
Editorial Revista Insurrección N° 993
Comando Central (COCE)
Colombia presiona para que juzguen al expresidente Uribe y que pague por los crímenes que comete contra la gente colombiana, pero él, amparado por el viejo régimen, ahora prosigue en su cruel campaña reorganizando a sus secuaces, para aplastar los intentos de reforma social.
A la gente le echaron un cuento de hadas en 1991, que se desmovilizara y dejara de luchar, porque a cambio en la nueva Constitución quedaba por escrito, la garantía de todos sus derechos, pero dos años más tarde, apareció Álvaro Uribe en el Congreso de la República con una Ley bajo el brazo, la número 100, por la cual entregaba la salud pública a los súper ricos, quienes como viles negociantes crearon las funestas Empresas Promotoras de Salud (EPS), que solo promueven el saqueo del dinero estatal destinado al sistema de salud; así, el cuento terminó siendo de horror.
Privatizar los servicios públicos, para que dejaran de ser derechos y convertirlos en mercancías, es lo abominable del neoliberalismo, con lo que el capitalismo buscó mejorar sus ganancias, pero 30 años después ha fracasado en su intento y ahora solo busca mantenerlas por medio de la fuerza bruta, como lo hacen Trump y Uribe.
Aunque pareciera que Uribe fuera alumno de Trump, hay que decir que cuando Trump apenas se dedicaba a ganar dinero con el concurso de Miss Universo, en ese momento, Uribe para sofocar los reclamos de la gente contra el capitalismo chupasangre, entre 1995 y 2005, azotó al país con las atrocidades de las bandas paramilitares, de las que uno de sus capos, Salvatore Mancuso, acaba de confesar que “la Seguridad Democrática del expresidente Álvaro Uribe Vélez, en su gobierno funcionó, porque nosotros estuvimos detrás de ella”; para financiar dichas bandas no solo las convirtieron en el principal cartel exportador de cocaína, sino que también se apoderaron de las EPS, para saquear el dinero estatal destinado a la salud pública; de esta forma el cuento mutó hacia la infamia y el terror.
Como en los tiempos en que Mancuso dominaba el Congreso y lo mantenía al servicio de los súper ricos, los Congresistas de ahora se oponen férreamente a que se hagan reformas a favor de los de abajo, para mantener los privilegios de los potentados nacionales y extranjeros, quienes en uso de todas las formas de lucha agregan a este bloqueo, el sabotaje a la distribución de medicamentos, crimen de lesa humanidad por el que deben responder; con lo que el cuento deja al desnudo la barbarie del viejo régimen.
Al decir de otro de los siniestros capos del paramilitarismo, alias Don Berna, “Uribe es el rey del mundo y del inframundo del crimen”, desde donde ahora emerge para proseguir su saga de crueldades, encabezando a sus seguidores y convocándolos a impedir que el pueblo se movilice, por el propósito de que la reforma a la salud sirva a los pacientes y deje de ser una fuente de lucro de los de arriba. Con lo que termina el cuento como un relato de zombis, que brotan desde ultratumba para amenazar la vida y dignidad de un pueblo.
La respuesta digna ante el empobrecimiento, la exclusión, la opresión y la represión que sufre el pueblo colombiano es la resistencia y la rebeldía contra este régimen tiránico; porque cuando a un pueblo le niegan todos sus derechos, debe acudir al derecho a la rebelión para instaurar la democracia, como gobierno del pueblo y para el pueblo.