El Ejército de Liberación Nacional se mantiene en la Mesa de Conversaciones. Nuestra Delegación de Diálogos continua en la ciudad de La Habana a la espera del nuevo gobierno, a fin de darle continuidad al proceso que inició con el gobierno de Santos desde el 2012.
En estos años y especialmente desde el 2014, cuando empezamos la Fase secreta y confidencial, hemos construido conjuntamente una arquitectura del proceso y en especial una Agenda para las conversaciones, que al decir del Presidente Santos “es más de la mitad de un acuerdo final”.
Igualmente, las dos partes conseguimos pactar, por primera vez un cese al fuego bilateral, nacional de 101 días, cuyos buenos resultados cosecharon un importante respaldo de las comunidades y de todo el país. También, en los últimos meses, logramos importantes acercamientos para pactar un nuevo Cese bilateral.
Como producto de las Audiencias Preparatorias realizadas a finales de 2017, las dos partes desarrollamos el trabajo sobre diseño del Punto Uno de la Agenda: “participación de la sociedad en la construcción de la paz”, donde alcanzamos a establecer conjuntamente unos trazos gruesos para el desarrollo de un Diálogo Nacional, que tal como lo dice la Agenda, sienta las bases para un acuerdo de paz, que establezca unas transformaciones básicas y ponga fin al conflicto armado.
En todos estos años, las dos partes hemos construido las bases de un proceso de solución política del conflicto, que debemos respetar y darles continuidad, sin detrimento de los ajustes que planteen y acordemos las dos partes. Desconocer unilateralmente lo acordado, al igual que desconocer lo pactado con las FARC, es enterrar lo construido y volver al pasado.
En esta Mesa de conversaciones hemos levantado un puente, entre el gobierno que sale y el que entra; proponemos mantenerlo y fortalecerlo, porque destruirlo, para que tarde o temprano -en 1, 5 o 20 años-, tengamos que hacerlo de nuevo, generaría grandes costos humanitarios y pisotearía la esperanza, a la que tenemos derecho todos los colombianos, especialmente las gentes humildes, a quienes el conflicto golpea con mayor intensidad.
¿Qué tanto las elites van a cumplir la palabra empeñada en los pactos de paz? ¿Qué tanto van a ser capaces de cambiar y ceder parte de sus privilegios? Un factor para la agilidad y la celeridad del proceso de paz, son la voluntad que tengan las clases dominantes. Otro factor determinante es la presión que ejerzamos las fuerzas alternativas, que luchamos por los cambios.
A todos los que estamos por la continuidad de los procesos de paz y por acceder de manera cierta a una democratización de Colombia, nos alienta hoy el respaldo que hacia los procesos de paz vienen dando desde la comunidad internacional, y en especial de las fuerzas sociales y políticas, comprometidas con la paz y los cambios.
Para construir “una visión común de paz” como lo propone la Agenda conversaciones, se requiere la participación de todos los sectores de la sociedad colombiana, por medio de conocer los desarrollos de los diálogos y los acuerdos, y participar en el trazado de la ruta a seguir; convencidos que solamente la paz hará de Colombia una nación viable.