Posibilidades y riesgos de la democracia
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Por: José Manuel Manzorra

«La ignorancia mata a los pueblos y es preciso matar a la ignorancia»
José Martí

La democracia, según nos enseñaron en la escuela, se define como «el gobierno del pueblo» y así con la simpleza y el engaño hemos llegado a ser mayores de edad y asociamos el derecho al voto con el ejercicio del gobierno del pueblo. De tal forma que, el día de las elecciones, la mayoría de la población queda satisfecha puesto que se les ha reconocido el derecho al voto y así consideran que han ejercido la democracia.

¿Entonces qué podemos definir como democracia luego de la reflexión anterior? La respuesta supone un desafío, puesto que el término en cuestión posee tantos desarrollos que puede llegar a tornarse confuso, por ello, a grandes rasgos esbozaré algunas acepciones.

Desde los distintos sectores sociales hablan de la democracia de acuerdo a sus intereses. Los explotadores hablan de democracia, los medios masivos de comunicación hablan de democracia, los explotados conscientes hablan de democracia y así, diversos sectores de la sociedad particularizan el concepto según sus prácticas.

En concordancia a lo anterior algunos sectores se escudan en la democracia liberal, atribuyendo a ella la mejor forma ya que desde la revolución francesa, la burguesía de la época, aplicó cuando consideró necesario la guillotina y de esta forma impuso la democracia, difundiendo los principios de libertad, fraternidad, igualdad y orden. Eliminando de esta forma los privilegios principalmente de la monarquía, la nobleza y del clero, en beneficio de los señores feudales. Es por ello que en su desarrollo se impone la defensa de los derechos humanos.

Así mismo, es como en nombre de la democracia, gobiernos y partidos en Colombia y Latinoamérica, con el apoyo del imperio gringo, han cometido las más grandes injusticias y aberraciones, privando de libertad y asesinando a quienes reclaman sus derechos y se manifiestan en contra de los privilegios de esos dueños del capital, de las tierras y del poder político; asesinando y eliminando, inclusive a gobiernos que han llegado al poder a través de elecciones democráticas.

Esa clase dominante también ha aportado a la democracia parlamentaria, poniendo representantes de esa clase a defender sus interés a cambio de privilegios para los mismos, hasta llegar a eliminar y hostigar gobiernos progresistas que «ponen en peligro sus intereses». Esta es una democracia que fomenta y defiende la burocracia. Es a razón de ello que esta democracia, es una democracia representativa, que dice representar a toda la ciudadanía, pero está representando únicamente una parte de la población, quedando sin poder y representación real los sectores más necesitados, marginados y más pobres de toda la población.

Es por todo lo anterior que debemos avanzar y hacer conciencia en el pueblo, buscar su formación y el empoderamiento; consolidar en el poder popular, una democracia consciente y directa; construir y abanderar una democracia popular, donde la consigna «CUANDO EL PUEBLO HABLE, EL PUEBLO MANDE» sea la base para vivir con dignidad. El poder de las mayorías poblacionales estará en función de su bienestar y de esta forma se pondrá fin al proceso histórico de marginación donde se han negado todos los derechos humanos.

En Colombia no hay democracia, la democracia es algo más

Sí nos referimos al gobierno del pueblo, es indispensable que se estreche la grieta de desigualdades sociales y en consecuencia se destrone el pequeño grupo de privilegiados que gozan de sus derechos humanos en sometimiento de los derechos humanos del resto de la población.

Para ello es fundamental eliminar la corrupción dentro del sistema político – electoral, no puede haber democracia donde se aplica el intercambio de bienes, dineros, favores o por el contrario se ejerza presión mediante los mecanismos laborales, por ejemplo: «vote por fulano o fulana, o se le acaba el trabajo o no consigue trabajo». No puede existir la democracia donde se compre o cambie el voto, de ninguna manera el politiquero de turno debería intencionar, ordenar o sugerir a sus amigos, familiares o asociados, cambiar el voto por 50 o 100 mil pesos, por un tamal, por un almuerzo o un sándwich para el día de las elecciones, por unos cuadernos y lápices, o por ropa para sus hijos. Es corrupción aprovecharse de la ignorancia y necesidad de las personas que votan.

Tampoco puede haber democracia donde se intenciona el voto por la presión de paramilitares y fuerzas del Estado que amenazan la vida; tampoco donde se transporta a la población de un municipio a otro para favorecer a un candidato o candidata. No existe la democracia donde hay trampa, por ejemplo, en algunas mesas de votación se aprovechan de la ignorancia de las personas para inducirlas a votar por su candidato favorito o aprovechan cualquier mínimo error para no entregar todas las tarjetas a consultar. Así mismo, algunos veedores o testigos de votación aprovechan el momento del conteo («El que escruta elige»), de forma oportunista para anular los votos que no sean de su agrado. Por supuesto, no puede haber democracia donde los medios de comunicación masiva -propiedad de los dominadores multimillonarios y al servicio de los mismos- generen matrices de opinión en contra de gobiernos progresistas, donde la  mentira y el engaño son sus grandes herramientas.

La democracia y las elecciones

Si nos comprometemos a construir una verdadera democracia, las organizaciones políticas y sociales, los gremios y sectores populares alternativos, además de todas aquellas organizaciones que buscan un verdadero cambio a favor de los pueblos oprimidos, debemos desarrollar y enfocarnos nuestros esfuerzos en prácticas pedagógicas que permitan develar las carencias que tiene la democracia en el país y generar alrededor de ello una cultura de la información y la construcción de opinión pública. Esto nos permitirá, primero, tener comunidades bien informadas desestabilizando los medios masivos y segundo, empoderar los procesos políticos, de tal forma que quienes participen directamente en el proceso de votación no permitan la corrupción.

Ganar las elecciones no es ganar el poder

Muchos gobiernos progresistas han llegado al poder político pero luego lo han perdido a través de golpes de Estado militares, jurídicos, parlamentarios o golpes blandos, como lo denuncia el presidente Petro. Eso demuestra que el progresismo, realmente, ha llegado al gobierno, pero no al poder político, económico y militar. Estos poderes siguen estando en otras manos, manos de grandes empresas multinacionales y corporaciones. Cuyos dirigentes buscan mantener el régimen de privilegios manipulando el poder económico, cultural y social a su conveniencia.

Es por ello que el poder del pueblo es la única garantía que posibilita una verdadera transformación y cambio de régimen, de gobierno y de modelo; por otro donde la fuerza la tenga el pueblo, donde haya soberanía, autodeterminación, democracia, libertad y bienestar.

Concluyo entonces que es en el poder popular donde se efectúa una verdadera democracia, cuando el pueblo hace sus leyes, sus mandatos y aplica su justicia, donde controla sus gobernantes y militares. Coloca al servicio de ese mismo pueblo todas las entidades del Estado, para garantizar el derecho a la salud, educación, bienestar, libertad, trabajo digno y estable, recreación, finanzas, vivienda, seguridad, investigación; en general, es un Estado normativizado, legalizado y legítimo que vela por el mismo pueblo, donde el buen vivir y el bienestar de todas las personas sea lo que inspire a sus gobernantes y fuerzas armadas.

En el poder popular el pueblo es quien está dispuesto a defender sus acumulados, sus gobernantes y su nuevo modelo económico y social que se base en la producción y el bienestar social. Por tanto, es en el pueblo en quien está toda la FUERZA y la DIGNIDAD, para contrarrestar las arremetidas del imperialismo que busca eliminar cualquier posibilidad de cambio verdadero.


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