Por: Camila Villamizar, corresponsal de Antorcha Estéreo.
Hace una semana nos despertamos con una noticia que lamentablemente sigue siendo la realidad de nuestro país. El feminicidio de Isabella Mesa en la ciudad de Medellín, quien a manos de su pareja Sebastian Villegas, fue asesinada y su cuerpo dejado en un maleta. Este sería el segundo feminicidio en Medellín, en lo que va del año.
El feminicidio por parte de los familiares más cercanos o de las parejas de nosotras las mujeres, sigue siendo una realidad cotidiana en nuestro país y en el mundo. Una sociedad machista donde nos violentan, nos explotan y nos excluyen. La esfera pública sigue ocultando la vida privada, desconociendo por completo que LO PERSONAL ES POLÍTICO. La vida privada en la que a diario somos víctimas de violencia psicológica, económica o física debe ser cuestionada y transformada, pues es desde estas violencias y micromachismos que se escala hasta el feminicidio de cientos de mujeres en el año.
Por otro lado, para nadie es un secreto que esto es solo reflejo de un sistema que no solo nos violenta a las mujeres sino que también junto con el fascismo y la supuesta seguridad que quieren ejercer hacia nosotros, ha puesto en juego la salud mental de la juventud, como sucede en el ejército colombiano. Se han encontrado cifras como que oficiales en el conflicto armado presentan una prevalencia de trastorno de estrés postraumático (TEPT) con un 61,22%, seguida de la esquizofrenia paranoide con un 18,37% y por último el diagnóstico de esquizofrenia no especificada con un 4%. Además, que anualmente se presentan al rededor de 2% de suicidios en el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.
Que hoy una mujer joven sea asesinada por su pareja en un permiso militar, evidencia no solo la violencia sistemática hacia nosotras sino también un gran problema en la juventud que se suma a las fuerzas armadas del Estado por no tener otras oportunidades de vida, en batallones como el número 4 cuestionados por tantas situaciones de violencia contra el pueblo y prácticas paramilitares y fascistas en sus filas.
No podemos seguir permitiendo que la violencia sistemática hacia las mujeres, sea reducida a conflictos personales o violencia intrafamiliar. No estamos seguras ni en nuestra propia casa, ni mucho menos en las calles… no podemos habitar nuestros territorios.
Así como instituciones del Estado deben ser transformadas, también la sociedad debe hacerlo, la lucha por una sociedad libre de violencia contra las mujeres debe estar acompañada de una sociedad con justicia social, que tenga transformaciones estructurales en todos los ámbitos. Pues LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA O NO LO SERÁ… Y como la consigna en voz de las mujeres del pueblo: NO SE VA CAER, LO VAMOS A TUMBAR, NO SOLO AL PATRIARCADO TAMBIÉN AL CAPITAL.