para monitorear las ventas de los fabricantes en el extranjero.
Un ejemplo de esto, es lo ocurrido con una empresa de fabricación alemana que importó sus producción a Estados Unidos, y en el papeleo destinaban el envío para el mercado civil estadounidense. Sin embargo, una vez las armas llegaron a EEUU, los empleados volvieron a etiquetar las cajas de envío y las reenviaron a Colombia.
Esta monopolización de la fabricación de las armas, afecta al mercado de los países en muchos sentidos, entre ellos, con la llamada globalización, gana la idea de que TODO LO QUE VIENE DE ESTADOS UNIDOS ES BUENO Y DE CALIDAD, mientras la mercancía de otros países es obsoleta.
Este negocio es altamente corruptible, al involucrarse a las fuerzas militares de los diferentes países, pues éstas, al no tener tantas restricciones en la compra de armas, da lugar a lógicas de contrabando por medio de la policía y los militares, para vender a la sociedad civil. Por ejemplo, en Tailandia, hay un precio preferencial a la fuerza pública.
El gran negocio imperialista, impulsado por las potencias que quieren dominar el mundo, solo ha generado violencia desmedida. Estados Unidos se convierte entonces, en uno de los más grandes enemigos de la paz mundial. El hecho de que su economía se vea favorecida por el contrabando y compra de armas por parte de países latinoamericanos, o mayormente empobrecidos, es un reflejo de su intención de mantener la guerra entre pueblos y naciones. El Tio Sam, se beneficia de los conflictos internos de países como el de Israel, Ucrania y Colombia; alimentando su economía a partir de la cultura de las armas.
Vender y vender mercancías guerreristas a países donde no existe un conflicto interno, para alimentar el negocio, ha demostrado no ser beneficioso para las naciones que buscan la paz. Estar armados, solo alimenta la seguridad para el cuidado de la propiedad privada. Esto ha generado trastornos y efectos negativos en la sociedad, desencadenando en las masacres entre civiles armados, pan de cada día en los Estados Unidos. Resultado de una falta de regulación, educación y control de las armas, dejando niños, adultos y jóvenes asesinados por sus vecinos, compañeros de trabajo y de colegio.
Por otro lado, polarizar la guerra como un asunto de buenos y malos, donde quienes venden y usan las armas son los supuestamente buenos, millonarios y capitalistas; genera dificultades en el abordaje del asunto y condiciones desfavorables para la paz. Seguir la línea del director de la empresa Sig Sauer, de que están armando a los buenos, es desconocer por completo los conflictos internos de los países, donde una clase en el poder ha desangrado al pueblo y asesinado a quien se oponga a sus ideas. Que el pueblo se arme en contra de estos pocos que quieren dominar el territorio, y calificarlos como “los malos”, es una afirmación fascista para tratar de desviar la legitimidad de las resistencias de Palestina, Kurdistán, Yemen, Perú, México; y muchos otros pueblos luchando contra el status quo.
Además, las alianzas y fortalecimiento de esta cultura de las armas en contravía de la paz, se expresa también en las instituciones del Estado, al financiar campañas electorales para que quienes se benefician de la guerra, sigan en el poder, sucedió con Trump y ha sucedido con otros presidentes. También organismos mundiales como la ONU y la OTAN, se regulan la compra y venta de armas con los mismos países que las fabrican, y se benefician del negocio, al igual que los Estados Unidos.
Este negocio redondo no permite la paz en los países, sino que alimenta los conflictos y su dominación imperialista, para seguir acumulando beneficios económicos y políticos. Donde, por un lado los dominantes reprimen al pueblo y, por otro, el pueblo se arma y lucha por su liberación. Así lo hacemos en el Ejercito de Liberación Nacional, para que el pueblo no se doblegue a los intereses capitalistas y guerreristas, de quienes quieren seguir teniendo los medios de producción, la tierra y el poder.
En esta lucha contra el imperio paramilitar y fascista, el ELN no está solo, nuestro hermanos palestinos, hermanas kurdas, sandinistas y muchos más, seguiremos junto al pueblo enfrentando a este gran enemigo, y sus pretensiones de quedarse con todo. Mientras haya desigualdad social en el mundo, seguiremos luchando por un país con justicia social y paz.