Editorial Revista Insurrección Nº 875
Comando Central (COCE)
Este año que culmina fue el de las promesas de cambio, que debieron luchar contra el viejo régimen, al que hay que quemar como los muñecos de Año Viejo, porque con ello volveremos cenizas la desigualdad social, la depredación medio ambiental, el Genocidio y la subordinación a los gringos.
Los muñecos de Año Viejo se quemarán este fin de año en toda América Latina, con la cara de Bolsonaro en Brasil, de Macri en Argentina, de Guaidó en Venezuela y de Pinochet -todavía- en Chile, pero el más quemado será el que tiene la cara del gringo Biden; mientras que en Colombia, además del gringo también siguen apareciendo muñecos de Año Viejo con el rostro de Uribe, pese a que este se haya colgado del ‘tren del cambio’ que conduce el Presidente Petro, viraje que añade elementos de confusión a la coyuntura de transición que vive el país desde el 7 de agosto, cuando inició el Gobierno progresista que prometió cambios al por mayor, no tantos como los que exigió el Estallido Social del 2021.
La esperanza está en que al iniciar el Gobierno del cambio, con él también despegue el esfuerzo por remontar el viejo régimen enquistado en el Estado, que no solo ha capturado a los tres poderes, sino que ha hundido en la ley del ‘todo vale’ a amplios sectores de la sociedad, mientras a quienes se le oponen los persigue y extermina, costumbres genocidas con las que resguardan el modelo económico que amplifica la desigualdad social y multiplica la depredación del medio ambiente, así mantienen el orden de la globalización capitalista; por si quedara alguna duda entre los que quieren cambiar estas reglas, para esto esgrimen la Guerra Perpetua de la Otan.
El actual Gobierno aspira a ganar gobernabilidad en sus alianzas con la derecha, así estas impliquen un freno a las transformaciones prometidas, lo que demanda contar con apoyos desde la izquierda que inclinen el rumbo de los cambios hacia no fallarle a los reclamos del pueblo, a la vez que se evita una recomposición del viejo régimen, pulso en el que es determinante la movilización y lucha de la gran mayoría de la sociedad, como garantía para avanzar hacia el logro de una Nación soberana, en paz y equidad.
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