
Editorial Revista Insurrección N° 1009
Comando Central (COCE)
En Gaza primero bombardearon todos los templos islámicos y ahora siguieron con uno cristiano, porque según el ministro de Defensa israelí Yoah Gallant, los palestinos son ‘animales humanos’, carentes de espiritualidad, intelecto y moral.
No tienen dónde esconder el racismo incurable de esta cultura supremacista, pero el sufrimiento de pueblos como el palestino, cuyo prolongado e histórico heroísmo y sacrificio, ha desenmascarado la arrogante barbarie con la que fundan la civilización occidental; cimentada con los genocidios perpetrados por los europeos a lo largo y ancho del planeta. Esta derrota de Occidente en su forma civilizatoria, precede a otras derrotas en los campos político y militar.
Según el antropólogo Emmanuel Todd, la decadencia del Norte global ocurre en medio de la desaparición de su estructura social y moral de origen religioso, dejándoles un vacío que han llenado con el nihilismo, el cual los impulsa a la destrucción de las personas, las cosas y la realidad. Y en un artículo reciente, ‘La guerra como religión’, Todd afirma que de la matriz nihilista están surgiendo nuevas religiones, el evangelismo delirante en Estados Unidos y el judaísmo ultraortodoxo en Israel; pero la verdadera nueva religión de masas es el culto a la guerra.
Si Trump y Netanyahu son las cabezas de pueblos supuestamente elegidos por Dios, encuentran justificado hacer limpieza étnica y despojar la tierra a los palestinos, es la misma lógica de todos los genocidios perpetrados por todos los imperios, para saquear a otros pueblos en nombre de distintas religiones guerreras y dioses de la guerra. Ahora, esta nueva religión guerrera reemplaza el monoteísmo y su moralidad de las sociedades protestante y judía.
En defensa de Occidente, algunos dirán que Trump y Netanyahu apenas representan la fuerza bruta, pero hay que recordar a un pensador más sutil, el muy admirado sir Winston Churchill, al expresarse sobre el pueblo palestino en 1937, esto sentenció:
«No estoy de acuerdo en que el perro tiene el derecho final al comedero, aunque haya estado en él durante mucho tiempo. No admito ese derecho. No admito, por ejemplo, que se haya hecho un gran mal a los indios rojos de Estados Unidos o a los negros de Australia. No admito que se les haya hecho un mal a estas personas por el hecho de que una raza más fuerte, una raza superior, una raza más cosmopolita, por decirlo de alguna manera, ha llegado y tomado su lugar».
Nos queda el ejemplo del pueblo palestino, que, con su lucha determinada, está enjuiciando la cultura genocida de Occidente y convocando a los pueblos del Sur global, a arrojar al basurero de la historia, la civilización que le confiere estatus divino al genocidio y al despojo de la mayoría de la humanidad.