Editorial Revista Insurrección Nº 857
Comando Central (COCE)
Los Estados Unidos (EEUU) desclasificaron 15.000 documentos sobre la Guerra colombiana, la Comisión de la Verdad hizo su Informe Final; la Cartilla que lo resume ‘La escuela abraza la verdad’ se distribuyó en los colegios y Uribe amenazó con hacer otra Cartilla a su gusto.
Cuando el nuevo Gobierno pasó a retiro a 52 Generales de las Fuerzas Armadas, el General (r) Zapateiro revivió el debate sobre la verdad, al decir que “no se puede confundir la historia, los villanos son los villanos y los héroes son los héroes, estamos aquí presentes, ¡ajúa!”, con lo que exhibió el análisis maniqueo que divide a la gente entre buenos y malos, pero ese es un mundo irreal, porque así las clases dominantes y sus agentes se crean héroes, aportarían a la verdad que esperan las víctimas si reconocen sus crímenes voluntariamente sin necesidad de ser vencidos en juicio, como acaba de ocurrir en México al reconocer la masacre de 43 normalistas de Ayotzinapa como un Crimen de Estado, encubierto por la Procuraduría con el fin de imponer la Verdad Histórica conveniente al Gobierno de Peña Nieto (2012-2018); la lección es clara, usan medios ilícitos para resguardar intereses y razones de Estado.
Los EEUU en los cables que despachó su Embajada en Bogotá reconoce los vínculos de Uribe Vélez con los Carteles de narcotraficantes, idénticos a los que mantienen empresas estadounidenses como la United Fruit en Urabá, pero esconden que cuando la CIA apenas tenía un año de creada comandó el asesinato del líder liberal socialista Jorge Eliécer Gaitán, ¿74 años después por qué aún no desclasifican estos documentos que prueban la autoría de este magnicidio?, ellos lo han dicho: por razones de Estado, lo que confirma que estos intereses de Estado son los sepultureros de la verdad.
Los victimarios al reconocer sus crímenes aportan a la construcción de la verdad y satisfacen los derechos de las víctimas, ayudan a escribir la historia ‘de verdad’ y a que se guarde una memoria con base en hechos reales; además las víctimas esperan que los victimarios se arrepientan como parte de la reparación que deben dar y de la garantía de no repetición a que se deben comprometer, no es mucho pedir, porque de este proceso de justicia depende la reconciliación, que es una base de construcción de la paz verdadera y definitiva, junto a las transformaciones que resuelvan los factores generadores del Conflicto Social, Político y Armado.
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