Texto completo de la entrevista del comandante Antonio García, con Le Monde Diplomatique, diciembre de 2018.
El presidente Duque, al aludir a un posible proceso de negociación con ustedes lo ha enfatizado una y otra vez: “Si quieren hablar de paz estamos listos, pero si y solo si le ponen fin a todas las actividades criminales y liberan todos los secuestrados”. ¿Qué opinión le merece esta declaración?
Antonio García: Esa declaración deja ver varias incoherencias. Primero, desconoce que hubo un acuerdo de Agenda, de orden temático y orden de discusión con el anterior Gobierno y dicho acuerdo debe respetarse. Segundo, desconoce que el Ejército de Liberación Nacional es una organización alzada en armas que no acepta el sometimiento al Estado y por tanto no acata los tres monopolios que históricamente se autoasignan los Estados-Nación nacidos del Tratado de Westfalia: monopolio del uso de la fuerza y de las armas, el monopolio para recoger tributos o impuestos y la tercera aplicar su normatividad jurídica, en la que cabe el monopolio para realizar acciones de privación de libertad. No somos una organización sometida a su normatividad, no hemos hecho ese acuerdo, al menos no está en la Agenda. El derecho a la Rebelión también nos confiere la potestad para romper esos monopolios.
LA PAZ DEBE SER POLÍTICA DE ESTADO
Esto suena bien, como pedagogía, pero no resuelve el estado en que entró la negociación de paz entre las partes, pues ustedes tampoco tienen la capacidad militar para obligar a la contraparte a actuar en consecuencia con lo firmado con el anterior Gobierno. Ante tal realidad, ¿Qué sigue entonces?
AG: Este no es ningún asunto de pedagogía, sino de realidad. Lo que está negociado es una Agenda temática y se hizo un ensayo de cese bilateral del fuego, que se cumplió en lo esencial. Si al Gobierno no le interesa esta Agenda debe hacerlo explícito y no andar con rodeos o tratando de condicionar. Ya, si tenemos o no capacidad militar para que el actual Gobierno respete lo acordado, por ahora no ha sido discutido como un mecanismo para la implementación; pues lo que Ud. señala suena a eso, que para negociar algo con el Estado hay que tener capacidad militar para hacerlo cumplir; si es así, habría que examinar esa recomendación. Aunque sobre este tema también hay enfoques caprichosos, primero los gobiernos y los operadores de opinión les gusta decir que la guerrilla del ELN no tiene capacidad militar, pero se hace cualquier acción militar y “ponen el grito en cielo”, como digo a veces, uno no los entiende.
Desde la campaña electoral se aseguraba que de ser ungido como presidente, Duque no le daría continuidad a la negociación con ustedes, ¿Este tipo de exigencias sería una forma “disimulada” de decirle no a la negociación iniciada por el anterior Gobierno en Quito, descargando en ustedes el costo de romper la Mesa?
AG: En agosto de 2012, el gobierno de Santos, colocó tres condiciones: Que las conversaciones fueran en el exterior; directas y secretas en la fase exploratoria; y en medio de la confrontación militar. El ELN no compartía algunas de ellas, pero se aceptaron; pues eran condiciones de tiempo, de espacio y operacionales; más no referidas a la naturaleza de nuestra organización. Nosotros ni somos las hermanitas de la caridad ni los críminales descorazonados que algunos quieren hacer que la gente crea. Somos gente común y corriente que no compartimos cómo se gobierna, cómo se organiza y se usa el poder del Estado para favorecer e inclinar la balanza siempre para el lado de los ricos, nacionales y extranjeros, expresado en un orden social, económico y político injusto y excluyente.
El asunto no es la Mesa, pues ella está siempre ahí, o en cualquier lugar, el lío es quienes se sienten en ella. El ELN ha seguido sentado en ella y no ha dicho que vaya a romperla, además ha cumplido siempre. Es evidente que la delegación de Duque no asiste a las conversaciones. Eso lo pueden adornar como quieran o pueden vociferar cuanto quieran, lo evidente no requiere de explicaciones. Como Presidente, Duque renuncia a continuar una responsabilidad de Estado y honrar los acuerdos del Gobierno anterior. Que tal que un arrendatario de una vivienda, por el solo hecho que la empresa arrendadora cambie de dueño, al día siguiente se encuentre en la calle desconociendo que había firmado con el anterior dueño un contrato legal, con respaldo jurídico. Es un asunto elemental, de sentido común. De cortesía diría otro. Mal precedente, ¿Quién se atreverá a firmar acuerdos con futuros gobiernos?. Preguntamos: ¿Qué ha incumplido el ELN?
Parece claro lo expresado, pero eso no es lo que se informa en el país, pues el énfasis de los medios de comunicación oficiosos es hacerle eco a las acciones que ustedes realizan como parte de un incumplimiento a lo pactado, ¿Tienen ustedes cómo contrarrestar o aclarar el mensaje dominante?
AG: Es elemental, se trata de una negociación, no de lo que se quiera decir por un micrófono. En una negociación el instrumento es la Mesa de conversaciones, la Agenda que se pacta, las regulaciones que pactan las dos partes para adelantar el debate. Si se tratara de adelantar una campaña política, los instrumentos y los acuerdos serían de otra naturaleza. No hay nada que hayamos incumplido a la luz de lo acordado, quien está incumpliendo es el Gobierno, al no querer hacer presencia en la Mesa.
LA ÉLITE NO ESTÁ INTERESADA EN NEGOCIAR
Parece que Duque no quiere asumir el costo de levantarse de la Mesa, ustedes tampoco, ¿Cómo van a asumir este tiempo de espera? ¿Consideran que el mismo va en contra del Gobierno?
AG: Sería mezquino responder que queremos que sea el Presidente quien pague un costo político. No nos interesa eso. Es la sociedad en su conjunto quien resulta afectada. Nos interesa la paz de Colombia que traiga justicia, felicidad y equidad para las actuales y futuras generaciones. Lo cierto es que el actual y el anterior Gobierno no están en condiciones de negociar, de establecer acuerdos que puedan cumplir. Como dice Trump sin tantas vueltas: “sí ganamos los ricos, ¿para qué negociar?”.
Quizá no sea el tiempo de negociar, o como dice el sentido común: no ha llegado el tiempo, o como diría otro: no ha llegado el Gobierno que de verdad quiera y pueda. Pues son recurrentes las negociaciones y acuerdos incumplidos por los gobiernos a todas las protestas y conflictos sociales. Los gobiernos no pueden seguir “mamando gallo”.
Quiere decir esto, tal vez, que la fase de negociación de la guerra abierta en Colombia con el Gobierno de Belisario Betancur, hace ya más de 30 años, aún se tomará unos años más para cerrarse, que la guerra proseguirá, ¿Influye en este giro la situación internacional en que ha entrado el mundo, y en particular América Latina, o simplemente expresa el deseo de derrota que no oculta un sector de quienes dominan en Colombia?
AG: El tiempo lleva implícito unas circunstancias, una realidad y muy seguramente el contexto internacional tiene una incidencia, pero lo esencial está en nuestro país. Por ejemplo, hay falta de consenso en la clase dominante, pues para unos la negociación debe hacerse como remate de un triunfo militar; para otros como parte de una victoria en curso; y otros consideran que para superar la confrontación militar se requiere la vía política, que contemple cambios en muchos órdenes, que no se trata sólo del silenciamiento de los fusiles.
Hace unos días volví a leer una entrevista que le respondí a María Alejandra Villamizar en 2005, ahí encontramos las mismas exigencias que hoy nos hace Duque, pero colocadas por Uribe; no es una coincidencia. Aparte de lo anterior, y lo más grave es que se asume como política de Estado, que al no haber consensos en los sectores de la clase dominante, ni en los poderes del Estado, cualquier acuerdo debe someterse a sucesivas negociaciones que terminan triturando cualquier acuerdo, eso aconteció y sigue aconteciendo con el acuerdo con las FARC, sin desconocer que ellos cometieron errores en su forma de negociar; aunque también, en los contenidos de la negociación expresan su visión, una negociación más centrada en ellos mismos.
En perspectiva de no cerrar el diálogo, ¿Están ustedes dispuestos a recomenzar de cero, aceptando que es un nuevo Gobierno y así definir una nueva Agenda que guíe la negociación?
AG: El que no quiere negociar no es el ELN, ni hemos amenazado con cerrar nada, solo se trata de continuar lo que se acordó. Hay un problema de fondo, es la manera como los gobiernos hacen sus empalmes, en cómo le dan continuidad como Estado a los asuntos, que son de orden constitucional como es el asunto de la paz. Si el problema es de este orden, es pertinente que haya una política de Estado clara, al igual que los roles para las delegaciones de los gobiernos, pues se requiere saber con quién se negocia, si es con el poder ejecutivo, con el legislativo, con el judicial o con el militar; o si es con un empleado, a quien le interesa más el salario que el futuro del país.
Para claridad de todos, cuando se negoció la Agenda, se trataba de identificar los temas, la materia sobre la que se iba a discutir. Ahí no podía ir de antemano acuerdo sobre nada, sino los temas sobre los que se iniciaría una negociación. Nadie puede ir a “negociar un burro con los ojos vendados, las manos atadas y los bolsillos abiertos” para que otro se cobre por adelantado un precio que no se conoció y tampoco se pudo ver el burro. En la Agenda están todos los temas que el gobierno quiere que se negocie, entonces que vaya a la mesa y ahí se negocia, pero no como el negocio del burro que menciono.
Permítanos insistir. Al parecer el tiempo correrá a favor del Gobierno, ¿Qué van a hacer? ¿Esperar indefinidamente? ¿No tendrían que replantear el diseño estratégico? ¿En cuáles aspectos pondrían el énfasis?
AG: Nosotros acordamos una Agenda, un orden temático, se anunció con toda formalidad, todo mundo la conoció el 30 de marzo de 2016; ¿Por qué nosotros debemos cambiar un acuerdo que hicimos con el Gobierno anterior? Ese es un asunto de Estado, es un problema entre ellos, es un asunto de empalme de gobiernos, de continuidad en los planes de un Estado, este asunto de la paz no es un juego. ¿Por qué nosotros tenemos que resolver un problema del establecimiento?. Si quieren usar el tiempo como presión, lo pueden seguir haciendo, en eso perdemos todos, pero aceptar imposiciones no va con nosotros; que Duque envíe su delegación a la Mesa y ahí con mucho gusto se conversan las cosas, y lo que sea razonable y en el marco del respeto que somos una organización rebelde alzada en armas, se examinará con igual respeto y consideración. Nuestra delegación tiene la orientación de mantenerse en la Mesa; por el momento haremos unas consultas con parte de ella, para seguir examinando el curso futuro.
LAS CLASES DOMINANTES NO QUIEREN CAMBIOS
Y para recomenzar, ¿Estarían dispuestos a ofrecer un cese unilateral de fuego, incluyendo lo que el Gobierno llama devolución de secuestrados?
AG: Los gobiernos son caprichosos, Santos dijo que la negociación debía ser en medio de la confrontación militar; luego se le ocurrió que debía ser como a él se le antojara. El principio elemental de una negociación es que se habla sobre lo que las dos partes acuerdan, y no lo que una sola quiera. Es así de sencillo. Bien, pero siendo francos, a costa de qué el ELN debe hacer lo que el Gobierno quiere, pues si a nosotros se nos antojara exigir otro tanto, estaríamos con el mismo derecho. Si aceptáramos las imposiciones del Gobierno no estaríamos en una negociación, sino en un proceso que se llama sometimiento. Nosotros no estamos para eso. Si hablamos de reciprocidad podríamos considerar el asunto. Es bueno recordar que hemos hecho gestos puntuales, la mayoría sin reciprocidad del Gobierno, por eso los gobiernos se mal acostumbran, creen que todo es “a precio de huevo”, este dicho ya toca replantearlo, pues ahora los huevos ya están muy caros.
Sobre el tema de las retenciones, en derecho se denominan acciones de privación de la libertad; es pertinente tratarlo con franqueza. Todos los gobiernos del mundo, todos, sin excepción, realizan acciones de privación de la libertad por diversas razones, motivos o justificaciones; políticos, tributarios, control social y protección, etc. ¿En qué se diferencian de las que hace una organización rebelde en armas? La única diferencia es que ellos dicen que pueden hacerlas, dizque porque son legales, porque están en sus leyes. Conclusión: las que hacen los gobiernos son legales y las nuestras no. ¡Qué bonito!, la relatividad del derecho y la justicia. Como si la legalidad fuera “patente de corso” para hacer de manera “legal” cualquier delito. Es un asunto político. Pregunto,¿Qué son las cárceles?, no me digan que son centros de reclusión voluntaria o espacios de retiros. Para salir de allá, también hay que pagar, así los detenidos cumplan las condenas; hay mucha gente sin causa justificada o sin condena establecida, no por uno o dos años; ¿cómo puede llamarse este fenómeno?
Como les decía antes, la rebelión armada es la ruptura de esos tres monopolios de los Estados, ahí radica el fondo del asunto. Si ellos lo hacen, nosotros también. La rebelión es una ruptura de la legalidad existente sobre la que soportan dichos monopolios.
Parece fácil responder no a lo anterior, pero no creen que eso es lo que esperan, tanto la comunidad internacional como la opinión pública nacional, un “gesto de paz”.
AG: Sería muy bueno un gesto de paz recíproco, no lo estoy negando, pues debemos ser generosas las dos partes, que bueno sería. Pero es como todo, aquí volvería a cumplirse la máxima de la vida, que solo es generoso el pobre, que comparte el pedazo de pan con el necesitado; mientras el rico, en medio de la opulencia, solo ofrece las migajas.
Todos sabemos que lo que está de por medio es la correlación de fuerzas, el Gobierno se siente más fuerte y pretende, por tanto, imponer sus criterios. Si así fuera, ¿Cómo se plantean ustedes torcerle el cuello a la correlación de fuerzas existente entre las partes en conflicto?
AG: Tanto el Gobierno como nosotros tenemos nuestras estrategias, unas son públicas y otras secretas. De las públicas estamos hablando, de las otras nos reservamos. Vamos a persistir porque consideramos justo que se respete un acuerdo, si se violan los acuerdos ahora empezando, ¿qué será después? Estamos en una negociación, lo que Usted plantea es hacer la guerra en la Mesa, nosotros nos apartamos de ese criterio; pues una negociación, si es con voluntad, no debe colocarse alrededor de la Mesa los Batallones, las Brigadas o las Divisiones, porque en ese mismo instante se convertiría en un campo de batalla, y lo que se trata es de superarla.
¿Y no han pensado que el movimiento por la paz y los 8 millones también están esperando lo mismo? ¿No tienen demasiada confianza en ese movimiento?
AG: Ojalá pudiésemos escuchar a los ocho millones directamente, que nos contaran qué es lo que quieren y a quién le hacen las exigencias. No nos vamos a comer el cuento que “dicen que dijeron”. Estamos muy grandecitos para eso. No es la primera negociación en la que estamos. Preferimos la certeza a la confianza. Confianza viene de con-fio, de fiar. La confianza nace de un camino de certezas. La movilización cierta es la de los estudiantes que poco son escuchados, al igual de los demás sectores sociales que protestan y nadie los escucha, y cuando por milagro escuchan es para “mamarles gallo” y seguir los incumplimientos, por eso poco confían en el Gobierno, que al Gobierno siempre le fían y casi nunca paga. En sentido contrario, al Gobierno le interesa la certeza de nuestros gestos, que no actuemos militarmente, y quieren que la sociedad y nosotros les fiemos los cambios, las transformaciones. Hagámosle primero a las certezas.
PAZ SON TRANSFORMACIONES
Pero, en concreto, si ustedes descubren que la opinión pública quiere la paz, “como sea”, ¿Están dispuestos a “someterse a la justicia”, a rendirse? O ¿Preferirían, como en su momento lo hicieron las FALN en Venezuela y recientemente la ETA, dar por terminado, unilateralmente, el proyecto revolucionario armado?
AG: El ELN ha dicho con claridad que no se la ha pasado por la cabeza someterse, menos claudicar u otra cosa de esas. Por otro lado, cada organización y cada pueblo son autónomos de escoger sus propios caminos. Para el ELN la búsqueda de la paz debe ser un camino hacia los cambios para bien de los colombianos, sobre todo de los más empobrecidos, es el mismo camino hacia una democratización de la sociedad y un camino de revolución; pues revolución debe ser cambio, equidad, empoderamiento de la sociedad, que los de abajo gobiernen y cada día sean más como seres humanos disfrutando la vida mejor.
En esta ruta de sociedad o de “paz para la sociedad” nos identificamos con muchos sectores y organizaciones sociales del país, lo que habría que mirar es si eso es posible de conseguirse en una Mesa, o de qué otra manera. Habría que preguntarle a los sectores que controlan el poder económico, político, militar y demás, si están en la misma ruta; pues todos dicen ser “demócratas”, pero a la hora de las verdades les duele mucho el bolsillo. Como puede ver, eso no sólo depende de nosotros, sino de cómo puede ser posible concretar un deseo de cambio de la sociedad; porque el ELN existe como expresión de esa necesidad de cambio. Si la dirección de un proceso de paz no abre las puertas para los cambios, el ELN no va.
BUENOS OFICIOS DE LOS PAÍSES, NO ES INTERVENIR AL OTRO
El Gobierno de Duque ha logrado que la Unión Europea avale su exigencia con respecto a ustedes, ¿Rompe esta complacencia la neutralidad que debieran mantener con respecto a la Mesa en curso? ¿Esto obliga a recomponer los acompañantes de la Mesa, ya de por sí diezmados por el rechazo del gobierno con la presencia de Venezuela en la misma?
AG: En las conversaciones que nuestra delegación ha mantenido con la comunidad internacional, personalidades nacionales e internacionales, se recibe el apoyo a la continuidad de las negociaciones.
Ahora, es fastidioso meterse en los problemas de los demás. Siempre ha sido fácil querer que otros hagan lo que uno nunca hizo en el pasado. Me sucedió hace unos años, había un país europeo que se consideraba muy pacífico y nos cuestionaba el uso de explosivos en la guerra, hasta que me vi obligado a mostrarle una factura, de una empresa de dicho país, sobre un envío de materia prima para fabricar explosivos, a la industria militar del Gobierno colombiano; aún recuerdo la cara que puso; no volvió a tocar el tema. No se como pueda llamarse eso, ese tipo de comportamientos. Para no meterme en honduras, quien esté de buena fe, con verdadera voluntad, es quien debe estar, cada cual escoge su camino; pero todo país tiene sus aliados, unos de oportunidad y otros estratégicos, en eso no nos llamemos a engaños. Existe en la actualidad una reconfiguración del poder mundial, ahí iremos viendo dónde se va colocando cada país, y con esto no digo gran cosa, “la lengua es el peor azote de nuestros malos decires”. Siempre estaremos agradecidos de quienes con honestidad ayudan en la construcción de la paz. Cuando se configuró el grupo de países Garantes negociamos un relativo equilibrio entre las dos partes, es eso lo que vale.
La tensión que vive Venezuela en su relación con los Estados Unidos, y el interés de este país en que caiga el Gobierno de Nicolás Maduro, incluso vía magnicidio o golpe de Estado “para lo cual han logrado concretar una alianza con buena parte de los países de la región incluida Colombia”, abren el escenario de una guerra civil, ¿Afecta este escenario la negociación de paz que ustedes intentan proseguir con el Gobierno de Duque?
AG: Todo lo que afecte al vecindario nos afectará a los colombianos. Si no hay paz en la región, muy difícilmente lo habrá en nuestro país. Hay un derecho o normatividad internacional que debe respetarse, la soberanía de los pueblos, gobiernos y naciones para tratar y solucionar sus diferencias, sus problemas. Los demás lo que deben hacer es cooperar. Estados Unidos y sus aliados han hecho de todo, desde cuando estaba Chávez, bloquear, impedir y golpear los procesos de cambio. ¿Qué barco de vela navega con viento en contra?, o ¿Qué tormenta puede soportar?. Lógico, en la Venezuela de 2002, hubiesen querido que aconteciera lo del Chile de Allende en 1973, pero no fue. ¿A qué costo para la sociedad, para el pueblo? A los gringos no le interesa la democracia o la gente, pues no vengan con el cuento que en Chile se imponía a Pinochet para reposicionar la democracia. La historia no puede seguir siendo la justificación de la ignominia: yo debí ser bueno en el pasado. Los gobiernos deben actuar con responsabilidad siempre mirando las consecuencias futuras.
¿Acaso Venezuela no recibió millones de colombianos, que buscaron en esas tierras un horizonte que habían perdido en nuestra patria? No para justificar falencias o errores, pero dejemos que los mismos venezolanos busquen sus propias salidas. Venezuela ha demostrado su compromiso por la paz de Colombia, por encima de muchos incrédulos. El escenario de negociación, o lo que nosotros llamamos espacio, se negoció que fuera en el entorno de Colombia y sobre todo en América del Sur. Al Gobierno le gusta más Estados Unidos, y los tienen de aliados, deberíamos compensar con China o Rusia, por aquello de los equilibrios.
Y, ¿No temen que un escenario de ese tenor inscriba a nuestro país en un posible conflicto entre potencias, donde actuemos como simples peones, como le ocurrió a Siria?
AG: Nosotros no somos los que andamos ofreciéndonos a la OTAN para sus planes intervencionistas en otras latitudes, como gran potencia militar regional, tampoco somos los que tenemos como objetivo de nuestra Doctrina Militar el “ser líder militar regional”, como si lo tienen las Fuerzas Armadas del Estado Colombiano, es bueno que lean la Doctrina Damasco. Para hacer esto no se requiere justificaciones internas, pues el Gobierno colombiano ya había decretado el fin del conflicto, y se prepara para una “guerra híbrida” en el entorno regional y continental, que mucho se estudió en la Universidad Nueva Granada.
NOS HACEN GUERRA MEDIÁTICA PARA AISLARNOS
Los Acuerdos de Paz logrados por las FARC han entrado en un escenario poco claro, tanto por su incumplimiento por parte del Gobierno como por el rearme de una parte de esa fuerza. Tomando en consideración tal realidad, y con la interrupción o ruptura de la negociación que ustedes llevaban con el Gobierno, podríamos decir, que ¿La anhelada fase de paz duradera en Colombia ha quedado en el congelador? ¿Qué implicará esto para el país y qué opciones le quedan a los movimientos sociales, para no verse afectados de manera violenta por esta realidad?
AG: La intensidad de la confrontación militar dicen que ha bajado. Para nosotros no, pues hay una ofensiva del Gobierno, y cuando nos logra golpear le dan un gran despliegue. Pero no acontece lo mismo cuando reciben nuestros golpes, se han especializado en ocultar los ataques exitosos de nuestra fuerza. Numerosos ataques contra instalaciones militares con cargas explosivas de gran envergadura los ocultan, cierran calles o sus instalaciones, para que los medios no lleguen ni se enteren. También cuando sus embarcaciones, como nodrizas o tanquetas son igualmente atacadas por nuestras fuerzas, por ningún lado se sabe, pero pregunten a la gente.
La guerra mediática para nosotros juega, como también la paz mediática juega para la opinión. Pero la cruda realidad son los centenares de asesinatos de dirigentes sociales a lo largo de este último año, eso dice qué tan cierta es la paz, o mejor la crudeza de la realidad. Dicen los entendidos que cuando se hacen solicitudes a los gobiernos y estos las conceden en el marco de la institucionalidad, sin que nada cambie, se llama reformismo. Nada cambia para que todo sigue igual. Cuando se exigen cambios y se logran por medio de la lucha y por tanto hay cambio institucional, una ley, etc., se habla de reformas. Pero la cruda realidad del capitalismo actual y de siempre, es que sólo aceptan las reformas cuando sienten la amenaza de una revolución, les da temor y ceden.
Pero, precisamente, esa situación de posible revolución es lo que se reconoce ampliamente como perdida o, por lo menos, embolatada, ¿Consideran ustedes que aún es posible una revolución en Colombia? Y de ser así, ¿Cuáles son las ideas fuerza y las acciones básicas que así lo permitirían?
AG: Si no hubiese razones para luchar por los cambios y transformaciones de una realidad injusta, no existiría la guerrilla y tampoco habría las movilizaciones de estas semanas, tan masivas y de carácter nacional, donde se muestra muy poca capacidad del Gobierno para buscar y construir soluciones. La historia jamás es la línea recta, hay muchas curvas, así como subidas y bajadas. Sería muy fácil luchar cuando uno tuviese más fuerza que el oponente, de eso se trata una guerra de resistencia, los pueblos tienen más edad que un individuo, ellos van entregando a las nuevas generaciones los objetivos de su futuro; eso está suficientemente claro en el ELN. Cuando al menos en Colombia se acepte la existencia de los Presos Políticos, se podrá decir que un Gobierno ha empezado a pensar en la solución política como una posibilidad real, le respondo esta pregunta de manera inversa, porque de toda esta lucha actual se seguirán llenando las cárceles con dirigentes y activistas sociales, y los muertos, por la misma razón, siguen sin parar.
POLÍTCA ANTI DROGAS SIN GUERRA
Cada día es más frecuente escuchar por los medios de comunicación que ustedes son narcotraficantes, ¿Cómo han pensado contrarrestar esta propaganda oficial y mediática?
AG: Dicen que en una guerra lo primero que se pierde es la verdad. Inglaterra mintió sobre Irak, siguen mintiendo Inglaterra y Francia sobre Siria, y las agresiones militares continúan. La propaganda no es un tipo de guerra sutil o un accesorio de ella. No, es la misma guerra, y es más brutal que la física. Por ejemplo, en una guerra una persona se muere, y ya. Pero con la guerra mediática se sigue matando la historia, la dignidad y por tanto el futuro.
¿Narcotraficantes nosotros? ¡Ave María!, como diría un paisa, primero Eleno muerto, que… Pues ¿se podrían imaginar al Cura Camilo Torres con un alijo de cocaína o al Cura Manuel Pérez? En el ELN primero está nuestro espíritu de servicio por encima de todo. Jamás han agarrado ni van a agarrar a un militante del ELN con un gramo de cocaína, menos tenemos laboratorios o rutas o ventas en el exterior. Como tampoco andamos como la DEA armando trampas para agarrar y penalizar incautos, para luego quedarse con los alijos de cocaína; ni tampoco lo que hacen otras agencias financiando operaciones de intervención a otros países con este tipo de negocios. La gente nos conoce, tenemos historia en nuestras regiones. También tenemos propuestas serias sobre este fenómeno de la sociedad, y estamos dispuestos a discutir sobre él cuando se quiera.
Sí cobramos un impuesto como lo hacemos con cualquier actividad productiva. Ahora, si el Gobierno o los gobiernos quieren pasar por rigurosos, penalizando el daño que causan actividades ilícitas, deberían empezar con la corrupción, que es el robo, de frente y con apoyo de la ley y de las instituciones de los bienes, recursos y riquezas de todas las gentes; por eso la población se queda sin salud, sin educación y pare de contar. Al ELN la gente lo puede ver sin tapujos, nuestra gente sabe como vivimos, como vestimos y comemos, muy humildemente, como todos los pobres de Colombia y del mundo.
El argumento favorito en relación con el narcotráfico parece basarse en la famosa “disputa” por territorios y “corredores” con las mafias. Así explican, por ejemplo, ciertas acciones en El Chocó y, en especial, el enfrentamiento con el EPL en el Catatumbo. ¿Creen que es posible quitarse de encima ese “San Benito”? ¿Cómo?
AG: El enfrentamiento con el grupo del EPL, o como popularmente la gente los llama, “Los pelusos” o “Para Megas”, ese es otro cuento. Con el llamado Mando Nacional del EPL, la Conducción Estratégica del ELN realizó varias reuniones para establecer acuerdos, pero nunca se cumplieron donde ellos existen, en el Catatumbo, pues no están en otro lado; siempre los incumplieron. La razón del incumplimiento estaba en la alianza que tenían y tienen con los paramilitares en la región, para repartirse el control territorial y supuestamente el vacío que las FARC habían dejado, y por tanto controlar los negocios. Esa alianza se demostró, los Para Megas están revueltos con los paramilitares, incluso varios de sus mandos operativos en el territorio son paramilitares; alguna gente nos dice que debemos llegar a un acuerdo con ellos, ¿Cómo hacer acuerdos con los paramilitares?, ¿Será que se puede? Complicado este asunto. Nosotros no somos los que estamos negando la naturaleza revolucionaria de una fuerza, si es ella la que hace las alianzas, y eso viene desde hace rato, desde cuando estaba vivo Megateo.
El control por donde nos movemos o donde estamos, es un asunto político y militar, más no económico; si un hacendado o un empresario es aliado militar de nuestros enemigos, necesariamente está cooperando con planes contra nosotros, por tanto con ellos se adelantan unas medidas de control, si nos agrede militarmente, nosotros estamos en el derecho de responder en igual medida. Si sólo piensa y actúa políticamente lo respetamos.
Si una fuerza paramilitar nos quiere cortar un corredor de movilidad, nosotros no podemos quedarnos quietos, pues es elemental mantener la libertad de movimientos y de acción, es uno de los tres principios de la guerra. No somos ingenuos, los paramilitares son una fuerza funcional al Estado, eso está documentado ahora y en el pasado. El tema del “San Benito”, es un asunto mediático, y en eso el que tiene el micrófono es el que habla, pero nosotros no vamos a asustarnos por eso y dejar de hacer lo que tenemos que hacer. Por fortuna toda guerra deja sus registros. Por ejemplo, luego de los ataques que nuestra unidades realizaron el 1 de noviembre, contra varios grupos Para Megas, ubicados en las veredas de Mesitas, Limoncito y Castrillón, en la Provincia de Ocaña; los Para Megas sacaron unos comunicados hablando falsedades sobre nuestra actuación; nuestros mandos permitieron la entrada, a los sitios de los combates, de unas comisiones del CICR y de la Defensoría del Pueblo para que miraran lo que había sucedido, que hablaran con la población y ellos mismos se llevaran la información de manera directa. Seria bueno escuchar lo que esas instituciones tengan para informar, por eso de la objetividad que hay que tener con la opinión.