Por: Héctor Useche
La OTAN y los estados que la componen tienen una doble moral para juzgar y actuar frente a los conflictos que afectan a la humanidad. Una para los conflictos en que ellos participan y están comprometidos y otra para los demás, donde están los que ellos consideran sus enemigos naturales. La realidad es que toda guerra es inhumana y es un dolor para quienes la sufren.
La decisión del gobierno de la Federación de Rusia de iniciar un ataque sobre objetivos militares en Ucrania el 24 de febrero de este año, es un hecho pensado de acuerdo a la evolución de las problemáticas en las cuales Rusia estaba comprometida por relacionarse a sus intereses nacionales, por tratarse de la vida de sus connacionales en territorio Ucraniano.
Esto tiene mucho que ver con las tensiones agudizadas en el 2014 y 2015, en territorio ucraniano a raíz de el golpe de estado que se le propinó al gobierno legítimo de ese país por parte de fuerzas pro-occidentales apoyadas por la OTAN.
La OTAN, en cabeza de los gobiernos de EEUU, ha desarrollado una estrategia militar desde la caída del Bloque Socialista, con la desaparición de URSS, de crear un cerco militar cada día más belicoso, numeroso y peligroso en la frontera de Europa con Rusia. Es una estrategia ofensiva que pretende establecer una situación de ventaja para amenazar a este país con la posibilidad de un ataque decisivo a su ciudad capital, Moscú.
El gobierno ruso ha advertido que esa actitud de la OTAN es inadmisible en un mundo donde se pretende seguir afianzando la convivencia pacífica de las naciones y con la solución incruenta de los conflictos y las diferencias. A llamado la atención de cómo desde de la OTAN se han generado acciones sobre los diferentes países de Europa para presionarlos a hacer parte de esta organización y asumir posiciones agresivas en contra de Rusia. Lo más preocupante en los últimos años fue la instalación de varias bases militares en este territorio y la instalación de bases antimisiles, fáciles de convertir en armas ofensivas, en Rumania y Polonia, países otrora socialistas, vecinos inmediatos de Rusia y ahora miembros de la OTAN.
En ese contexto la situación de Ucrania se convierte en un punto determinante para las intensiones de la OTAN y la necesidad del gobierno de Rusia de proteger sus seguridad. El Tratado del Atlántico Norte pretende completar su estrategia y eso va en contra directamente de los intereses rusos.
Por eso lo que acontece en este país no es cualquier cosa, los hechos son determinantes, más aún cuando los intereses de Ucrania como nación debe tener en cuenta la presencia de una importante población rusa en su interior que exigen ser tenida en cuenta. Esto lo ha querido desconocer el actual gobierno encabezado por Zelensky y ha desatado una persecución y represión contra esta población, una guerra interna que causo muchos muertos entre el 2014 y el 2015 obligando a buscar una salida negociada que se pacto finalmente en Minsk, capital de Bielorusia, con representantes de Ucrania, Rusia, Francia y Alemania.
Esto lo han ocultado los gobiernos de la OTAN y sus grandes medios de comunicación, se conoce porque ante la agudización del conflicto la gente que ha sufrido en estos años lo cuentan, como lo hace el colombiano Luis Hernando Muñoz, que vive hace 32 años en Donetsk: “Están desinformados por la narrativa de la Casa Blanca. Yo sí soy prorruso, ¿por qué? Porque llevo ocho años sufriendo esta guerra aquí. No se imaginan, no deseo que nadie se lo imagine, aunque en Colombia hay muchas localidades que sufrieron durante 52 años la guerra que parece no tener fin. Nosotros en ocho años tuvimos la desgracia de retroceder en el tiempo, porque la economía colapsó. Mi sobrino fue asesinado por una bomba. Hubo más de 200 menores de edad asesinados, estamos hablando de que en Ucrania se están matando civiles, son los mismos paramilitares y el presidente Zelensky acaba de darles 52.000 fusiles a la gente en la calle y a liberar prisioneros que fueron condenados por crímenes de lesa humanidad”, afirmó.
Esta información se confirma y se completa por el contenido de un documental titulado “DOMBASS”, realizado por pobladores de esta región y periodistas internacionales, en medio del fuego en medio de una sociedad que sufre a diario viendo morir sus familias, sus niños y anciano a la vez que ve como se destruye todo a su alrededor. Una acción que justifican el gobierno por la supuesta ocupación del ejercito ruso, que nadie ve por ahí, ni siquiera los periodistas occidentales, que ante el reclamo de sus colegas de por qué dicen algo que no es cierto, contestas “eso es lo que nos toca decir”. Han destruido 25,000 edificios entre ellos 315 escuelas, han muerto 2000 personas entre niños, mujeres y ancianos.
Entre el 2015 y 2021, desconociendo el Acuerdo de Minsk, que había facilitado y el cese del fuego y parado la guerra interna, el gobierno de Ucrania ha seguido su agresión a las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, por ser estas abiertamente prorrusas, pues hacen parte de un territorio que dio origen a la sociedad rusa. Llegado Biden a la presidencia de EEUU, el gobierno de Ucrania se siente apoyado para violar abiertamente el tratado de Minsk, “..Afirmaron que es imposible realizar los acuerdos de Minsk en el formato en el que están ahora, así como llevar a cabo los planes para conceder a Donbass un estatus especial.” y desafiando a todos los que hicieron este acuerdo, “el Gabinete de Ministros de Ucrania aprobó en agosto de 2021, un proyecto de Ley sobre la política de transición en Dombass, que debía oficializar el estatus de Rusia como país ocupante. Además abolía la amnistía general y prohibía participar en las elecciones locales a las personas que formaban parte de la fuerza de las repúblicas auto proclamadas o sus estructuras de poder.”
Todo esta abierta violación y desconocimiento de los acuerdos de Minsk, y el genocidio y barrido de la población de Donbass, es lo que obliga al gobierno Ruso a actuar con prontitud y de forma contundente frente al régimen de Kiev.
Se reinicia el conflicto y por ende la búsqueda de un nuevo acuerdo. Cuantas vidas costará y cuanto sufrimiento e igualmente cuanto resentimiento. Es una realidad que se sufre no solo en Ucrania sino en varias partes del mundo y es ahí donde encontramos que la preocupación de los grandes poderes del mundo, muy comprometidos y responsables de cada conflicto sobre esta tragedia humana está mediada por los intereses de cada uno, demostrando que para ellos la agresión a los pueblos tiene sello de clase, se rasgan las vestiduras por el sufrimiento de algunos pobladores de Ucrania y desconocen el de los separatistas de ese mismo país y más aún, el de los cientos de miles de muertos, desaparecidos en Palestina, Yemen, países africanos e incluso por la violencia que produce muertos, asesinatos, torturados y desplazados en América Latina.
Y la historia esta llena de ejemplos y realidades de cuántas tragedia han ocasionado la intromisión de EEUU y la OTAN en distintas regiones del mundo, después de terminada la Segunda Guerra mundial. Acciones diplomáticas, mediáticas y militares que en nada han aportado a la defensa de la paz y el bienestar de la humanidad. En entrevista reciente a Noam Chomsky, con el periodista C.J. Polychroniou (marzo 15/22), ambos reconocen que la OTAN, tiene rabo de paja para exigir cumplimiento del artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas, cuando son junto con EEUU, los protagonistas de la violación repetida del derecho internacional con la invasión y bombardeos a naciones como Irak, Libia, Kosovo y Siria. Señalando además que con todo esa arbitrariedad se está jugando irresponsablemente con el futuro de la humanidad.
Es claro que la presencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Ucrania, es una amenaza existencial para la Federación de Rusia. En tal orden de cosas, la «operación militar especial» desplegada por Moscú, debe entenderse como una contundente advertencia para Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea (UE) en el sentido de que la Federación Rusa jamás admitirá la instalación de misiles nucleares en sus fronteras. Eso lo dejó perfectamente claro Vladímir Putin en la Conferencia de Budapéts de 2008 en referencia a los legítimos intereses geoestratégicos de la Federación, y a los compromisos asumidos por la OTAN con respecto a no extenderse hacia el este luego de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En rigor, la perfidia de Occidente ante dichos compromisos, y el genocidio de las estructuras neonazis -por ejemplo el Batallón Azov- implementado desde 2014 en le región del Donbass -cuantificado aproximadamente en 14.000 muertos-, son factores determinantes en la toma de decisiones militares para Ucrania por parte del liderazgo ruso. A la luz de las anteriores consideraciones, resultan explicables las argumentaciones centrales de la Federación en su propuesta al Gobierno ucranio con miras a una solución política negociada del conflicto: status de neutralidad, renuncia a la membresía en bloques militares, desmilitarización e independencia de la región del Donbass. Ahora bien, la cuestión relativa a la desnazificación también tiene sus razones en perspectiva rusa -no olvidar que durante la Segunda Guerra Mundial Ucrania fue una republiqueta nazi- pero es asunto que no admite solución inmediata.