El régimen que miente y silencia
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Editorial Revista Insurrección Nº 908
Comando Central (COCE)

24 años después del asesinato de Jaime Garzón este crimen de Estado que buscó silenciar a un humorista crítico del régimen, sigue en la impunidad. Además, hoy queda otra vez al desnudo con las noticias falsas que inventa la Fiscalía General.

En momentos de cruda guerra sucia ejecutada con narcoparamilitares, se alzó la voz de Jaime Garzón contra el régimen imperante que no admite el humor crítico, su valor para decir la verdad le costó la vida, segada un 13 de agosto de 1999. Ahora que existe un gobierno progresista, persiste el viejo régimen en su doble infamia de mentir para calumniar opositores como paso previo a perseguirlos, silenciarlos y exterminarlos.

Si hace cuatro décadas perpetraron el Genocidio de partidos de izquierda como la Unión Patriótica, A Luchar y el Frente Popular, hoy se ensañan contra líderes populares y defensores de Derechos Humanos y del medioambiente, a quienes acusan de oponerse a megaproyectos que saquean y depredan bienes naturales de la nación; este terror del viejo régimen decapita el liderazgo social, a la vez que aterroriza y desorganiza comunidades enteras, práctica genocida con la que silencian todas las voces que se oponen al fracasado modelo neoliberal.

El viejo régimen cuenta con poderosas empresas de medios de comunicación, con las que desinforma y manipula a la sociedad, en un gran ejercicio cotidiano de mentir, con el que justifican la persecución y neutralización de los opositores; de esta forma la guerra mediática prepara el terreno a la guerra sucia en rigurosa aplicación de la Doctrina de Seguridad que ordena clasificar como Enemigo Interno a los opositores del sistema, a quienes primero los difama para enseguida eliminarlos.

Decir la verdad cuesta la vida en Colombia y con la mentira el régimen allana el camino para quitar esa vida, espiral de crimen que debe acabarse como condición indispensable para tener un nuevo régimen que no persiga ni extermine a quienes piensan diferente y a quienes ejercen el derecho a la protesta social; cambio que no ‘llegará del cielo’, sino que tendrá que lucharlo con determinación la gran mayoría que busca la democratización del país.

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