«No se detendrán los procesos sociales con el crímen»
Salvador Allende
Ahora sí entendemos mejor la «nueva normalidad» que viene imponiendo la dictadura narcouribista y su gobierno. Es la que muestran las masacres regionales y la criminalidad policiva en las ciudades. Si observamos varias situaciones en la dinámica de esta perversidad oficial le abrimos los ojos – no porque sean ingenuos, sino por aclaración- a quienes desde las redes o desde sus tanquetas mediáticas siguen distrubuyendo el viejo y forzado «cuentote» de las manzanas podridas o casos ailados.
Sin duda en las masacres y asesinatos de este año es evidente que hay una directriz para exterminar violentamente al opositor del régimen, menoscabar su dignidad y capacidad de reistencia. Los leguleyos y serviles mediáticos de las élites seguirán exigiendo evidencias jurídicas y quizá en algunos casos esta verdad se haga porosa dada la corrupción y el control que ejercen sobre fiscales y jueces; no obstante para las comuniades sí no hay dudas del actuar criminal, delincuencial e ilegal de las fuerzas armadas oligárquicas.
Esa certeza es la que ha impulsado a la sociedad a reacionar. Lo del abogado Javier Ordoñez es apenas otra confirmación de la compulsividad violenta y asesina con que se forman y conducen los escuadrones de la seguridad política y económica de la clase dominante en Colombia.
Situaciones comunes en las masacres y asesinatos
1. Las víctimas han sido jóvenes.
2. Asesinatos hechos con sevicia y ensañamiento, señal de menosprecio por la vida.
3. En estricto desarrollo de la formación y entendimiento de su función armada.
4. Inducidos prejuicios de zonas y conflictividad social.
5. Fuerte presencia armada oligárquica.
Asesinar jóvenes no es un hecho nuevo para la tiaranía santanderista. Mataron a niños y jovenes indígenas para acabar con su resistencia al robo territorial, asesinaron al joven Sucre porque le tenían miedo al proyecto bolivariano y lo mismo hicieron con la juventud liberal radical, con el movimiento juvenil socialista, sindical y obrero de los comienzos del siglo XX. Con las juventudes gaitanistas y comunistas, de la UP y A Luchar. Asesinaron jóvenes de los movimientos cívicos locales y nacionales que le apostaron a la defensa de la vida, de los DH, por la soberanía y las reivindicaciones sociales ante la imposición del neoliberalismo, en las últimas décadas de siglo anterior. Han asesinado estudiantes y profesores juveniles que sólo pedían bienestar universitario, más presupuesto y defensa de la educación pública. Ahora bombardean muchachas y muchachos (milenians) porque hacen uso de su derecho a la rebelión desde los campos y asesinan a otros (as)que marchan por la ciudades criticando y cuestionando la hediondez dictactorial.
Claro, ahora la «nueva normalidad» de brutalidad y sevicia policial es más tecnificada, dirán civilizada. Sí, la misma que se imparte y se distrubuye desde la modernidad anglosajona. La que tanto adoran y mal copian las criminales élites oligarquicas colombianas. Por eso dotaron a sus sicarios de pistolas taser, trajes, motos, tanquetas y munición reforzada. Es todo un avance tecnológico para someter y dominar la biodiversidad, ante todo la vida humana, procurando perpetuar sus intereses personales. Por ello el sicario militar, policia, narcoparaco, entiende la nueva-vieja normalidad con la idea inoculada de que quien se interponga ante el «desarrollo y el progreso» es una cosa peligrosa, algo así como un virus, el enemigo al que hay que acabarlo sin contemplaciones.
Desconocen su origen de clase
Parece que el uniforme, el arma, la formación y el estar bajo el mando de un corrupto con charreteras los aliena tanto que hasta se les olvida su origen de clase; igual parece que les borran de sus neuronas algún resquicio de soberanía y de civilidad, que apenas parece su cosa maleable. Por eso el uso exclusivo de su función armada es someter al civil, al otro u utra que resulta, en verdad, ser su «proximo», el vecino. Obvio que con la raspada cerebral, que les hacen en su adecuación de «fuerza bruta», terminan convencidos que la Patria es el banco que engorda con su paga, o que Patria es la guarida delincuencial del que llaman presidente. Toda una idea gansteril que reforzada con el contexto político y social interno y la geopolítica impuesta por los imperialistas, hacen de ese actor armado un mercenario, un torturador, un sicario y un enemigo de la paz y la tranquilidad pública.
También se puede observar que hay una tendencia satanizadora que se perfila con arremetida militarista contra zonas y regiones de continuada presencia política e ideológica de la izquierda. Bogotá, Cáuca y el sur del país, Magdalena medio, el Catatumbo y Arauca, son áreas donde más jóvenes, indígenas, reclamantes de tierras, defensores de DH, mujeres, campesinos, afrodescendientes y excombatientes han sido agredidos, asesinados y masacrados. De modo que este prejuicio ha sido remarcado por jefes de fuerza y se convierte en ventana abierta para que se use el uniforme y el arma oficial de manera ilegal. No en vano se ha aumentado el presupuesto guerrerista y la bota represiva en estas llamadas «zonas de futuro» y se insista en la vía neofascista para atender los reclamos justos de sectores populares y sociales.
Hay necesidad de rendir homenaje a quienes han caido, acompañamiento a los heridos y fortaleza a los detenidos, asi como solidaridad con sus familias. Pero urge aumentar la presión y la movilización no solo para exigir del régimen investigar a los culpables de estos crímenes, su responsabilidad en la desaparición de casi un centenar de personas detenidas en varios lugares de bogotá durante las protestas de estos últimos días; sino porque tiene que seguir aumentando la convicción y el sentimiento de que ya no se puede soportar más la vieja fórmula violenta de la antidemocracia y la tiranía en Colombia.
Por: Jhon Jairo Pérez
Radio Nacional Patria Libre (RANPAL)
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Notas:
– La brutalidad policial en Colombia no puede ser comparada con la ira de la poblacion que debe proteger/Andrés Páramo Izquierdo/washingtonpost.com.es/09.11.2020.
– La CIDH condenó “los casos de brutalidad y abuso policial” en Colombia/Espectador/10.09.2020
– «Lo sucedido es una auténtica masacre con los jóvenes de nuestra ciudad»: Claudia López/Espectador.Bogotá/11.09.2020
– La Policía mata como parte de su función social/Gearóid Ó Loingsigh/Equipo jurídico pueblos/09.09.2020.
– Van 13 decesos relacionados con las protestas en Bogotá y soacha/Espectador/11.09.2020.