
El arte: un segundo estallido social
Por: Marcos Martínez, corresponsal de Antorcha Estéreo.
La escombrera, Comuna 13 de Medellín. Lugar donde se fraguó la Operación Orión, ordenada por el Matarife. El pretexto: acabar con todo foco de subversión. Finalidad real: eliminar las y los jóvenes y líderes y lideresas de la Comuna. Militares, paramilitares, policías , junto con entidades municipales planearon y ejecutaron la acción. Días y días de ataques por aire y tierra; día tras día, muertos y desaparecidos. Viudas, huérfanos, hogares perseguidos. Los desaparecidos eran llevados a la Escombrera… los asesinados, eran llevados a la Escombrera.
Por décadas, las madres buscaron a sus seres queridos, allí, en ese lugar. Denunciaron ante las entidades locales y nacionales. Nadie les puso cuidado, se burlaban de ellas, las tildaban de locas. Pero el dolor de una madre, persiste tenazmente. Con paciencia siguieron buscando y denunciando, indicando que ahí estaban sus seres queridos.
A punto de culminar el año 2024, La Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, tras meses de trabajo en campo, los investigadores forenses muestran a Colombia y al mundo, la existencia de huesos humanos.
Sale a la luz la verdad: La escombrera como lugar de muerte, como el campo a cielo abierto más grande del mundo. Las evidencias dan la razón a las Mujeres-madres-esposas, buscadoras de sus seres amados.
La reacción de la derecha no se hace esperar, desmiente nuevamente a las madres, justifica que se está haciendo política en tiempos pre-electorales, se llega a afirmar – en boca de un periodista malévolo de un noticiero perverso – que las mamás habían enterrado allí a sus hijos. Como quién dice, ellas las mataron, las enterraron y no sabían donde las habían dejado, ¡que despropósito!. El negacionismo, la revictimización a las familias, el irrespeto a las víctimas, de igual manera cuando el senador Polo Polo, el año pasado, en bolsas de basura echó las botas con los nombres de los jóvenes asesinados en las ejecuciones extrajudiciales (mal llamadas falsos positivos); botas con las que las madres honraban la memoria de sus hijos/as. Como quién dice, para el llamado senador y la derecha, los asesinados son basura. ¡Qué cinismo!
¡La tierra habló! Las toneladas de tierra sacaron del fondo de sus entrañas lo que habían querido ocultar por siempre los asesinos del sistema, que ante las evidencias, ni siquiera mostraron signos de arrepentimiento, al contrario, desmintieron a las madres.
Como muestra de solidaridad con ellas, los/as artistas de Medellín comenzaron a pintar las calles de la ciudad con frases de apoyo a las mismas: «Las cuchas tenían la razón». ‘Cucha’ como se le dice cariñosamente a las mamás, a los seres queridos. No tardó ni un día para que la ultraderecha-fascista negacionista tapara con tinta gris, las frases de los artistas. Pero, oh sorpresa, al día siguiente los y las jóvenes artistas nuevamente recrearon la frase, ya no en un solo sitio sino en varios. El alcalde de ultraderecha vociferó para decir que eso afeaba la ciudad y que era signo de intolerancia. Los órganos de desinformación atacaron y apoyaron las declaraciones. No se hizo esperar la persecución y la estigmatización.
Lo que no esperaba la ultraderecha-fascista era la respuesta de los artistas. Las paredes de una y otra ciudad del país, se llenaron de la frase: ¡las cuchas tienen razón! ¡las cuchas tenían razón! Si el propósito era silenciar la verdad y a las cuchas, pues este se les devolvió. ¡No pudieron, ni han podido silenciar la verdad! ¡No han podido tapar la verdad, ni con tierra ni con pintura! La verdad flota, sale en la medida que se van quitando metros y metros de tierra de la Escombrera; la verdad se multiplica en la multitud de letreros que ahora aparecen en todo el país.
Asistimos a ¡Un segundo estallido social! Esta vez, por medio del arte, en las jornadas semanales a las cuáles se han citado, jóvenes, hombres y mujeres de distinta edad y condición, artistas, para decirles a las madres, a las cuchas, estamos con ustedes. No están solas.
Este estallido surge nuevamente en las ciudades. El escenario de ciudad como lugar de lucha, de disputa; es la lucha ideológica, cultural, es la resistencia con los pinceles y las pinturas, desde el arte, desde la sensibilidad, desde el corazón. Mientras los fascistas se oponen desde la mentira con fusiles y con violencia, el arte se mueve desde la paz.
Leer este momento es fundamental. No se puede leer como un hecho aislado, sino desde un campo más amplio: la guerra que está ejerciendo la ultraderecha en el mundo. Sus ansias de dominio quiere llegar a los corazones y mentes del planeta, para seguir colonizándolos, doblegándolos, sometiéndolos, de tal modo que, se tenga una masa de millones de seres humanos acríticos, esclavos por completo, al servicio del dios-capital, al dios del imperio(s).
Es por ello, que las acciones movilizadoras del arte, que se convocaron en todo el país, es un signo de esperanza, que hizo sentir la voz de la resistencia, de la solidaridad, de la verdad.
Asistimos a una inmensa creatividad de arte en su sentido político en todo el mundo. Un ejemplo de ello ha sido la situación del pueblo palestino, que generó canciones, pintura, poesía. Y que se han multiplicado en los rincones del planeta, en canciones de distinto género y estilo, en murales de calle, en poemas, etc, revelando la situación que se vive en cada país o en el mundo, como solidaridad entre los pueblos.
Cuando el monstruo del Apartheid inglés quiso acabar con el pueblo africano, llegó al extremo de querer acabar con la cultura, la educación y la lengua africana. Y en ese momento, la reacción fue intensa, los jóvenes y las jóvenes se lanzaron a defender su identidad y soberanía; movilizaron las conciencias, sacudieron a sus hermanos-as de Sudáfrica, y allí fue el comienzo del fin del dominio imperialista británico, que tuvo que negociar.
Hoy se hace necesario volver a leer a Gramsci en cuanto a la lucha cultural-ideológica- contrahegemónica, para romper con los sometimientos naturalizados por el sistema(s). Hoy, las ciudades vuelven a ser protagonistas. Este signo invita a ir más allá de la coyuntura, invita a un trabajo cohesionado, permanente, con proyección estratégica.
Las huellas reveladoras de la Escombrera dan otra señal inequívoca: la voz de las mujeres. Voces en las que se junta el tejido social de la memoria: Madres de la Plaza de Mayo, Madres de Soacha, Madres de la Candelaria, mujeres que luchan contra el feminicidio, etc. Mujeres protagonistas de la historia, que desenmascaran al patriarcado, a la mentira; mujeres que enfrentan, sin miedo, a los opresores/as.
El trabajo conjunto es otro signo de esperanza y resistencia. La «Olla Comunitaria» da energías a los cuerpos que se juntan solidariamente, y a su vez, es lugar de encuentro, lugar del compartir, del aprender, de conversar, de organizar (se).
Otro actor, en esta lucha ideológica, relevante, han sido los medios alternativos y las redes sociales alternativas, que han convocado oportunamente, que han generado conciencia crítica, que han informado objetivamente, y que han enfrentado a la mentira, a los mentirosos de la ultraderecha fascista, en esta lucha mundial. Ya que estos medios han sido claves para dar a conocer el genocidio palestino y el de otros pueblos del mundo.
El papel que llevan a cabo de manera personal, con dignidad, jugándosela solas, creando medios, creando programas, es meritorio, que avizora más esperanza, ya que se van dando pasos de unidad entre estos, una unidad necesaria para enfrentar el monstruo (s), una unidad que se ha de reforzar y apoyar.
¡LAS CUCHAS TIENEN RAZÓN! … Les asiste la razón, la dignidad.