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Por: Kleiver Oliveros, corresponsal de Antorcha Estéreo.

Hace algunas semanas, en un documento aprobado por el Papa Francisco, el Vaticano respaldó «la posibilidad de bendiciones para las parejas en situación irregular (incluidas las no casadas o divorciadas) y para las parejas del mismo sexo».

El Papa expresó que «no se debe impedir ni prohibir la cercanía de la Iglesia a las personas en cualquier situación en la que puedan buscar la ayuda de Dios mediante una simple bendición». Además, el Vaticano subrayó que dichas bendiciones no se equiparan al matrimonio, por lo que no planteó ningún ritual o ceremonia precisa.

El Papa Francisco, firma y establece que los sacerdotes pueden bendecir a parejas del mismo sexo, garantizando así el derecho a la libre expresión y culto de las personas. Frente a estas nuevas prácticas de reconocimiento de derechos a las comunidades LGBTIQA+ en la Iglesia Católica, hay cardenales como Víctor Manuel Fernández que ha mantenido un tono diferente al de sus predecesores, pues expresa que «cuando las personas piden una bendición, no debe ponerse como condición previa para conferirla un exhaustivo análisis moral».

Este hecho es un nuevo paso para la aceptación de la diversidad de género reconociendo que todas y todos en el mundo somos iguales no hay hombre ‘más hombre’ ni mujer ‘más mujer’, ni tampoco nuestra identidad sexual u orientación es un pecado o debe ser estigmatizado y criminalizado por la sociedad.

La defensa de los derechos de las comunidades LGBTIQA+ han sido una lucha histórica, constante de resistencia y reconocimiento de sus derechos, en una sociedad fascista, homofóbica e intolerante a lo diverso. Una intolerancia que ha cobrado la vida de las personas por el simple hecho de construir una identidad fuera de lo hetero-normativo, pues se registraron más de 800 asesinatos en el 2023 y es hora de poner un alto.

Los cambios y transformaciones sociales que se deben dar en nuestra sociedad, deberán pasar no solo por los cambios en las políticas públicas, sino también en instituciones como la Iglesia católica que hoy marca un precedente, demostrando así que esta nueva década que se avecina en el milenio requiere de desmontar ideas ortodoxas y retrogradas que solo violentan la integridad de sectores de la sociedad.

Desde esta trinchera ideológica, seguiremos apostando por la lucha anti patriarcal que ha impuesto sus reglas en la sociedad y seguiremos rompiendo lo establecido.

«Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres».


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