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Varias de las encuestas realizadas después de las votaciones del 11 de marzo, están presentando a Iván Duque, el candidato del ex presidente Uribe, con el mayor porcentaje de favorabilidad. Algunos se están anticipando a vaticinar que el representante de la ultraderecha violenta, podría ganar en la primera vuelta.

Duque, junto con los otros personajes que lo acompañan, como José Obdulio Gaviria, Marta Lucía Ramírez, el ex procurador Ordoñez, Andrés Pastrana, alias Popeye, María Fernanda Cabal y muchos otros del mismo talante, representan el pasado, a los del “todo vale”, la negación de otros caminos para el país, la negación de otro futuro, la reedición de los males que siempre hemos tenido.

Ellos representan la Colombia de la desigualdad, de la sujeción incondicional a los intereses de las corporaciones multinacionales y de los Estados Unidos, la Colombia del narco-paramilitarismo, la de los poderes regionales de la clase emergente y de la oligarquía tradicional más fusionada con ellos, la Colombia de la corrupción, del Agro Ingreso Seguro, la de las mafias políticas que saquean el erario público, que representan muchos de los males que traemos desde lustros atrás.

El candidato de Uribe, está planteando como una las “novedades” de su programa de gobierno, la rebaja de los impuestos a las empresas y en general a los ricos, incluyendo las multinacionales. Lo mismo, que actualmente aplica Trump en los EEUU. El precepto fracasado de que si a los ricos les va bien, lógico, a expensas de los pobres y de los sectores medios, al resto del país supuestamente le irá bien.

Con esa prometida rebaja de impuestos y el actual déficit fiscal, ¿De dónde ira a sacar los recursos fiscales? De la ampliación de los impuestos a la mayoría de la población y del recorte, al ya exiguo gasto social, en educación, en salud y demás.

Con este candidato de la ultraderecha, no habrá ninguna esperanza de avanzar en otras políticas y medidas en relación a lo medio ambiental. Por el contrario, se profundizará aún más, la explotación petrolera y minera intensiva a cargo de las multinacionales, sin importar ninguno de los desastrosos efectos medio ambientales, ni el ataque a los territorios, ni las aspiraciones de las comunidades indígenas, afros, campesinas y de muchos sectores urbanos, que vienen tomando conciencia sobre la lucha por la preservación del planeta, la defensa de la vida y de la naturaleza. Recordemos que de los 10 mil Títulos Mineros que se han entregado en el país, 8 mil de ellos se entregaron durante la presidencia de Uribe.

De otra parte Duque, ya prometió en su reciente visita a Washington, que retomará las fumigaciones aéreas con Glifosato contra los cultivos de coca, además de aplicar con toda firmeza la erradicación forzosa, como la mejor y única salida. Ha dicho que no le hará el juego, a la erradicación voluntaria, ni a los planteamientos de los cultivadores, en torno a la sustitución de cultivos, que junto con otras medidas vayan a favorecer a la economía campesina.

Con Duque, volveremos a la política internacional de choque, de bravuconadas y de pistoleros, que aplicó Uribe en sus dos cuatrienios. Con el agravante de que su gobierno, se prestaría para una agresión militar directa contra Venezuela, en concordancia con los mensajes de intervención anunciados por Trump y que encontrarían con la ultraderecha, todo a disposición. Uribe y sus nexos mafiosos con el bajo mundo, se ha expresado públicamente por el derrocamiento del gobierno venezolano y por intervenirlo militarmente. Igualmente, ha alentado y contribuido, con la acción directa, al sabotaje, a la acción de bandas armadas y paramilitares para la desestabilización en Venezuela.

Ellos frente a los acuerdos de la Habana, han sido sus mayores enemigos. Uno de sus voceros planteó en la Convención del Centro Democrático, que de ganar las elecciones, “harían trizas los acuerdos de paz”, arguyendo que el gobierno de Santos le entrego el país a las FARC.

Exigen que a la dirigencia de FARC se les niegue hacer política, que se les mande a la cárcel, etc. que se les proscriba. Para eso y para que el país siga igual, sería para ellos un acuerdo de paz. Por tales razones, Duque ha planteado que en su gobierno modificaría sustancialmente esos acuerdos, que desconocería lo ya firmado, así no los haya cumplido el gobierno de Santos.

Igual, en el caso del proceso de solución política con el Ejército Liberación Nacional cuando se anunció que en la mesa de conversaciones de Quito, las dos partes buscaríamos un nuevo acuerdo de cese bilateral al fuego, el candidato de los del No en el Plebiscito, planteó que no acepta ceses bilaterales, y amenazó con perseguir a los elenos con toda la capacidad del Estado colombiano.

No obstante, a pesar de esas declaraciones y del tono belicista y amenazador, seguimos reiterándole a ellos, a los del Centro Democrático y a las fuerzas que promueven esta candidatura, nuestra invitación a la búsqueda dialogada hacia la paz, a que envíen sus delegados a la Mesa de conversaciones y a que busquemos entre todos la solución política, la erradicación de la violencia de la política y los caminos hacia la paz y los rumbos del país que la hagan viable y de futuro.


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