Por: Comandante Nicolás Rodríguez Bautista
En la década de los 60 del siglo anterior, el mundo vivía la llamada Guerra Fría (1946-1991) y a lo largo y ancho del continente americano los EEUU desarrollaban estrategias para “no permitir que logre extenderse el socialismo”.
Este temor del imperio norteamericano los lleva a proponerse evitar que se extienda la revolución en el continente, con el ejemplo de Cuba, donde los insurgentes del Ejército Rebelde entraron victoriosos a La Habana el Primero de enero de 1959, que selló el triunfo de la revolución cubana.
Este contexto revolucionario, unido a la existencia de Gobiernos nacionalistas y de ideas democráticas, como el peronismo en Argentina, el de Joao Goulart en Brasil y el de Jacobo Arbenz en Guatemala, derrocados por EEUU con varios Golpes de Estado, que quebrantaron la constitucionalidad de los Estados y le permitió al imperialismo un control y sojuzgamiento de los pueblos del continente.
El Ejército de Liberación Nacional (ELN), al igual que varios movimientos guerrilleros en América Latina, nacimos promediando la década de los años 60 del pasado siglo, en medio del contexto democrático y revolucionario ya descrito.
Los altos índices de violencia desatados por las clases dominantes en Colombia y su fuerte atadura al imperialismo, a la juventud nos llevó a buscar salidas efectivas y concretas a la agobiante situación de represión y antidemocracia.
Eran tiempos de luchas constantes de estudiantes, campesinos y obreros por sus reivindicaciones, que eran respondidas con brutal represión, y también de búsquedas de formas de lucha efectivas, de más largo plazo, que fueran más allá de las reivindicaciones inmediatas.
Uno de los debates fuertes de ese momento, era si debía iniciarse la lucha armada guerrillera, porque las condiciones objetivas y subjetivas estaban dadas, la corriente juvenil que dio origen al ELN consideró que, si estaban dadas esas condiciones y encontró en el Che Guevara a su principal ideólogo, quien crecía como dirigente mundial trascendiendo las fronteras de Cuba.
Con el paso de los años el enemigo mismo se encargó de señalarnos como guerrilleros guevaristas y lo asumimos como positivo, porque en efecto el ELN se identifica con el pensamiento del Che, no solo en su ser político, sino su esencia internacionalista, antiimperialista, humanista, incansable luchador por la unidad de los pueblos, del mundo y el continente, por la unidad del movimiento insurgente y la unidad de los revolucionarios.
Lo que es más importante, el Che como revolucionario de vanguardia nos enseña a educar y formar a los demás con el ejemplo, como compromiso de lucha hasta las últimas consecuencias.
Ni sus enemigos pudieron ni pueden demeritar los valores del Che, como elementos de la teoría revolucionaria, sino principalmente porque la vida del comandante Ernesto Guevara de la Serna, el Che, fue una veloz actividad contra el tiempo y las dificultades, quedando en la historia como el revolucionario consecuente, valiente, ejemplar y de un temple inigualable, al tiempo que un intelectual que llevó a la práctica sus teorías revolucionarias, hasta donde le alcanzó la vida y por ello hoy, sigue siendo uno de nuestros grandes referentes internacionalistas en la lucha insurgente, que nos motiva a continuar la lucha y a seguir su ejemplo.