La paz con el ELN y los regateos del gobierno
Antonio García, Primer Comandante del ELN
Nuestra delegación estuvo lista para cumplir la cita en la fecha acordada; pero nada. Sólo hasta el miércoles 26 de marzo de 2014 viajamos a Brasil. Un largo recorrido hacia el sur, cruzamos el río Orinoco, y nos adentramos en lo profundo del Brasil, hacia la ciudad de Manaos, sobre el río Negro. Más abajo, el río Negro se junta con el río Solimoins y de ahí en adelante, en Brasil, se llama río Amazonas. Aguas arriba, el río Negro bordea el Departamento de Guainía hasta llegar a sus nacimientos.
Desde niño había escuchado hablar de Manaos, importante centro comercial de la época de los caucheros; luego, en la década de los 60, mi padre mantenía negocios con comerciantes que se movían en embarcaciones pequeñas y medianas por el río Putumayo y llegaban hasta Manaos. De allá traían ron Bacardí, Jabón Phebo, pescado salado y otras mercancías; de Mocoa llevaban todo lo que los pobladores de las orillas del río Putumayo necesitaban; en ese recorrido de ir y venir tardaban entre 4 y 6 meses; por lo general, mi padre les fiaba las mercancías que llevaban. Por eso yo tenía expectativas para conectarme con ese territorio que siempre sentí cercano pero muy distante.
Ya estaba oscuro cuando el avión aterrizó. Por falta de coordinación debimos aterrizar en un aeropuerto donde no nos esperaban; en Brasil, a los aviones civiles o de otro país, no les está permitido aterrizar en instalaciones militares. Por eso nos tocó llegar a otro lado, y luego nos trasladaron en un helicóptero militar.
Nos alojaron en unas casas fiscales del Comando militar que opera en la Amazonía, el más importante del país por el celo con el que cuidan esa región, esencial para el mundo. En esas instalaciones militares, el movimiento y sus entrenamientos se hacen al ritmo definido por el grado de humedad en el ambiente, que se comunica por medio de unas banderas de colores: verde, naranja, rojo y negro; el verde permite movimientos rápidos, y el negro a paso de tortuga; estos ritmos, muchas veces coincidían con la dinámica de la Mesa. Las instalaciones están sobre el margen izquierdo del río Negro, bajando; desde ahí veíamos correr sus aguas turbias con sabor ácido; se decía que, ahí, tiene cerca de cuatro kilómetros de ancho.
Varios de los militares que nos atendían, siempre vestidos con otra indumentaria, hablaban Portuñol para hacerse entender, lo hacían con la amabilidad y musicalidad propia de su idioma, pero recurrentemente se asoma la necesidad de la autorización de un superior. Normal en estos casos; y cuando algo se demoraba o se enredaba en los trámites nos decían: “se perdieron las llaves”.
El jueves 27 de marzo, iniciamos la reunión. Las Delegaciones tuvieron pequeños cambios en sus integrantes. De parte del Gobierno están:
Frank Pearl, General (r) Eduardo Herrera Berbel, Jaime Avendaño, Mariana Sarasti y Sebastián Machado.
Por el ELN: Antonio García, Manuel Gustavo Martínez, Moisés Rey, Misael Sánchez, Maria Elena Velasco y David Cañas Cajiao.
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